Por Fanuel Hanán Díaz
El autor peruano Juan José Cavero fue el ganador del Premio Norma de Literatura Infantil y Juvenil 2017 con su novela para niños El océano interior.
Esta obra, inscrita en el molde de las historias de aventuras e inspirada en un personaje histórico, recoge las andanzas de un chico de 12 años que se enrola en un barco ballenero en el siglo XIX. Además de ofrecer un emocionante recorrido por la exuberante geografía marina de Suramérica, la novela se conecta con la figura mítica de la ballena blanca y ofrece una exploración interior del protagonista que vive un proceso de crecimiento, experimenta el valor de la amistad y enfrenta lo desconocido.
Nacido en Lima, en 1972, Juan José Cavero estudió Letras en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado, para los lectores adultos, las novelas En la ruta de los hombres silentes (Premio Copé de Oro en la V Bienal de Novela), Soplo inocente y Cazador de momentos.
Conversamos con Cavero sobre El océano interior:
Esta es la primera obra narrativa que has escrito para un público infantil. ¿Cuál ha sido el mayor reto para encontrar un lenguaje, un tema, una voz que se acerquen a este público?
Más allá de si el libro está dirigido al público infantil, pienso que toda obra debe ser leída por cualquier tipo de público. El océano interior puede ser apreciada por cualquier lector, sea juvenil o adulto, pues el protagonista es un adolescente de doce años que se enrola en un barco ballenero. El reto de la novela es introducirse en esa mentalidad adolescente del protagonista, que tiene amplia experiencia marinera, pero cuya curiosidad lo lleva a vivir la aventura de su vida y a regresar con la idea de que esa es la vida que quiere llevar.
El océano interior se enmarca dentro del molde de la narrativa de aventuras, no solo porque un personaje joven emprende un viaje, sino por las pruebas que enfrenta para alcanzar su madurez, el mar, la búsqueda. ¿Por qué retomar este molde narrativo en un contexto actual?
En realidad el texto se presta para varias interpretaciones y de eso se da cuenta el escritor cuando recién llega a concluir la novela. Podría decirse que es una novela de aventuras, pero también una alegoría a la vida como un océano vasto, inmenso, que nos pone a prueba en determinadas ocasiones, es un espacio donde surge la amistad en un ambiente hostil como es un barco ballenero, que en realidad alberga gente de determinadas nacionalidades y culturas, y dentro del cual deben convivir en relativa armonía.
¿Cómo nace la idea de esta novela? ¿Cuáles son sus referentes históricos?
En realidad, nace luego de ganar el Premio Copé 2015 con una novela de ficción histórica titulada En la ruta de los hombres silentes, con un tema novedoso, como es la inmigración de culíes desde mediados del siglo XIX al Perú. Con esa acumulación de conocimientos sobre la época, llámese bagaje, emprendí otra novela sobre Ricardo Palma, quien también, además de su labor como literato, fue en su juventud oficial de la armada, e hice la comparación con otro marino y héroe peruano por excelencia, como es Miguel Grau, y empecé a comparar la vida de ambos personajes. Ricardo Palma se enrola como oficial político de la armada peruana a los diecinueve años, mientras que Miguel Grau lo hace a los nueve años en una goleta llamada Tescua, al mando del capitán Herrera, amigo de su padre Juan Manuel. Desde ahí emprendí una búsqueda hasta dar con el dato de que este marino se enrola en un barco ballenero de nombre Oregon, a la edad de doce años. Estamos hablando del año 1846, época en la que el comercio del aceite de ballena era un negocio a escala mundial y en la que los balleneros recorrían distancias enormes desde puertos ubicados en el Atlántico para cazar a esas bestias de donde obtenían el preciado aceite, además del escaso ámbar gris. Entonces me dije: “Ah, acá hay una historia, y el protagonista es un adolescente de doce años que se enrola en el ballenero, en el puerto de Paita, ubicado al norte del Perú, que lo lleva a navegar por el vasto océano Pacífico y las diferentes islas que alberga”.
El título de esta obra sugiere una exploración más bien psíquica o emocional, el personaje crece, se hace adulto en la medida que enfrenta lo desconocido. ¿Qué elementos de ese viaje metafórico están presentes en tu obra?
El título El océano interior es algo lírico y da a entender un viaje por el interior emocional del protagonista. Algo de eso tiene, porque el personaje, quizás por un arranque de ira o emoción descontrolada se enrola en el ballenero y, dado que los viajes en esos navíos son larguísimos, vive la aventura de su vida y hace amistad con personajes singulares y extraños.
La figura de lo monstruoso, encarnada en la mítica ballena blanca adquiere en tu novela un perfil sobrecogedor, en cierta forma hay un enfrentamiento que fascina y asusta al mismo tiempo. ¿Por qué esta escena y la relación con el mítico Leviatán?
Asumo que hay un rasgo particular en las obras que hago, y es introducir el elemento onírico en los personajes. El personaje sueña, y esos sueños son idealizaciones o quizás exaltaciones o exageraciones que hace el subconsciente y que nos darán una idea de los miedos y deseos del protagonista. Él en un primer momento no sabe qué forma tiene el Leviatán, y lo imagina como un pulpo o calamar gigante. Luego de que Salim, otro de los personajes, le cuente la historia de lo sucedido en el navío ballenero Essex, hecho histórico, por cierto, quedará deslumbrado, pero también atemorizado ante esa imagen de la bestia que estará presente en sus sueños y que llegará a enfrentar en los últimos capítulos de la novela.
Cuéntanos un poco acerca de tu proceso de escritura, cómo surge y cómo se desarrolla esta obra en tu escritorio.
Bueno, desde la época escolar tuve una fascinación con los hechos históricos. En los textos de historia pude apreciar algunas imágenes que me turbaron también, y que rondaban por mi mente muchos años después, como la foto del culí engrilletado y de ropas miserables y raídas, mientras sostenía unos recipientes, baldes de metal, y al fondo una ruma enorme de cañas, que representaba el trabajo en el ingenio azucarero. Así que ahí había una historia: de dónde había llegado el personaje, qué había dejado, qué conocimientos traía desde sus lejanas tierras, cómo era su forma de vida, y la de la época, entre otros aspectos.
En cuanto al proceso de escritura, esbozo, la mayoría de las veces, un esqueleto, una armazón de la historia que voy a contar, con un final optativo. A veces ese final es reemplazado, pero lo mágico del proceso es que al final son los personajes los que hacen la historia. A veces hay que ponerles un “estate quieto” a los protagonistas porque tienden a desbordarse. Escribo todos los días, un promedio de 500 a 2000 palabras, y avanzo a la vez dos o tres historias, así cuando me bloqueo en una, sigo con otra o empiezo una más. Así con el transcurrir de los días y meses, y sin que me lo proponga, tengo avanzado varios textos que voy corrigiendo de a poco.
¿Cuál es tu concepto de infancia? ¿Cómo te imaginas que es el lector de tu libro?
El concepto de la infancia es un tanto ambiguo. En el siglo XIX ,por lo que pude investigar, no se hacía una mayor diferencia entre un chico de 9 o 10 años y un adulto, por lo que se enrolaban desde temprana edad en los navíos, fueran mercantes o balleneros. El lector, chiquillo del siglo XXI, en la comodidad de su casa o escuela, podrá apreciar la singularidad de esa vida ballenera, hoy ya desaparecida, por el auge del petróleo.
Frente a una literatura comercial de sagas, frente a un abanico literario amplio y complejo que tienen a disposición los jóvenes contemporáneos, ¿qué valor tiene la narrativa de molde más tradicional y latinoamericana en la formación lectora?
Más allá de las modas imperantes, sean sagas, historias de magos o de personajes de ciencia ficción o de mundos distópicos o realidades alternas, lo importante es hacer una historia sólida que funcione y que lleve al lector a descubrir el mundo interior del personaje, así como a quedar fascinado con las aventuras que le toque descubrir. Por otra parte, en el ámbito de la ficción histórica al que me estoy acercando hay muchísimas historias para ser contadas.