Podría decirse que este ha sido el año del ilustrador Matías Acosta en el Premio Fundación Cuatrogatos, pues en la más reciente edición de nuestro certamen, correspondiente al 2021, estuvo representado por varias obras significativas. Su libro de cartón para bebés En la tela de una araña, creado en colaboración con la escritora Pilar Muñoz Lascano y publicado por Editorial Muñeca de Trapo, resultó uno de los galardonados; pero, además, otros dos poemarios en los que participó: Poemas para leer en un año, de Horacio Cavallo, publicado por Calibroscopio, y Los entusiasmos, de Laura Wittner, de Del Naranjo, fueron incluidos en el listado de cien títulos altamente recomendados que se escogen entre los centenares de libros valorados durante el proceso de selección del premio. Cabría añadir que otra obra suya, Sombra, con texto de Pablo Möller, publicada también por Del Naranjo, aun cuando no apareció en el listado final, fue preseleccionada y también recibió excelentes comentarios.
Nacido en Paysandú, en 1980, Matías Acosta estudió primero en la Escuela de Cine del Uruguay y más tarde cursó estudios de animación digital en la Universidad ORT Uruguay. En Cuatrogatos, entramos en contacto con su quehacer como ilustrador gracias al poemario En los dedos del viento, de Mercedes Calvo (Estrada), escogido para nuestra lista de recomendados del Premio Fundación Cuatrogatos en 2016, y posteriormente lo reencontramos en la novela Pingüinos, de Sebastián Vargas (Ediciones SM), distinguida como uno de nuestros premios del 2018.
Como ilustrador, Acosta ha dado a conocer, además de los tìtulos mencionados, otros como Arre arre caballito y La melodía de Grillo, con Pilar Muñoz Lascano (publicados, respectivamente, por Editorial Muñeca de Trapo y Ediciones SM); Cuando el temible tigre, con Virginia Brown, y La mancha de humedad, texto de Juana de Ibarbourou (ambos editados por Banda Oriental); El marinero del canal de Suez, con texto de Horacio Cavallo (Pípala); Nanas de la cebolla, de Miguel Hernández (Del Naranjo); El país de Juan, de María Teresa Andruetto (Sudamericana, 2018), y Abuela Francisca, con Betsy Coleman (Alfaguara). Sus trabajos han sido elegidos para participar en exhibiciones tan prestigiosas como la Bienal de Ilustración de Croacia y el Nami Island International Picture Book Illustration Concours, en Corea del Sur.
Compartimos nuestro diálogo con este destacado creador uruguayo de libros para niños:
Tenemos entendido que estudiaste cine y animación digital, ¿cómo llegas al mundo del diseño y de la ilustración?
Llegué al mundo de la ilustración por medio de un amigo. Estaba editando el audio de un cortometraje que él había dirigido y me cuenta que tiene un amigo con el mejor trabajo del mundo. Dijo: “Alfredo es ilustrador de libros para niños”. Enseguida pensé: “Tiene razón”. Y ahí fue que se encendió tímidamente una llama, volví a dibujar después de mucho tiempo y hasta el día de hoy esa llama sigue encendida. Ah, el ilustrador del cual me hablaba mi amigo es Alfredo Soderguit, gran colega y persona.
Tu trabajo como ilustrador está muy cercano al diseño gráfico por su economía de recursos y la síntesis que propones. ¿Por qué elegiste la opción del decir más con menos? ¿Fue una decisión razonada o es algo inherente a ti?
Si bien no tengo un título de diseñador gráfico, es algo que desde hace años me interesa. Me interesa el trabajo de muchos diseñadores y de cómo algunos dicen tanto con tan poco. No creo mucho en eso del “menos es más”, sino, como dijo alguna vez Milton Glaser, en “suficiente es más”. Va por ese camino la decisión de esa “economía”.
¿Cómo surgió el díptico que forman En la tela de una araña y Arre arre caballito? Cuéntanos al respecto. ¿Primero fue el texto o la imagen? ¿Cómo fue el trabajo con Pilar Muñoz Lascano?
Con respecto a En la tela de una araña primero surgieron los personajes; creo que los primeros fueron el mono y el elefante. Se los mostré a Pilar y ella pensó el texto para esos animales. Arre arre caballito fue diferente: a ella se le ocurrió el texto primero y también tuvo algunas ideas sobre la relación con las imágenes y la idea general, y luego vinieron las ilustraciones. El trabajo con Pilar en estos dos libros fluyó de forma muy orgánica; sobre todo el segundo, que fue creado completamente mientras estábamos encerrados en el mismo departamento en Buenos Aires debido a la pandemia.
¿Cuál fue el principal reto al ilustrar esos libros para bebés?
El principal reto fue, es y sigue siendo hacer libros de calidad. Hay muchísimos libros para bebés que no me gustan nada, ni texto ni ilustración. Creo que se piensa que por ser para bebés tienen que tener textos e ilustraciones ñoñas. Intentamos siempre que tengan la mejor calidad posible.
¿Ilustrar poesía exige algo especial de ti? ¿Por qué? ¿Qué prefieres: ilustrar poemas o narraciones?
Me gusta ilustrar ambos, poemas y narraciones. La poesía me parece más difícil en el sentido de que muchas veces siento que mis ilustraciones no deben interferir con los poemas, hay que dejarles un aire, que el poema respire, no ahogarlo con la ilustración. Me gusta la poesía, y si cuento los libros que he ilustrado, creo que hay mayoría de poesía.
¿Cómo es, por lo general, tu proceso para ilustrar un libro?
Por lo general leo varias veces el texto, y anoto ideas y hago bocetos rápidos (nada muy acabado, apenas una idea). Después ya comienzo a hilar más fino en el trabajo del diseño y la ilustración. Cuando ya hay una primera versión terminada, lo hablo con la editora y la autora, y vamos puliendo lo que haya que mejorar.
¿Usualmente te gusta charlar con el autor del texto de los libros que ilustras o prefieres trabajar de modo independiente?
Siempre prefiero hablar con el autor del texto, ver qué idea tiene (aunque después haga mi camino).
¿Qué es lo mejor y lo peor de ser ilustrador de niños y vivir en Uruguay?
Lo mejor es la profesión en sí y el tener contacto después con los lectores. Lo peor es que es casi inviable vivir en Uruguay solo de ilustrar libros. Gracias a internet están las posibilidades de salir al mundo, porque pensemos que en Uruguay somos solamente tres millones de habitantes y las editoriales que se interesan en hacer libros ilustrados de calidad son poquísimas. En Uruguay tengo solamente cuatro libros publicados y más de 20 en otros países.
¿Tres recomendaciones para alguien que quiera abrirse camino en el campo de la ilustración de libros para niños?
Primero que tenga presente que seguramente va a tener que hacer otras cosas, porque de eso solamente es casi imposible vivir, al menos en Latinoamérica.
Segundo, que lea mucho, que consuma muchos libros. Que visite museos. Que vaya a muestras de arte, de fotografía, de danza, etc.
Tercero, que no se quede esperando a que lo vengan a buscar para ilustrar un libro. Que se mueva, que proponga, que haga, que se invente el trabajo, aunque sea solamente por el solo hecho de hacer.
En una entrevista mencionabas una idea de la ilustradora checa Květa Pacovská: que el libro ilustrado es el primer museo que visitan los niños. ¿Cómo quisieras que fuera ese museo? ¿Y qué quieres aportar con tu trabajo a él?
Ese museo me gustaría que fuese diverso, lleno de miradas distintas, de diferentes voces, de disímiles tonos. Con mi trabajo intento aportar mi forma de ver, de pensar, de imaginar.
¿Hay algunos ilustradores de libros para niños que te hayan servido como paradigmas o inspiración? ¿Por qué?
Sí, son muchos los ilustradores que me inspiran. Pero no solo suelo inspirarme en libros: el cine es una gran fuente de inspiración. Las películas de Kiarostami, Kaurismaki, Naoko Ogigami, entre muchas otras, son referencias a las que siempre vuelvo. También podría mencionar a Wolf Erlbruch, Tàpies, Chillida, McKean, Fidel Sclavo…. ¡Son muchos, muchos!
Si alguien no conociera tu trabajo y tuvieras que recomendarle un libro que, a tu juicio, ejemplifica tu estilo, ¿cuál de los que has publicado mencionarías?
Creo que mi estilo varía mucho, no me gusta tener un estilo definido. Por ejemplo, si comparamos las ilustraciones de Los dorados diminutos (Ediciones del Estómago Agujereado, ) y de Poemas para leer en un año, son completamente diferentes, aunque la voz es la misma. Por nombrar uno que puede ejemplificar bastante mi “estilo” y en el que soy autor también del texto: The Unknown. Fue publicado en Dinamarca por PIBOCO en su plataforma. Por ahora solo está en versión digital con animaciones. Espero que pronto alguien lo quiera en papel.
¿Es posible que nos adelantes en qué estás trabajando ahora?
Acabo de terminar mi segundo libro como autor integral y saldrá este año. Lo publicará en Suiza la editorial BaoBab y será bilingüe: alemán-castellano. También estoy trabajando junto a Pilar Muñoz Lascano en una serie de cuatro libros para niños pequeños, un proyecto que estamos pensando juntos y que aún no hemos mostrado a ninguna editorial.
¿Cómo te definirás como ilustrador?
Bueno, tendría que encontrarme con un grupo de niños y preguntarles a ellos.