Entrevista con la ilustradora argentina Ximena García

Por Sergio Andricaín

La lectura del libro álbum Para cuidarte mejor, con texto e ilustraciones de Ximena García, fue una regocijante experiencia por la originalidad y la calidad gráfica de su propuesta. Con esta obra, publicada por Uranito, la artista argentina obtuvo el Premio Fundación Cuatrogatos en el año 2017. Entre los proyectos dirigidos al público infantil en los que Ximena ha participado como ilustradora están también Espantosos rugidos, con texto de Margarita Mainé, para Ediciones SM; Niños terribles, de Cecilia Pisos, para Planetalector; Querido libro, de Cecilia Pisos, para Editorial Norma; La cabellera de la princesa y otros cuentos, de Liliana Cinetto, para Uranito; Pepe y la luna, con texto de Verónica Chamarro, para la Fundación Leer; El regalo, con texto de Sheila Graschinsky, para la Fundación Gecenym, y Los amigos de la luna, con texto de Diego Javier Rojas, para Lúdico Ediciones.

Con el propósito de conocer más sobre la trayectoria de esta destacada creadora, y en especial de su libro Para cuidarte mejor, entrevistamos a Ximena García.

¿Cuándo empezó tu interés por las artes visuales? 

Soy hija de padre psicoanalista y madre artista, con lo cual la palabra y las artes visuales han sido siempre parte de mi vida. Cuando era chica, mi madre se dedicaba a la publicidad, hacía tapices, dibujaba conmigo cuando volvía del trabajo, escuchaba música, me llevaba a museos. Era parte de lo cotidiano. Recuerdo que pasaba mucho tiempo dibujando, mirando sus libros de arte, las tapas de los discos, y jugando con papel contact y Letraset. Menciono mi infancia porque me siento muy cercana a ese primer momento de la vida. Creo que tiene mucho que ver con lo que soy hoy y con mi forma de ver el mundo.

¿Cómo llegaste a convertirte en ilustradora de libros para niños?

Al terminar la escuela, comencé a estudiar Biología. A los 19 años, tuve una hija y mis planes cambiaron. Estudié Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires (UBA), y me recibí unos años después. Trabajé mucho tiempo en diseño hasta que en un momento determinado, en el estudio donde trabajaba, me encargaron dibujar unos árboles genealógicos que iban a ser entregados en maternidades con el objetivo de averiguar los datos de los abuelos de los recién nacidos para ofrecer servicios fúnebres. Entré en crisis y renuncié. El diseño como herramienta del marketing no tenía nada que ver conmigo y comencé a trabajar por mi cuenta.

En ese tiempo, una muy amiga de la facultad, Luciana Feito, trabajaba en una editorial y había comenzado a ilustrar. Me atrajo su obra y la profesión. Trabajamos juntas varios años, en un proyecto que llevamos adelante mientras nuestros hijos eran muy pequeños. Fui formándome en distintos talleres de ilustración y libro álbum, hasta que en un momento, Silvia Lanteri (por ese entonces jefa de arte en Ediciones SM) vio mi trabajo y, tiempo después, me propuso ilustrar un libro. Animales en verso, escrito por Sandra Siemens y publicado por SM en 2013, fue el primer libro que ilustré. Siempre voy a estar agradecida por esa oportunidad.

¿Qué es para ti la ilustración de libros infantiles? ¿Qué te propones con tu trabajo?

En una entrevista, Kitty Crowther se definía más como una contadora de historias que como una ilustradora o escritora. Me gusta esa definición porque, en general, cuando dibujo, tiendo a contar una historia. Y creo que en esa historia, si bien la destreza técnica, lo formal, es muy importante, también lo es el contenido. Generar juegos interesantes entre lo que dice el texto y lo que dicen las ilustraciones, lo dicho y lo no dicho, hace la riqueza del libro. Me apasiona tener una idea y formalizarla teniendo en cuenta el formato del libro, el uso del color, la tipografía, la composición de la página, la síntesis, el juego con el lenguaje. Cada elemento le da sentido a la obra.
Cuando ilustro un texto ajeno, muchas veces no sucede esto, pero el trabajo es enriquecedor, porque hay otra mirada. Aprendo mucho del trabajo en equipo.

Me propongo contar historias que, en principio, me despierten algo, que diviertan, que provoque emociones y reacciones en un niño y/o un adulto.

¿Qué te motivó a recrear la historia de la Caperucita Roja en tu libro Para cuidarte mejor publicado por Uranito?

Caperucita es uno de los cuentos tradicionales preferidos de mi infancia. Recuerdo que tenía un libro llamado El cuento infantil, del Centro Editor de América Latina, que leía frecuentemente, con cuentos de Perrault, de los hermanos Grimm, Andersen y Collodi y un prólogo de Graciela Montes.

En un taller al que asistía trabajamos durante un tiempo con estos cuentos, con la intención de presentarnos a un concurso en el que finalmente no participé. Elegí Caperucita porque es una historia de tradición oral tan conocida y versionada que, como señala Gianni Rodari en su Gramática de la fantasía, unos pocos elementos (niña, abuela, bosque, flores y lobo) alcanzan para situarnos en el relato.

Me interesa la complejidad del ser humano y su relación con los otros. Tomé esos elementos para crear una nueva historia, haciendo foco en un vínculo particular, retratándolo con humor y corriendo la figura de la madre (casi ausente en las múltiples versiones del cuento) del lugar tierno e idealizado. Ya no se trata del peligro del bosque, sino de una madre a la que todo le parece peligroso.

¿Cómo fue el proceso de creación de esa obra?

El proceso de creación fue divertido y extenso. Comencé investigando, leyendo las distintas versiones de Caperucita: la versión campesina incluida en La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, de Robert Darnton; la de Perrault de 1697; la versión posterior de los hermanos Grimm; muchas de las versiones modernas, y mirando también las versiones ilustradas. No porque lo necesitara para el proyecto, sino por una necesidad personal de informarme.

Cada vez que imagino una historia, escribo y dibujo situaciones sin pensar demasiado. Luego voy ordenando, descartando. En este caso, el final fue el punto de partida y estructuró la historia. Fui armando cada escena, teniendo en cuenta texto e imagen. Pensé en el uso de las guardas como parte del relato, para que la historia se desarrollara dentro de la casa, con Caperucita deseando salir; en el uso del paréntesis. El color rojo, alusivo al cuento, también fue un elemento importante, usado como señal de peligro y con la intención de generar un ambiente asfixiante.

Estuve dos o tres años con el proyecto hasta que lo llevé a la Feria del Libro de Buenos Aires y, un mes más tarde, Francisco Gorostiaga, de Uranito, me llamó para editarlo. Trabajamos juntos durante varios meses ajustando algunas ilustraciones, puliendo el texto, agregando detalles. Fue un enorme placer trabajar con él. A diferencia de Caperucita, tuve mucha libertad.

¿Has tenido la oportunidad de conocer las reacciones de los niños que han leído Para cuidarte mejor

Por los comentarios que me han enviado y los encuentros que tuve con chicos, creo que fue bien recibido. Los chicos se quejan de esta madre que no deja hacer nada a su hija y ríen mucho con el final. Me han escrito bibliotecarias comentándome que lo leyeron con adolescentes que decían: “¡Esa es mi mamá!”.

Me divierto y me maravillo con la mirada de los niños, con sus observaciones. En un encuentro con chicos de segundo grado, uno cuestionó que al gritar Caperucita, los elementos de la casa salen volando —incluso la madre—, pero no se rompen los vidrios de la ventana, y eso estaba mal. Me causó mucha gracia… la lógica de lo ilógico.

También a los adultos les causa gracia. Está bueno que una historia pueda resultarle interesante a cualquiera, independientemente de la edad. Aunque he podido observar también que algunos adultos pasan las páginas sin leer las imágenes y no comprenden el final. Y me han sorprendido algunas lecturas, que intentan introducir un mensaje moralizante, hablando de la importancia del cuidado, lo cual se aleja bastante de mi propuesta, que tiene que ver con hacerme preguntas, compartir inquietudes y reírnos de nosotros mismos, de nuestros estereotipos, reflexionar sobre lo establecido, no con aleccionar.

¿Qué significó para ti haber ganar el Premio Fundación Cuatrogatos?

Lo recibí con mucha alegría. Conocía la fundación, los proyectos culturales que llevan a cabo, el profesionalismo con el que seleccionan los libros y el trabajo de difusión que realizan, y fue una gran satisfacción que hayan considerado Para cuidarte mejor. Les agradezco profundamente el reconocimiento. Para quienes estamos comenzando, es una oportunidad de llegar a más lectores. Gracias al premio, el libro se publicó en España y en otros países de América Latina.

¿Cuáles son los ilustradores que han marcado tu obra?

Los artistas admirados son muchos y han variado a lo largo del tiempo. De chica leía los Cuentos del Chiribitil y me gustaba especialmente el trabajo de Ayax Barnes. Recuerdo que tenía un disco de vinilo ilustrado por él. Sus ilustraciones eran muy innovadoras, con mucha potencia y síntesis. También me gustaba Mafalda y los libros de arte que había en mi casa, especialmente las obras de Klimt, Klee, Toulouse-Lautrec. De grande, cuando estudiaba diseño, me sedujeron las vanguardias artísticas, la metáfora visual del cartelismo, en especial el cartel polaco.

Respecto a la ilustración de libros, no sé si influye directamente en mi trabajo, pero admiro mucho la obra de Bruno Munari, Maurice Sendak, Kitty Crowther, Wolf Erlbruch, Beatrice Alemagna, Anthony Browne, Paloma Valdivia, Oliver Jeffers, Kveta Pacovska, Isabelle Arsenault, Edward Gorey, Isol, la mayoría de ellos autores integrales con estilos muy diferentes, que además de ser talentosos ilustradores, cuentan buenas historias.

Creo que estoy en un camino de aprendizaje, de búsquedas expresivas, y pienso que aquello que leemos, observamos y nos llama la atención aparece también en lo que uno hace, a veces conscientemente, y otras veces no. Leer me resulta muy inspirador, para dibujar y también para escribir. Muy a menudo interrumpo la lectura para hacer un boceto o anotar una frase o una idea. Leo novelas, cuentos, poesía, ensayos. Leo a diario con mis hijos, a mis hijos.

También me gusta mucho observar a mi alrededor. Observar situaciones, a la gente. Me atraen los vínculos, la naturaleza, el lenguaje.

¿Cómo ves el panorama de la ilustración de libros infantiles en Argentina?

Pienso que hubo un gran crecimiento en los últimos años. Se han abierto espacios nuevos de aprendizaje, y los ilustradores se hicieron más visibles. Hay editoriales independientes con catálogos muy interesantes y una gran producción de libros para niños y jóvenes en Argentina. Sin embargo, hoy nos encontramos ante una situación compleja. Resulta difícil entender que se suspendan o que directamente no haya políticas de promoción de la lectura. Por ejemplo, las compras estatales, que fueron muy importantes para muchas pequeñas y medianas editoriales en los últimos años, se redujeron sustancialmente. Y esta triste situación nos afecta a todos.

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