El flautista de Hamelín es uno de los cuentos más populares de la literatura infantil mundial. En su poema Der Rattenfänger (El cazador de ratas), Goethe recrea una antigua leyenda inspirada en la desaparición de más de un centenar de niños de la ciudad de Hamelín en el año 1284, hecho se produjo en la urbe alemana del mismo nombre.
Con el título Der Rattenfänger von Hamelin, los hermanos Grimm publicaron en el libro Deutsche Sagen (Leyendas germanas), publicado en 1816, su versión de la historia. Posteriormente, en 1882, el inglés Robert Browning dio a conocer su poema The Pied Pipe of Hamelin, como parte de su obra Dramatic Lyrics. Esa es la adaptación más conocida y recreada a lo largo de los años.
A lo largo de los años, numerosos ilustradores de diferentes estilos y épocas –desde los ingleses Kate Greenaway, en 1888, y Errol Le Cain, en 1988, hasta la argentina María Wernicke, en 2010– han interpretado gráficamente este misterioso relato.
Recientemente, durante una visita al Zoológico de Washington D.C., “descubrimos” en las paredes de uno de sus pabellones (la antigua Rodent House o Casa de los Roedores) dos hermosos bajorrelieves dedicados a El flautista de Hamelín.