Nacido en Ciudad de México, en 1962, Luis Bernardo Pérez cursó la licenciatura en Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y es un reconocido narrador, editor y periodista cultural. Dentro de su producción literaria dedicada a los lectores infantiles y juveniles se encuentran títulos como El gato de humo y otros felinos extraordinarios, Un superhéroe en el tejado, El extraño regalo y otros cuentos, Sombras en el jardín y otras historias escalofriantes y Tinta y ceniza. Su obra para adultos incluye, entre otros, los libros de narrativa Retablo de quimeras, Café Brindisi y otros espacios imaginarios, Fin de fiesta y otras celebraciones y Papeles de Itaca y otros destinos, y el ensayo Narrar para la infancia. El arte de escribir cuentos para niños y niñas. Ideas, propuestas y astucias literarias.
En esta entrevista con Luis Bernardo Pérez nos enfocamos en su novela detectivesca para jóvenes Tinta y ceniza, ganadora del Premio Gran Angular México en el año 2016. Posteriormente, esta obra publicada por Ediciones SM fue merecedora del Premio Fundación Cuatrogatos 2018, cuyo jurado destacó su “convincente recreación histórica de la Ciudad de México de los años del Porfiriato” y “su solidez composicional, su elegancia narrativa y sus atractivos y bien delineados personajes”.
¿Qué tiene de peculiar, a tu juicio, la creación de la narrativa para jóvenes?
La persona que escribe para lectores jóvenes enfrenta hoy un desafío tremendo, pues se enfrenta a un público que, contrariamente a lo que parece, es muy exigente. Muchas de las series de televisión de la actualidad están, en general, muy bien escritas. Los guionistas de televisión (sobre todo los estadounidenses y los ingleses) son talentosísimos. Crean tramas inteligentes y muy bien construidas. El autor de novelas que no posee este nivel de calidad está condenado al fracaso. Pero, además, los jóvenes de hoy están rodeados de un sinnúmero de estímulos, como los juegos de video y las redes sociales. Los escritores deben de ser capaces de competir con estos medios y despertar el interés de los lectores para que dediquen parte del tiempo que utilizan para estas actividad a leer un libro. Para lograr esto, los escritores deben ofrecer un trabajo de calidad, ser profesionales de su oficio. Por desgracia, hay muchos narradores que escriben para niños y jóvenes que no están a la altura; ello hace que sus libros no interesen. Y en lugar de reconocer que tienen mucho que aprender, les echan la culpa a los lectores, dicen que los jóvenes no leen, que no les interesan los libros, etc.