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Acerca de Fundación Cuatrogatos

Fundación Cuatrogatos es una organización sin fines de lucro, creada por los escritores Sergio Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez en Miami, Estados Unidos, para trabajar a favor de la cultura y la educación, con énfasis en los niños y jóvenes. Fundación Cuatrogatos concibe y realiza proyectos que, a través de la literatura, el arte y las distintas formas del conocimiento, desarrollan las capacidades creativas, críticas y cívicas de la comunidad hispanohablante de Miami.

Seminario de Literatura Infantil de Medellín: ¿quién dijo que 20 años es nada?


En Colombia, el Seminario de Literatura Infantil de Medellín celebró su vigésimo aniversario con la publicación de la antología Memorias Seminario de Literatura Infantil y Juvenil 1988-2011, en la que se reúnen algunas de las conferencias más significativas presentadas en sus sesiones.

En un recuento sobre la trayectoria del evento que precede a las ponencias, Luis Bernardo Yepes escribe: “Año tras año, el gran público que ha asistido al Seminario de Literatura Infantil ha demostrado la importancia y la necesidad de este espacio académico, convirtiéndolo en uno de los eventos de promoción de lectura más importantes del país y el evento con mayor trayectoria en este campo”. Actualmente el seminario, que se realiza en septiembre durante la Fiesta del Libro, forma parte de las acciones del Plan Municipal de Lectura Medellín, una ciudad para leer y escribir.

La selección fue realizada por la bibliotecóloga Gloria María Rodríguez y da cabida, entre otros, a trabajos como La otra lectura, de Fanuel Díaz (Venezuela), presentado en el seminario de 1992; Brrrr… ¡Quién dijo miedo!, de Yolanda Reyes (Colombia), presentado en 1994; La familia en la literatura infantil y juvenil contemporánea: una aproximación, de Antonio Orlando Rodríguez (Cuba), en 1995; En torno a la poesía, los niños y la escuela, de Sergio Andricaín (Cuba), en 1996; Quién es quién en la literatura infantil colombiana contemporánea, de Beatriz Helena Robledo (Colombia), en 1996; El lugar de la lectura o acerca de las ventajas de ser desobediente, de Graciela Montes (Argentina), en 1997; La lectura entre el humor y la censura, de Francisco Hinojosa (México), en 1997; Del rock a la novela de aventuras: la literatura juvenil y sus múltiples posibilidades, de María Elena Maggi (Venezuela), en 1998; Entre letras y mamarrachos: diario de trabajo, de Triunfo Arciniegas (Colombia), en 2002; Formar niños lectores, de Geneviève Patte (Francia), en 2004; Los cuentos que asustan, de Evelio José Rosero (Colombia), en 2005; Escribir para niños: un espejo interior, de Marina Colasanti (Brasil), en 2009, y La literatura infantil y juvenil en América Latina, de Manuel Peña Muñoz (Chile), en 2011.

Como señala Alonso Salazar Jaramillo, alcalde de Medellín, en la introducción de esta recopilación, el Seminario de Literatura Infantil de Medellín es “un proyecto cuyas calidades académicas y humanas ayudaron a marcar el derrotero para la construcción de una política pública de lectura y escritura, cuando otros solamente hablaban el mezquino lenguaje de las armas”.

¡Hola!, que me lleva la ola: "peninsular classics and newer American favorites"

Reseña del libro ¡Hola!, que me lleva la ola, de Sergio Andricaín, difundida por Publishers Weekly en Estados Unidos. Esta antología poética, con ilustraciones de Ana María Londoño, fue publicada por Alfaguara en Colombia, dentro de la exitosa colección Nidos para la lectura que dirige Yolanda Reyes.

Hola!, Que Me Lleva la Ola: Rimas, Juegos y Versos
Sergio Andricain / Editor
Ana Maria Londono / Illustrator
Alfaguara Infantil $14.95 (87p)
ISBN 978-958-704-527-7

Andricaín brings together peninsular classics and newer American favorites in this newly available collection of poems, riddles, and rhymes. Ratón Pérez rubs elbows (or perhaps whiskers) with García Lorca and Lope de Vega in a volume that hints at the breadth and wealth of the poetic tradition in the Spanish-speaking world. The sweet pen outline and watercolor illustrations scattered throughout serve to provide a visual focus while allowing the words to feed readers’ imaginations. The end of the book offers brief bios of the authors included. A wonderful way to bring beautiful (and playful) classic voices to the next generation of poetry lovers, and a welcomed offering to children’s Spanish language literature. Recommended for school and public libraries, as well as bookstores.

Reviewed by Anat Shenker, Univ. of California.

Acabado de "salir del horno": Las trenzas de Fiorella, de Antonio Orlando Rodríguez

 Panamericana Editorial, en Colombia, acaba de publicar dentro de su colección OA Infantil el cuento Las trenzas de Fiorella, del cubano Antonio Orlando Rodríguez, con ilustraciones de su compatriota Enrique Martínez. El escritor y el ilustrador –radicados en Estados Unidos y en México, respectivamente– habían colaborado anteriormente en los libros Los caminantes-camina-caminos (La Habana: Gente Nueva, 1992) y Cuento del sinsonte olvidadizo (México DF: Ediciones El Naranjo, 2010).

Sobre Las trenzas de Fiorella adelanta la nota de contracubierta: “Fiorella es una niña como otra cualquiera, pero un día sus trenzas les dan a todos una inesperada sorpresa. Una historia donde se unen el humor, la poesía y la imaginación”. Aquí, dos ilustraciones de la obra:

Entrevista con el escritor mexicano Francisco Hinojosa

Por Diajanida Hernández G., tomado de El Nacional, Caracas, Venezuela

Francisco Hinojosa (Ciudad de México, 1954) es cuentista, poeta, dramaturgo, ensayista y editor. Su obra ha sido traducida al inglés, al portugués y al japonés. Es autor de los libros de cuentos Informe negro (1987), Memorias segadas de un hombre en el fondo bueno y otros cuentos (1995), Cuentos héticos (1996); de las crónicas de viaje Un taxi en L.A. (1995) y Mexican Chicago (1999); y de Tres poemas (1998). Además ha publicado alrededor de veinte libros infantiles.

Hinojosa tiene una trayectoria de más de treinta años como autor de obras dirigidas al público infantil y juvenil. Es el escritor infantil más leído de México; su libro La peor señora del mundo (1992) es un clásico de la literatura para niños y por muchos años ha sido uno de los títulos consentidos del Fondo de Cultura Económica. Las historias de Hinojosa son un juego de humor, fantasía, diversión y risa que han calado en varias generaciones de lectores.

Trabajas con unos lectores particulares: los niños y los jóvenes, ¿podrías describir cómo son esos lectores?

Yo los dividiría en realidad en tres. La edad preescolar, para quien se necesita un escritor muy específico, y quizás no sea yo a pesar de que tengo un par de libros dirigidos a ese lector; después el grueso que son los niños y el joven. En el primer caso te decía que tengo un par de libros, cuando me enfrento con ellos, voy a las escuelas con mucha frecuencia, siempre me cuesta más trabajo mantener la atención, encontrar los verdaderos motivos que disfrutan con un texto; después con los niños se me han dado muy bien; y los jóvenes a quienes no había atendido hasta que finalmente me encontré con dos cuentos que había escrito para adultos que funcionan muy bien con el público juvenil, uno se llama “Los pinches chamacos” y otro se llama “Informe negro”, ese informe negro lo escribí hace treinta y tantos años y la editorial Alfaguara le vio cara de cómic, lo transformó en un cómic.

Has dicho que los niños son lectores más exigentes que los adultos, que si no los atrapa la historia, si no les interesa, la dejan porque hay cosas más importantes que hacer. Entonces, ¿cómo atrapar a ese lector?
Creo que los recursos que tiene la literatura para conquistar, digamos, a un lector niño, que está entre los 6 y los 12 años, son varios: en primer lugar creo que el humor es un punto importante; el juego es otro punto muy importante; encontrar una entrada que atrape al lector, no empezar muy tarde, los niños de hoy necesitan empezar cuanto antes, la literatura del siglo pasado siempre comenzaba con descripciones del paisaje y de pronto empezaba el cuento, y ahora no, los niños necesitan que diga: “en cuanto abrió la puerta ahí estaba el cadáver”, entrar de lleno a la historia; la exageración creo que es otro punto que es importante; el no confundir el cuento, la literatura con otras cosas con las que normalmente se le quiere confundir: la promoción de los valores, la enseñanza, eso lo huelen y saben por donde va. Creo que estos son los principales puntos.

Ahora que hablabas del lector de hoy, podríamos decir que tú has formado generaciones, ¿sientes que tu lector ha cambiado? ¿Has tenido que modificar alguna cosa?

No, fíjate que no, al contrario, gracias a que no me he modificado es que he llegado a otros lectores. Como tú lo decías, ya han pasado algunas generaciones, y me he topado con adultos que escriben o que estudian una carrera afín a las Letras porque empezaron a leer con libros que yo escribí, me lo han dicho, y que han visto que no se quedaron ahí, sino que tienen de mi parte otro tipo de literatura que pueden consumir.

¿Crees que la tecnología le ha restado espacio a la literatura infantil?

Creo que a pesar de eso se sigue leyendo y se sigue escribiendo. La tecnología ha ayudado a que se escriba mucho, ahora todo el mundo está con celulares escribiendo mensajes, correos, el Twitter, todas las redes sociales que están muy en boga, y para escribir es necesario leer, creo que también se está leyendo bastante más, están los libros electrónicos. Ahora, junto a esto ¿qué ha sucedido en la literatura infantil? El libro que más ventas ha tenido, contra todo lo que se podía esperar en el mundo editorial, ha sido Harry Potter, sin duda, durante meses se publicaba, se contaba en los primeros lugares de ventas y es un libro en el que no existe la tecnología.

Hoy en día la tecnología ya no sorprende; yo saco un artefacto, un anillo, y digo: “voy a ver un juego de fútbol, permíteme un segundo”, lo único que vas a decir es: “dónde compro ese anillo”, no te vas a sorprender, eso ya no nos sorprende, y el éxito de Harry Potter nos está mostrando que hay una especie como de nostalgia, de admiración, de lo fantástico, de la magia.

Esta última generación que ha crecido con tantas posibilidades… Y de pronto quisieran como volver a eso, volver hacia esas épocas en las que existía el asombro, una nostalgia del asombro. Y esa nostalgia del asombro está conviviendo con la tecnología.

¿Crees que el cómic hoy juegue un papel importante en la promoción de la lectura, que debe ser incluido en los programas de educación?

Sí, yo creo que sí, y se está haciendo. Acabo de terminar una serie de antologías para primaria, y lo voy hacer también para secundaria, y en todas me encargué que estuvieran historias gráficas, el cómic, las historietas, como una manera distinta de leer, no sólo vamos a leer cuentos o poemas o leyendas, no, hay muchas maneras de leer y una de ellas puede ser la historia gráfica.

La ilustración es un aspecto fundamental dentro de la literatura infantil. Una mala ilustración puede estropear, digamos, una buena historia. Has hablado de la necesidad de que la literatura infantil se nutra de las artes plásticas. Sí se une mucho, los álbumes para niños son comunes, mientras más pequeño es el lector más cantidad de ilustración requiere y entre más vaya creciendo va desapareciendo, pero creo que es un muy buen complemento y que también nos puede ayudar a tener idea más completa, hay imágenes que están para ser leídas mucho más allá de lo que estamos viendo, está contando muchas otras cosas.

Tu relación con El Fisgón ya es una llave probada, ¿qué tiene El Fisgón que se convirtió en el complemento justo para tus historias?

Fue una coincidencia, nos unieron en el primer libro que publicamos y desde entonces se han sucedido unos trece, catorce o quince libros, no recuerdo cuántos, a tal grado que no necesito ver nunca las ilustraciones antes, siempre sé que van a ser la mejor traducción de lo que escribo. Y en otro sentido tenemos también como una competencia en lo que tiene que ver con el humor, con una idea de la política -El Fisgón es un caricaturista político importante en México-, a tal grado que cuando escribo mis cuentos ya los escribo imaginando que están dibujados por El Fisgón, ya les veo la cara como si ya estuvieran dibujados por él.

En tus historias hay un propósito de convertir sentimientos llamémoslos negativos (odio, miedo, rabia) en algo más bien constructivo (humor, risa fantasía).

Sale de una manera natural, creo que es el estilo porque eso se ve no sólo en lo que escribo para niños sino en lo que escribo para adultos, en donde la violencia y la muerte son los principales temas y el arma, la defensa, el escudo que detentan son el humor y el juego, el humor negro en el caso de los adultos.

La peor señora del mundo cambió el paradigma del tema y del tratamiento del personaje en la literatura infantil, ya es un clásico. ¿Sientes que hoy hay que seguir modificando los paradigmas y los temas?

La realidad en la que vivimos pone temas sobre la mesa: violencia, diversidad sexual, la xenofobia, el divorcio, el cambio del modelo de la familia, ¿la literatura infantil debe abordar esos temas? Claro, estoy convencidísimo de que sí. Antes se pensaba que había temas prohibidos para tratar con la literatura infantil. Hoy debemos tratar la diversidad sexual, el secuestro. Por qué no decirlo, el problema no es el tema es cómo decirlo.

Fui invitado por una editorial norteamericana para escribir un cuento para niños y había treinta y cuatro temas prohibidos: la xenofobia, las guerras, las drogas, al final, eran los temas conocidos, y las casas con piscinas, no sé por qué, un absurdo, y hoy creo que eso todavía sigue existiendo, esa prohibición para ciertos sistemas educativos, especialmente, por ejemplo, el norteamericano, que no permite que haya ciertos tópicos en la literatura si quieres que entre en el sistema educativo.

¿Cómo describirías la poética de tus libros infantiles y juveniles?

Creo que lo que más los podría unir es el juego. El juego como tema, por una parte, y el juego como interacción con el lector y eso a través del humor, el absurdo y otras cuestiones.

Siempre estoy tratando de proponer un juego, un juego de palabras, un juego de temas. Eso creo que los definiría más que nada.

Duendecito Tomás, canciones para niños desde Colombia

 Acaba de editarse en Medellín, Colombia, el cedé de canciones infantiles Duendecito Tomás, del compositor Juan Felipe Restrepo. Se trata de once canciones interpretadas por Luis Fernanda Cardona y acompañadas a la guitarra por Restrepo. “Estas son las canciones de Tomás, las que sus papás le hemos cantado en sus primeros años para acompañar sus juegos y arrullar sus sueños, canciones que le cantan a la ternura, a la esperanza (a pesar de todo), a los sueños (unos que se alcanzan, otros que se escapan) y a las preguntas que solo la vida puede contestar, canciones que ahora queremos compartir con otros duendecitos y con otras familias”, dice la nota que acompaña al álbum.

Incluye los temas “Ya escucho los pájaros cantar”, “Un duende está durmiendo”, “Cachito de luna”, “Currucutú”, “Duerme, niño duerme”, “Puesta de sol”, “La luna está en el cielo”, “Buenos días, día” y “Despierta, rayito de sol”, con letra y música de Juan Felipe Restrepo. También, dos poemas del autor Antonio Orlando Rodríguez –”Unos y otros” y “Cantar de caminantes”, del libro El rock de la momia y otros versos diversos– musicalizados por el compositor colombiano.

Un excelente disco, que les recomendamos por su calidad musical y poética, su sencillez y su buen gusto. Para obtener mayor información, escribir a juanfelipemesa@gmail.com.

Comentario sobre El rey de las octavas, de Emma Romeu

Un personaje singular

Un libro para niños recrea una etapa de la vida del célebre violinista cubano Claudio José Domingo Brindis de Salas

Por Carlos Espinosa Domínguez, Misisipi. Tomado de Cubaencuentro.

Hace pocos días se cumplió el centenario de la muerte de Claudio José Domingo Brindis de Salas Garrido (La Habana, agosto 4 1852-Buenos Aires, junio 2 1911), el célebre violinista cubano. Aplaudido y reconocido en su tiempo como un excelente instrumentista, fue bautizado por un temido crítico alemán como “el rey de las octavas”. Y otro, de Francia, expresó que el violín había sido creado para él. Asimismo en La música en Cuba, Alejo Carpentier, a pesar de que confiesa que se hizo el propósito de no recargar su libro con las figuras de concertistas e intérpretes, reconoce que no puede hacer menos que consagrar “unas líneas a un personaje singular, que constituye un caso sin precedentes en la historia musical del Continente”. Lo califica de “virtuoso excepcional”, aunque admite que sus programas no revelan un gran rigor de criterio en cuanto al repertorio. Sobre ese punto, no obstante, apunta que no se le puede culpar demasiado por haber sido víctima de uno de los males de su época. Y afirma: “Los programas de más de un dios de aquellos días no eran mejores que los suyos. En fin de cuentas, no había usurpado su título de ‘Paganini cubano’”.

Esta significativa efeméride proporciona la oportunidad idónea para comentar un libro que, a pesar de que no es exactamente una novedad, lo amerita. Se trata de El rey de las octavas (Lectorum Publications Inc., Nueva York, 2007), escrito por Emma Romeu e ilustrado por Enrique S. Moreiro. Concebido para el público lector adolescente, propone un acercamiento a la figura del violinista cubano. No pretende ser una biografía, aunque abarca varios años de su vida. Al inicio, la autora dedica su obra “a todos los niños que defienden sus sueños”. Y en ese sentido, El rey de las octavas ilustra la firme voluntad de Brindis de Salas para sacar adelante su vocación musical.

En ese libro, el protagonismo corresponde, como es natural, al músico habanero. No era, sin embargo, la primera vez que el personaje aparecía en la obra narrativa de Emma Romeu. Entre los numerosos títulos de literatura para niños publicados hasta ahora por ella, está la exitosa serie de novelas de Aventuras de Gregorio, de la cual se han vendido ya 100 mil ejemplares y que está integrada por Gregorio y el mar (1996), Gregorio vuelve a México (1998), Gregorio y el pirata (1999), A Mississippi por el mar (1999) y Naufragio en las Filipinas (2000). En el primero de esos libros, un muchacho español amistoso y listo se embarca como grumete en un barco en las Islas Canarias y sale a recorrer los mares del mundo. La travesía lo lleva a La Habana y lo hace vivir diversas situaciones. Entre ellas, se halla la de tener que resolver el robo del violín Stradivarius perteneciente al violinista negro que viaja en el barco. Se trata de Brindis de Salas. La novela concluye con un desenlace feliz, que reúne a Gregorio y sus amigos con el Paganini negro. “Cuando todos se hubieron tranquilizado, el violinista invitó a los niños a una gran comida de arroz congrí, lechón asado y plátanos a puñetazos”. Luego, al despedirse, Brindis de Salas se acercó a Gregorio y le dejó como regalo las cuatro clavijas talladas de su Stradivarius.

El rey de las octavas se inicia cuando Brindis de Salas es un adolescente. Es el día de su primera clase, pero no como alumno sino como profesor. “Desde pequeño, apunta la autora, tocaba muy bien el violín. Su padre le había enseñado y ahora que tenía cumplidos los doce años ya había compuesto varias contradanzas. Una de las piezas musicales se la dedicó a una jovencita de pelo rizo y boca pulposa, igual que él, a quien conoció cuando atravesaba el mercado camino a los ensayos. Sin embargo, nunca pudo interpretar aquella música para que ella la escuchara, porque sus dueños se la llevaron a la casona colonial del ingenio azucarero como lavandera. La chica era una esclava”.

En la clase que va a empezar a dar, tendrá como alumna a una niña de bucles rubios, hija de un vizconde. La madre ha decidido que, como cuando empieza la zafra su esposo pasa más tiempo ocupándose del ingenio, ella podrá ocuparse de que, de lunes a viernes, la hija practique el violín. Pero el regreso anticipado del vizconde da al traste con sus planes: por voluntad de él, la niña tendrá otro profesor. Secretamente, ella le hace llegar una carta a Brindis de Salas, donde le cuenta: “Mi madre trató de convencer a mi padre para que permitiera tus clases, pero él siempre le respondió lo mismo: que una niña de mi color no puede tener un maestro del tuyo. ¡Qué rarezas de la gente mayor! Como si la música tuviera color”.

En pocas páginas, Emma Romeu cuenta cómo Brindis de Salas logró materializar su sueño de estudiar en el Conservatorio de París. El día que pasó el examen de admisión, entre el público se hallaba una jovencita rubia que iba acompañada por su prometido. Cuando él terminó de tocar, la muchacha le lanzó una flor y le gritó en español: ¡Viva Claudio! Era la vizcondesita, su antigua alumna, quien después de que su padre murió pasó a vivir en París con su madre. Su novio era bailarín y ahora ella estudia danza. “Claudio se despidió de ellos con verdaderas muestras de simpatía. Tal vez volverían a encontrarse algún día en los grandes escenarios”.

Es obvio que El rey de las octavas está animado por un propósito didáctico, dar a conocer al público lector al cual se dirige la figura de Brindis de Salas. Ese objetivo la autora lo cumple sin desembocar en el didactismo, ni incurrir en el error de convertir la literatura en una extensión del colegio. Asimismo es un acierto el haber limitado la narración a una etapa específica de la vida del violinista cubano. Eso además dio a Romeu la posibilidad de incorporar la ficción, a partir de una anécdota que si bien no es real, bien pudo haber ocurrido. El libro se lee así como un cuento, pues posee la necesaria dosis de amenidad para captar la atención de los adolescentes.

El escolar perezoso, un poema de Jacques Prévert

El escolar perezoso

Dice no con la cabeza
pero dice sí con el corazón
dice sí a lo que quiere
dice no al profesor
está de pie
lo interrogan
le plantean todos los problemas
de pronto estalla en carcajadas
y borra todo
los números y las palabras
los datos y los nombres
las frases y las trampas
y sin cuidarse de la furia del maestro
ni de los gritos de los niños prodigios
con tizas de todos los colores
sobre el pizarrón del infortunio
dibuja el rostro de la felicidad.

De Paroles (1946)
Versión de Aldo Pellegrini

Marina Colasanti y sus historias para almas viajeras

Por Antonio Orlando Rodríguez
Tomado de Artes y letras, suplemento de El Nuevo Herald, Miami.

Lograr un estilo inconfundible es el deseo confeso o escondido de no pocos narradores. Desde su primera colección de cuentos, Una idea toda azul, publicada en 1979, la brasileña, Marina Colasanti, consiguió materializarlo. En títulos posteriores, como Entre la espada y la rosa o Lejos como mi querer, por apenas mencionar dos de los más relevantes, su manera de contar consolidó un sello propio, una certera suma de economía verbal, levedad, transparencia y riqueza de significados que conforman lo que podríamos llamar “el estilo Colasanti”.

Autora de una amplia bibliografía que abarca narrativa, poesía, ensayo y periodismo, Colasanti ha incursionado con particular acierto en el cuento de hadas o maravilloso, un antiguo género que ha logrado reinventar, rescatando sus esencias y fórmulas arquetípicas -con todo su caudal de connotaciones psicológicas y sociales- y enriqueciéndolo con sorprendentes paisajes, personajes y conflictos que apuntan a un ambicioso propósito de contemporaneidad.

Su más reciente obra publicada en español, Veintitrés historias de un viajero (Norma: Bogotá, 2010), testimonia la madurez creativa de la excepcional fabuladora que es Marina Colasanti. Insertada en el mercado editorial como una colección de cuentos para lectores juveniles, en realidad se trata de textos de los que ningún adulto amante de la gran literatura debería privarse. La estructura del libro utiliza un sugestivo cuento-marco para dar cabida a un conjunto de historias de muy variada naturaleza, dramáticas unas, humorísticas otras, poéticas y pródigas en símbolos y connotaciones todas. Un viajero –“un hombre para quien el mundo es un abanico abierto”, pero también una representación del destino- llega a las puertas del pequeño reino, rodeado de altas murallas, de un joven príncipe presa del miedo. A través de los relatos que le va entregando el forastero en el transcurso de un viaje iniciático, el gobernante recibe noticias de un mundo desconocido y la necesidad de recorrer otros caminos, más allá de las fronteras de su territorio, se va abriendo paso, de forma liberadora, en él. Como suele suceder en la mayoría de los cuentos de esta autora, tiempo y espacio resultan difíciles de precisar. Digamos que sus tramas se desarrollan en una edad mítica, en una suerte de “tiempo más allá del tiempo” enraizado en las honduras del inconsciente.

En un conjunto de relatos de tan sostenida calidad formal, destacar uno implica un ejercicio más cercano al gusto personal que a la estricta valoración crítica. Puesto a elegir, me inclino por el primero de los que refiere el viajero al príncipe: “La muerte y el rey”, sin duda un clásico dentro de la narrativa de Colasanti por su carga metafórica y su reflexión -sobrecogedora y sutilmente irónica- sobre la naturaleza ineludible de la muerte. Sin embargo, sería injusto no resaltar otras ficciones que perduran en el recuerdo una vez concluida su lectura, como “Quien me dio fue la mañana” y “Charco de sangre en campo de nieve”, ejemplos paradigmáticos de la habilidad de la escritora para rematar sus historias fantásticas con desenlaces tan líricos como inesperados; “Al abrigo de un turbante”, un cuento de ambiente oriental y refinado humorismo; “Con certeza tengo amor”, “De su corazón partido” y “De mucho buscar”, textos que, desde disímiles perspectivas, retoman uno de los temas favoritos de Colasanti: el triunfo del sentimiento amoroso pese a obstáculos de toda índole, o “En el camino inexistente”, una breve e inquietante fábula sobre dos peregrinos, un padre ciego y una hija muda, que confunden desierto y mar, olas y dunas.

La narración como viaje, las guerras entre reinos, el amor como fuente de vida, el elogio de la belleza y la sagacidad femeninas, las metamorfosis de seres humanos en animales, la crueldad vencida por la inocencia, las paradojas del destino y la necesidad de hallar respuestas para las preguntas fundamentales el hombre (“¿No será la vida de todos nosotros la búsqueda de un tesoro, el raro tesoro de la felicidad?”) son algunos de los eternos motivos de los cuentos populares que reaparecen, asombrosamente lozanos y universales, en estas páginas.

Nacida en 1937 en Asmara, Eritrea, de padres italianos, Colasanti vivió en Trípoli y deambuló con su familia por distintas ciudades de Italia antes de emigrar a Brasil a los 11 años de edad. Este admirable libro, deudor de las raíces y los paisajes de su infancia viajera, de una experiencia vital marcada por la pertenencia y el extrañamiento, nos conduce directamente al corazón del universo mágico de Marina Colasanti, una escritora fascinante, poderosa e insustituible.

Pablo Cano, el hacedor de marionetas

 Por Adriana Herrera, tomado del suplemento dominical Artes y letras, del periódico El Nuevo Herald, Miami.

Hace una década, Pablo Cano (La Habana, 1961) hizo en el Museum of Contemporary Art (MOCA), Once Upon an Island, una función de marionetas que narraba la malograda historia de amor entre el Príncipe Miami y la princesa Habana. Desde entonces, Bonnie Clearwater, la directora del museo, se involucró con ese camino propio que Cano había proseguido con su proyecto de graduación del Queens College de Nueva York en 1985. Como escribe en el libro Pablo Cano. Full Circle, “en una época en que el arte conceptual dominaba el mundo del arte, Cano siguió su corazón y su pasión buscando tesoros en la basura y trayendo así a la existencia inolvidables caracteres”.

Ciertamente Cano tuvo el respaldo del crítico e historiador de arte Robert Pincus-Witten; pero su relación con las marionetas no depende de la validación de la crítica o de las tendencias dominantes. Cano ama ser el hacedor de universos que contienen esos personajes surgidos de sus manos que pueden sorprenderlo cuando cobran vida y expresan en el escenario sus propias búsquedas existenciales o, como ocurre en The Seven Wonders of the World, actualmente en el MOCA, su percepción del presente.

El niño que a los seis años comenzó a imitar los dibujos que su madre hacía del paraíso perdido de la isla de origen, descubrió a los 18 la obra de Alexandra Exter, cercana a las cooperativas de artesanos y cofundadora del taller de producción Kiev. Como ella, que se involucró en el diseño de escenografías y de vestuarios, Cano, quien ya había descubierto el extraño poder de los juguetes –fabricados para sus sobrinos- de encarnar la vida; hizo escenografía y utensilios para el Nutcracker comisionado por el Ballet Concerto Company. Esa experiencia de construir un mundo que se anima al subir los telones fue definitiva para iniciar su teatro de marionetas, cada vez más poblado.

Su modo de producción involucra -como en los talleres medievales- a familia y amigos, y evoca a George Sand que confeccionaba los vestidos de las marionetas que su hijo Maurice esculpía para su teatro de marionetas en el castillo de Nohant. Esta década de apoyo del MOCA le ha permitido una expansión y la mayor flexibilidad de sus marionetas gracias a la incorporación de la danza en sus performances, con la crucial colaboración de la coreógrafa Katherine Kramer y sus bailarines.

Cano combina lo sublime y lo humorístico. La continua presencia de objetos trascendentales como los altares -en la actual obra el bellísimo personaje, La Madonna del DNA, se presenta sobre uno-; se balancea con el uso de los materiales de desecho en cada escultura figurativa: papeles de cajetillas de cigarrillos, empaques de todo género, pedazos de muebles. Evoca la influencia de Duchamp en esa visión del mundo como un depósito de objetos que funcionan como ready mades. Y, como la pareja que conformaron Sophie Taebuer y Jean Arp, rompe la división entre artes finas y aplicadas, creando obras fabricadas con objetos ordinarios y usando el collage. Sus marionetas revelan su origen de detritus y por eso maravillan tanto.

La obra en escena, como dijo un espectador, “tiene la cualidad de la familiaridad: hace de la figura de Barack Obama, ‘el vecino de la puerta del lado’ ”. Lo convierte en un presidente-presentador que “en una atmósfera de musical de Broadway transmite el optimismo de una era”. Y si bien su figura se exalta -apartándose de la mordacidad frente al poder de los títeres-esperpentos de Valle-Inclán- también recuerda que el tiempo del gobierno corre: el cuerpo de Obama está construido con un reloj.

 El guión, escrito por Carmen Peláez, celebra desde los mínimos inventos -el cepillo de dientes, o los ganchos de pelo que se convierten en Fred Astaire y Ginger Rogers, y el teléfono celular que encarna un sapo plateado-; hasta los sofisticados desarrollos, como los avances genéticos, vueltos personajes en la celestial Madonna del DNA que contrasta cómicamente con los payasos clones. También se agradecen las redes virtuales personificadas en tres “chismosas”: Googleina, Face Booka y Amazona. Festejan la libertad de expresión que rebasa las posibilidades de control estatal.

De hecho, puede verse una ironía en la conversión de la Strategic American Defense Initiative en la Bailarina Satélite, Sadi, que danza con Rudi Goblen en una magnífica escena. En el trasfondo de los cohetes fabricados con tarros de café y galletas, el vocalista Jeni Fleming interpela el poder destructor de las bombas. Y no hay que olvidar que el narrador de quien brota toda esta historia de exaltación de las maravillas del mundo contemporáneo, es un homeless que, en su carruaje de supermercado, trae el universo entero de la obra, inspirada en la sensación de esperanza que rodeó a las últimas elecciones.

De allí sale la alfombra roja en donde caminan el presidente-presentador y el Louis Armstrong que entona, al final, “What a Wonderful World”.

Los niños aplauden sin dudar de la vida que han cobrado lámparas, ganchos, y toda una parafernalia de objetos encontrados. Y, mientras, Clearwater recuerda que otros artistas como Dan Graham, Wiliam Kentridge, Paul McCarhty y Anne Chu han incorporado las marionetas, Pablo Cano inscribe el espíritu de su obra posmoderna en el arte folclórico americano.•

La exposición The Seven Wonders of the Modern World, de Pablo Cano, puede visitarse hasta el 29 de mayo en el Museum of Contemporary Art (MOCA) de Miami. El día del cierre el artista ofrecerá performances con sus marionetas a las 2:00 y a las 4:00 p.m. La exhibición cuentas con el patrocinio de la Jim Henson Foundation, de laKatzman Family Foundation y de Dr. Shulamit y Chaim Katzman.

Bertolt Brecht: una defensa del deleite

 “Desde siempre, la función esencial del teatro, como la del resto de las artes, ha sido entretener a la gente. Esto es lo que le confiere su particular dignidad: no necesita otra legitimación que el placer mismo, el simple placer incondicional. De ningún modo cabría elevarlo a un plano más alto, por ejemplo, convirtiéndolo en un mercado de moral; en tal caso, habría antes que atender a que no se lo rebajara, lo que ocurriría inmediatamente si no se lograra hacer deleitable lo moral y conceptual –con lo cual, por otra parte, lo moral no saldría sino ganando. Ni siquiera se le debe pedir que contribuya a la instrucción del espectador. Si alguna lección utilitaria tenemos que sacar es la que debe moverse placenteramente, ya sea en el sentido físico o espiritual. En realidad el teatro debe permanecer como algo superfluo, aunque esto, por supuesto, significa que está entre aquellas cosas superfluas que nos son imprescindibles para vivir. Nada necesita menos justificación que el placer. “.

Bertolt Brecht