Corría la segunda década del siglo XX y una joven veinteañera nacida en Cidra, Puerto Rico, llegó a Nueva York. La idea inicial era que se pasara algún tiempo en Manhattan, ayudando a una hermana en los preparativos de su boda. Pero Pura Belpré se quedó en la Gran Manzana hasta 1982, año en que murió, ya octogenaria. Aquella muchacha recién llegada a Estados Unidos era amante de los libros y comenzó a ayudar en la biblioteca pública de un barrio latino en Harlem. Allí narraba cuentos a los niños, en español y en inglés, apoyándose con títeres. El entusiasmo del que dio prueba fue tal, que no tardó en ser escogida para sumarse oficialmente a la nómina de la New York Public Library. De hecho, fue la primera latina empleada por esa institución.
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Catalina Acelas, una joven ilustradora colombiana de libros para niños
Catalina Acelas es una de las creadoras jóvenes más talentosas de la ilustración de libros para niños de Colombia. Ella ha ilustrado, entre otros títulos, Había otra vez. Historias de siempre vueltas a contar (2013), Lalla la hermosa y otras historias (2012), El planeta de los papás-bebés (2010) y Ajedrez (2006). Desde Barcelona, España, ciudad donde reside desde el año 2003, Catalina respondió estas preguntas:
¿Cuándo comenzaste a dibujar?
Comencé desde niña. A mi papá, que es ingeniero, le gusta mucho dibujar, con lo que me quedaba hasta tarde viéndole trabajar en sus planos y bocetos. Mi mamá también es muy creativa y hace muchas manualidades; ella me enseñó a trabajar con las manos y a ser observadora.
Estudiaste diseño gráfico, ¿cuándo descubriste que lo tuyo era ilustrar libros para niños?
Tuve la fortuna de estudiar en una época de la Universidad Jorge Tadeo Lozano donde la ilustración era una materia relevante en el grupo de asignaturas. Allí coincidí con compañeros muy talentosos y con profesores que lograron inspirarme mucho.
De cuando Eduardo Muñoz Bachs ilustró a Laura Devetach
En el año 1975, el Premio Casa de las Américas incluyó por primera vez en su convocatoria la categoría de obras para niños y jóvenes. A La Habana llegaron decenas de originales y el jurado escogió como ganadoras obras como Cuentos de Guane, de Nersys Felipe (Cuba); Globito Manual y El hombre que escondió el sol y la luna, de Carlos José Reyes (Colombia); Renancó y los últimos huemules, de José Murillo y Ana María Ramb (Argentina): La línea, de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes (Argentina), y Monigote en la arena, de Laura Devetach (Argentina).
Ese mismo año, Monigote en la arena apareció publicado en la colección de premios Casa de las Américas. La edición, de gran formato y tapa dura, incluía seis relatos de Laura Devetach hoy considerados clásicos de la narrativa breve argentina: “Monigote en la arena”, “Un elefante ocupa mucho espacio”, “Historia de Ratita”, “Los picaflores de cola roja”, “El garbanzo peligroso” y “Cuento que cuento…”.
Confesiones de Maurice Sendak
Lo que sé
Por Maurice Sendak
Yo no escribo para chicos. Yo escribo. Y alguien más dice: “Esto es para chicos”.
Nunca me propuse hacer felices a los niños. O mejorarles la vida, o hacérselas más fácil. No me gustan mucho, así como no me gustan mucho los adultos. Bueno, para ser sincero debería decir que me gustan un poco más los chicos que los adultos, porque los adultos no me gustan para nada.
Firmar ejemplares es horrible, estúpido, no significa nada. Y a mí ni siquiera me sirve para seducir a las madres bonitas de los niños lectores, porque soy gay.
El estado de la literatura infantil actual es abismal. Catastrófico. Una de las razones para que así sea es que hay demasiados libros para chicos.
Somos animales, violentos, criminales. No somos tan diferentes de los simios, esas hermosas criaturas. Y se supone que debemos ser civilizados, ir a trabajar todos los días, ser amables con nuestros amigos, enviar tarjetas de Navidad, todas esas cosas que nos perturban profundamente porque están en contra de lo que haríamos naturalmente.
Elegí un género muy modesto, la literatura infantil, y me escondí en este género para poder expresarme plenamente en él. Lo elegí por timidez y estiré sus límites todo lo posible.
No escribí Donde viven los monstruos por dinero. En los años 1950, los libros para chicos eran el último peldaño del mundo literario. No creo que Madonna hubiese escrito un libro para chicos en los 1950. Sigue leyendo
Adiós al gran Maurice Sendak
El estadounidense Maurice Sendak, uno de los grandes autores e ilustradores de libros para niños de todos los tiempos, falleció en Danbury, Connecticut, a los 83 años de edad. Su libro Where the Wild Things Are, publicado por Harper & Row en 1963, lo convirtió en una referencia ineludible… y también fue objeto de encendidas polémicas entre educadores y padres. Después, dio a conocer numerosas obras, como In the Night Kitchen (1970) y Outside Over There (1981), las cuales, junto a Where the Wild Things Are, conforman una trilogía. Sigue leyendo
“La caja de los juguetes”, de Claude Debussy y André Hellé
Corría el año 1913… En Francia, André Hellé, un conocido ilustrador de libros y revistas infantiles, convenció a su amigo Claude Debussy para que compusiera un ballet para niños. En parte para complacer a Hellé y en parte motivado por Charlote (“Chouchou”), su hija de siete años de edad, Debussy comenzó a trabajar en La boîte à joujoux (La caja de los juguetes).
La partitura para piano de esta “pantomima para niños” estuvo lista en el mes de octubre y no tardó en ser publicada, acompañada por las ingenuas y coloridas acuarelas de Hellé, por la casa impresora Durand et Cie.Recientemente, en una visita al museo La Orangerie, de París, tuvimos la suerte de ver un ejemplar de esa primera edición de La boîte à joujoux –una auténtica joya bibliográfica– como parte de la exposición Debussy, la música y las artes. Sigue leyendo
Ilustraciones e ilustradores de Latinoamérica (3): Eduardo Muñoz Bachs
La ílustración es el primer asidero que ofrece un libro al muchacho: constituye una invitación a la lectura. Soy el criterio de que toda ilustración que se haga, bien sea para las páginas de un libro o para las de una revista, para un cartel o para la carátula de un disco, o hasta para la señalización de un hospital infantil, debe contribuir a que el niño se familiarice con todos los lenguajes de las artes plásticas.
Eduardo Muñoz Bachs
(Valencia, España, 1937- La Habana, Cuba, 2001)
Ilustrador y diseñador. Uno de los principales creadores del cartel cubano. Ilustró numerosos libros para niños, entre ellos: Cuentos de animales, de Herminio Almendros; Dailan Kifki, de María Elena Walsh; Los payasos y Juan Ligero y el gallo encantado, de Dora Alonso; Balada de los dos abuelos, de Nicolás Guillén; Caminito del monte, de David Chericián; Abuelita Milagro y Cuentos de cuando La Habana era chiquita, de Antonio Orlando Rodríguez; Por el ancho camino, de Adolfo Marí Fuentes, y Cantos para un mayito y una paloma, de Excilia Saldaña.
Tomado de: “Eduardo Muñoz Bachs. Allegro barroco”, artículo de Sergio Andricaín publicado en Revista latinoamericana de literatura infantil y juvenil, No. 2, julio-diciembre de 1995, Bogotá, Colombia.
Ilustración tomada de Caminito del monte, poemas de David Chericián (Gente Nueva, La Habana, 1980).
Ilustraciones e ilustradores de Latinoamérica (2): Alekos
Es preciso entregar una gráfica más imaginativa, que rompa el esquema del naturalismo, la perspectiva, las proporciones, el color consuetudinario; penetrar un poco la imaginación del niño y entregarlo todo menos obvio, quizás sugerido. Pero hay algo más: es necesario situarse en la época y en el espacio donde se vive. Aunque diste de ser una opinión generalizada en nuestro medio, debemos adentrarnos en la cultura de la tierra, en la iconografía popular, en el color de la naturaleza: tres fuentes de eterna juventud para las obras de arte, sea cual fuere su condición. Pese a la necesidad de abordar temas universales y de no copiar fotográficamente el entorno, no hay que perder ese rostro latinoamericano para remozar la gráfica y atender al niño nuestro. –Alexis Forero (“Alekos”)
(Bogotá, 1953). Autor e ilustrador de libros para niños como Matachita, El sombrerón, Espantajos y Aroma de níspero. Ha ilustrado, además, obras de numerosos escritores, entre ellos Beatriz Helena Robledo, Antonio Orlando Rodríguez, Clarisa Ruiz, Yolanda Reyes, Celso Román, Triunfo Arciniegas y Enrique Páez.
Texto tomado de Ilustración infantil en América Latina, encuesta realizada por Antonio Orlando Rodríguez y publicada en la revista En julio como en enero, de La Habana, en 1987. Este trabajo fue reproducido en la revista Hojas de lectura, de Bogotá, en abril de 1992.
Ilustración tomada de Matachita (Panamericana, Colombia).
Ilustraciones e ilustradores de Latinoamérica (1): Carlos Pellicer López
La ilustración infantil siempre ha caminado junto a los estilos predominantes en la pintura. Claro, sus objetivos son diferentes, pero mantienen una relación constante. También la fotografía, el cine y la tira cómica –campos relativamente nuevos en la plástica– influyen en ella. Creo que de todas estas influencias, la de la caricatura, tira cómica o cartón, es la que puede resultar más peligrosa.
Me explico: la caricatura, por ser un lenguaje breve, sintético y de la más amplia comunicación, encuentra soluciones gráficas para que el gran público reciba un mensaje claro, conciso, sin ambigüedades. La caricatura se lee de un golpe y no deja dudas en su intención. Esas características son valiosas para el ilustrador, pero si solamente hace uso de ellas, pierde la posibilidad de enriquecer su lenguaje, ya que en una narración gráfica para niños el mensaje puede ser más abierto, ofrecer más niveles de lectura.
Desde luego, no estoy pensando en el extremo –que sería la ilustración concebida como un poema, donde cada espectador hace su lectura ante un texto totalmente abierto–, pero una feliz dosis de esos dos extremos resulta recomendable.
La ilustración infantil debe tratar de incorporar soluciones gráficas distintas, nuevas, propias del medio o del momento que vive la comunidad que rodea al ilustrador… y claro, al lector.
Carlos Pellicer López
(México D.F., 1948). Autor e ilustrador de libros para niños como Juan y sus zapatos, Julieta y su caja de colores, El tigre de Naim y La historia de la abuela.
Texto tomado de Ilustración infantil en América Latina, encuesta realizada por Antonio Orlando Rodríguez y publicada en la revista En julio como en enero, de La Habana, en 1987. Este trabajo fue reproducido en la revista Hojas de lectura, de Bogotá, en abril de 1992.
Ilustración de Juan y sus zapatos (Fondo de Cultura Económica, México)
Acabado de "salir del horno": Las trenzas de Fiorella, de Antonio Orlando Rodríguez
Panamericana Editorial, en Colombia, acaba de publicar dentro de su colección OA Infantil el cuento Las trenzas de Fiorella, del cubano Antonio Orlando Rodríguez, con ilustraciones de su compatriota Enrique Martínez. El escritor y el ilustrador –radicados en Estados Unidos y en México, respectivamente– habían colaborado anteriormente en los libros Los caminantes-camina-caminos (La Habana: Gente Nueva, 1992) y Cuento del sinsonte olvidadizo (México DF: Ediciones El Naranjo, 2010).
Sobre Las trenzas de Fiorella adelanta la nota de contracubierta: “Fiorella es una niña como otra cualquiera, pero un día sus trenzas les dan a todos una inesperada sorpresa. Una historia donde se unen el humor, la poesía y la imaginación”. Aquí, dos ilustraciones de la obra: