El día en que una auténtica bruja cae estrepitosamente en la granja de la viuda Mina Shaw muchas cosas cambian para la solitaria mujer. En agradecimiento a la hospitalidad, la bruja le deja como regalo su prodigiosa escoba, que pronto se convertirá en una reconfortante compañía y en una valiosa ayuda para Mina. Sin embargo, para los vecinos más que un portento la escoba encarna una presencia maligna que deben enfrentar…
La imagen de mujeres ataviadas de negro que pueden remontar los cielos durante las noches cabalgando en rudimentarias escobas se ha gestado desde la Edad Media. En la creencia popular, las brujas representan figuras oscuras a las que se les atribuye el poder de preparar hechizos y causar daño. Por las referencias de la vestimenta de los personajes y el mobiliario de las casas, La escoba de la viuda, del ilustrador y escritor Chris Van Allsburg (Grand Rapids, Michigan, 1949), se ubica en un contexto rural durante la colonia en Estados Unidos, lo que permite al lector establecer relación con los célebres juicios de Salem, en Massachusetts, hacia 1600. De allí que el tema central, la irrupción de lo sobrenatural en una realidad monótona, cobre mayor sentido, así como la preferencia por una técnica de ilustración monocroma, de tonalidades sepias.
La escoba mágica no puede detener su compulsivo deseo de barrer. Para canalizar esta energía, la viuda le enseña otras tareas, como alimentar a las gallinas, cortar la leña y hasta tocar el piano. Para algunos vecinos, especialmente para las mujeres, está bien que la viuda tenga un poco de ayuda; en cambio, para los hombres la escoba representa una amenaza para los esquemas establecidos de autoridad masculina. Por eso, deciden apresarla y quemarla, sin sospechar que una astuta estratagema dejará sin valor esta absurda sentencia.
Las soberbias y elegantes imágenes creadas por Van Allsburg en estilo realista capturan las escenas principales de la historia, al mismo tiempo que expanden nuevas secuencias en dobles páginas completamente ilustradas que se alternan con el texto para marcar un ritmo narrativo. La textura granulada, el tono envejecido y la adopción de ángulos muy arriesgados hacen de este libro una propuesta muy actual, a pesar de que fue publicado por primera vez en 1992.
La escoba de la viuda sumerge al lector en una época pretérita que lo confronta con el poder de los prejuicios y le ofrece una embrujada experiencia lectora.
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Este comentario forma parte de la serie Libros que desafían el tiempo, escrita por el crítico e investigador literario venezolano Fanuel Hanán Díaz, que la Fundación Cuatrogatos acoge periódicamente en este blog. Otras reseñas de esta serie:
El árbol generoso, de Shel Silverstein (Kalandraka Editora).
Zoom, de Istvan Banyai (Fondo de Cultura Económica).
Pedro Melenas, de Heinrich Hoffmann (Impedimenta; José J. de Olañeta).
Los tres bandidos, de Tomi Ungerer (Kalandraka Editora; Loqueleo Colombia).
Ahora no, Bernardo, de David McKee (Loqueleo).
Pequeño Azul y Pequeño Amarillo, de Leo Lionni (Kalandraka Editora).
Soy mediadora de libros, y estoy trabajando esta obra con alumnos de septimo y octavo año, y resulto todo un éxito. Soy de Chile novena región de la Araucanía, escuela básica Emilia Romagna de Traiguén.
¡Qué bello relato! Me encanta la magia que provoca en quienes lo escuchan tan atentamente. Lo conocí el año pasado a través de mi profesora de Taller de Literatura Infantojuvenil.