El escritor español J. L. Martín Nogales (Burgos, 1955) publicó su primera novela para adultos, titulada La mujer de Roma, con Ediciones B en el 2008; cuatro años más tarde apareció, con el mismo sello editorial, Herederos del paraíso. Ha publicado distintos libros sobre la literatura española contemporánea, entre ellos Los cuentos de Ignacio Aldecoa, Cincuenta años de novela española y Artículos literarios en la prensa (1975-2005).
Llegó a la narrativa para jóvenes a través de Anaya, primero con El faro de los acantilados, del 2013, y en el 2020 con Verás caer una estrella, narración escogida como una de las obras ganadoras del Premio Fundación Cuatrogatos 2021.
Doctor en Filología Hispánica y profesor de Literatura, Martín Nogales ha sido director de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Pamplona y dirige el premio Mario Vargas Llosa NH de Relatos. Además, es director y editor de la revista Lucanor.
Cuatrogatos entrevistó a J. L. Martín Nogales para conocer más sobre sus inicios en la escritura y sobre su trayectoria en la narrativa para los jóvenes lectores.
¿Cómo y cuándo descubrió que en usted había un creador de ficciones?
La lectura y la escritura me han acompañado siempre. De niño leía bastante. Y ahí está el origen de todo. Jugar al fútbol, fabricar objetos de juego y leer eran mis actividades preferidas. Recuerdo que a los once años escribí un cuento muy ingenuo, que se titulaba “El cazador”, y desde entonces no he dejado de escribir.
¿Cómo fueron sus primeros pasos como escritor?
Mis primeros pasos conscientes fueron en la poesía y el cuento. En la universidad publicábamos una revista de poesía, que distribuíamos entre los amigos. Leer poesía y escribirla es muy importante en el aprendizaje del escritor, porque enseña la exactitud de las palabras, la depuración del lenguaje y una forma especial de mirar el mundo a través de imágenes y de símbolos.
Su carrera se ha movido entre la docencia como profesor de literatura y la crítica literaria, por un lado, y la escritura de ficciones, por otro. ¿Cómo ha logrado conciliar las exigencias de esas dos profesiones? ¿Qué puntos de contacto tienen, se retroalimentan entre sí?
Por supuesto que se alimentan mutuamente. La tarea de profesor te obliga a enfrentarte a los mejores textos de la historia de la literatura, a estudiarlos y aprender de ellos. La crítica literaria me ha llevado a mirar al presente para conocer lo que hacen mis contemporáneos. Y la escritura me ha situado frente al desafío de inventar historias personales con los recursos aprendidos y con aportaciones nuevas. El conjunto es muy estimulante.
Usted empezó publicando novelas para adultos como La mujer de Roma y Herederos del paraíso y luego incursionó en el campo de la narrativa para jóvenes. ¿Qué le atrajo de la literatura infantil y juvenil y qué lo decidió a escribir para ese público?
Cuando escribo, no pienso en un lector joven exclusivamente. Creo que un libro tiene que tener la capacidad de transmitir emociones, de conmover y de desatar recuerdos, ideas y preguntas, que serán diferentes según las experiencias personales de cada lector, pero que debe tener la capacidad de fascinar a cualquier edad. Aunque sea por motivos distintos en cada momento. El principito, La isla del tesoro o Alicia en el país de las Maravillas, por ejemplo, no son libros exclusivos para lectores jóvenes. Es al entrar en sus páginas cuando lo lee cada uno en un registro personal, según sus propias referencias vitales. Mis novelas El faro de los acantilados y Verás caer una estrella las escribí con ese criterio.
A su juicio, si considera que existen, ¿qué diferencias hay entre escribir para adolescentes y jóvenes y escribir para adultos? Nos gustaría que nos explicara cómo trabaja y qué busca el Martín Nogales autor de LIJ y el Martín Nogales autor de novelas para adultos. ¿Varían sus temas, sus propósitos, la voz, el uso de los recursos literarios?
No son los temas los que cambian en la literatura infantil y juvenil frente a la literatura para adultos. La diferencia está en el tratamiento de esos temas, según la edad a la que pretenda dirigirse la lectura. Yo busco un tono y una voz que se adapte a las experiencias de los adolescentes, unas estructuras narrativas que puedan comprenderlas según su preparación técnica y una sintaxis adecuada a su formación lingüística. Y en todos los casos pretendo, que cada uno de esos aspectos suponga un pequeño desafío para ellos y un paso adelante en su experiencia de lector.
Tres de sus novelas apuntan a desentrañar misterios a partir de distintos modos de investigación. ¿Qué le atrae de las novelas de enigmas y pesquisas? ¿Cuáles son las bondades y los retos de ese género?
Vivir es tratar de dar respuesta a los enigmas que nos rodean. Leer, también: hacerse preguntas, buscar salidas. La literatura enfrenta al ser humano a los misterios que lo acompañan. Por eso, abrir un libro es entrar en un mundo donde nos vamos encontrando con desafíos que resolver, preguntas a las que hay que buscar respuesta, enigmas que investigar y que son los compañeros inevitables de la aventura de leer. Leer es un viaje fascinante, que nos acompaña en el viaje de la vida. Si eso lo aprenden los jóvenes desde pequeños y se hacen lectores, nunca estarán solos. Los personajes de los libros los acompañarán ante los enigmas de la vida. Y eso es lo que me gustaría transmitirles en mis libros.
¿Cómo y por qué nació El faro de los acantilados? ¿Cómo fue su proceso de escritura?
En un momento me planteé qué me habían aportado a mí los libros que he leído a lo largo de mi vida. Y cómo explicárselo a los demás. Me centré en algunas obras escritas en castellano a lo largo de los siglos. Y ahí estaba todo: el nacer, el vivir y el morir. Quise decirles a los lectores más jóvenes que cualquier circunstancia a la que se enfrenten en la vida ha habido otras personas que ya la han vivido antes. Conocer su experiencia nos hace más fuertes. Y escribí un libro de aventuras, en el que dos chicas y dos chicos buscan a una persona que ha desaparecido. Tienen algunas pistas: un plano, una llave, unos signos misteriosos y unos libros guardados en un baúl. En esos libros están las claves para enfrentarse a las dificultades que se encuentran en su búsqueda. Y así es como viven una aventura apasionante, que les hará madurar.
¿Haber sido profesor de adolescentes le fue de alguna utilidad para escribir ese libro?
Por supuesto. La adolescencia es un viaje hacia la madurez. Los libros nos ayudan a ver cómo han vivido otros esa experiencia. Los personajes de El faro de los acantilados viven una aventura en la que aprenden cómo han reaccionado otras personas ante los desafíos a los que ellos se enfrentan: las dudas, las ilusiones, la amistad, los deseos, los peligros, el miedo, la tristeza, el amor… Todo eso lo he vivido con ellos como profesor. Y todo eso está también en los libros. Ese es uno de los descubrimientos que aprenden los personajes de El faro de los acantilados.
Cuando se abre un libro como Verás caer una estrella, uno encuentra a un auténtico escritor, con una notoria voluntad de estilo y animado por el deseo de entregar literatura artística de alto vuelo. ¿Qué importancia concedió en esta obra a la belleza y a la elegancia del lenguaje?
La herramienta del escritor es el lenguaje. Así que tiene que escribir siempre con voluntad de estilo. En Verás caer una estrella busqué transmitir con las palabras la cercanía e intensidad que tienen los relatos orales, recrear la magia de los cuentos tradicionales y contagiar la emoción de las historias que cuentan una experiencia de vida. El lector joven quizá no sepa explicar esos aspectos de estilo que tiene el libro, pero siente que le atrapa la lectura, que le interesa, que le conmueve.
¿Qué se propuso al escribir Verás caer un estrella y qué lo decidió a elegir esa estructura para desarrollar la historia?
En Verás caer una estrella quise que cada lector viva desde la primera página la aventura de Lucía como si le estuviera sucediendo a él. Lucía está en medio del campo. Tiene once años. Tiene que hacer un viaje sola. Huye, aunque al principio no sabemos por qué. Se enfrenta a retos, a peligros, a una aventura llena de emociones, que es la aventura de vivir. Se enfrenta a la intolerancia de quienes no respetan lo que quiera ser cada uno, porque no creen en la libertad de las personas. Y Lucía aprende que a pesar de esas dificultades, se puede salir adelante si se ponen los medios. Y eso es la esperanza.
¿Ha podido recibir de forma directa impresiones y opiniones de los lectores adolescentes de la obra? ¿Qué le han comentado?
Suelo ir a colegios e institutos que han leído el libro. Mi objetivo es fomentar en los jóvenes la lectura y la escritura. Les cuento historias, les animo, les desafío, les doy ideas, les planteo retos. Y ellos comentan, preguntan, opinan. El otro día, en un colegio que leyeron Verás caer una estrella en la asignatura de Lengua, se me acercó al final una chica con el libro para que se lo dedicara. Trece años. “A mí no me gusta leer y no leo nada”, me dijo; “pero este libro me ha enganchado hasta el final”. Le pregunté sus gustos y le sugerí algunos títulos para que leyera. De eso se trata: de que encuentren libros que les interpelen. Que encuentren lecturas que puedan acompañarles el resto de su vida.
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Pueden leer las primeras páginas de Verás caer una estrella haciendo clic aquí.
Entrevista puesta en línea en abril del 2021.
Una de las novelas para niños más emotivas y hermosas que he tenido el placer de leer en largo tiempo. Ojalá esta entrevista y el premio concedido por 4Gatos al libro contribuya a darle una mayor difusión. ¡Se la merece! Felicitaciones a Martín Nogales por tanmaravillosa creación.