No son muchos los autores jóvenes que reciben tres importantes distinciones con el primer libro para niños que publican. La venezolana Mayi Eloísa Martínez está entre ellos. Con su novela Apartamento 11 (Santiago de Chile: Ediciones SM, 2019) ganó el premio El barco de vapor Chile; posteriormente fue incluida por el Banco del Libro, en Venezuela, en su selección anual Los Mejores y, más recientemente, fue distinguida con el Premio Fundación Cuatrogatos 2021.
Mayi Eloísa nació en Caracas, en 1993, y estudió dos años de Psicología en la Universidad Central de Venezuela. En noviembre de 2014 se trasladó a Chile, país donde reside actualmente y donde se graduó en la carrera de Traducción en la Universidad Tecnológica de Chile. Cursó el diplomado de Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad Diego Portales y ahora inicia el diplomado de Enseñanza del español como lengua extranjera en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Participó en varios talleres de poesía y teatro en Venezuela y Chile. En 2018 fue seleccionada para el taller de poesía de Raúl Zurita en la Universidad Diego Portales.
Cuatrogatos le envió varias preguntas a esta escritora para conocer más sobre su vida y su trabajo literario. Compartimos sus respuestas:
¿De qué manera influyó en tu acercamiento a la escritura tener una madre periodista y autora de libros?
Siempre estuve rodeada de libros y gente leyendo, literalmente mi casa estaba abarrotada de ellos e iba mucho a lanzamiento de libros, obras teatrales, películas y exposiciones de artes plásticas cuando era niña. Como pasa en las familias de médicos que generalmente todos ejercen esa carrera, la mía es una “familia literaria”. Mi mamá es periodista y escritora, mi padre es dramaturgo, mi hermano es investigador literario y actualmente cursa un doctorado en Literatura en Princeton, a mi abuela materna también le gustaba mucho leer (y tejer, y yo también tejo).
Por supuesto, mi influencia más grande fue mi mamá por ser escritora de literatura infantil y juvenil; siempre me leyó muchos libros y me sugirió también varios a lo largo de la adolescencia, que por “rebeldía” casi nunca me los leía, pero que curiosamente, me leía todas las comedias de Shakespeare que había en nuestra casa, lo cual supongo que nadie recomienda a un adolescente. Hemos leído juntas y compartimos pasión por varios autores; desde hace algún tiempo yo también le sugiero libros a ella (algunos no se los lee, ni idea si es por rebeldía adulta o qué).
Tu acercamiento inicial a la literatura como creadora se produce a través de la poesía. ¿Por qué te atrae particularmente ese medio de expresión artística?
De niña empecé a escribir poemas en verso libre, siempre los denominé cuentos porque no sonaban, para mí, como poemas (que imaginaba eran rimados). No leía poesía cuando era niña, solo narrativa, así que esa forma de escribir versos cortos se me asemejaba más a una especie de microrrelatos. A los 13 años de edad gané un concurso de poesía en Venezuela, con versos que escribí a los 11; eran poemas escritos en el colegio. En mi adolescencia empecé a leer poesía y encontré autores que se parecían a como yo escribía, así que dejé de llamar a mis poemas cuentos.
Me gusta escribir poesía porque siempre me he expresado a través de pocas palabras. Lo breve no es simple, todo lo contrario. Lo breve puede condensar un mundo. Me gusta esa fuerza que puede expresarse en pocas líneas, ese chispazo, ese golpe.
¿Cómo surge Apartamento 11? ¿Escribiste el libro con la idea de presentarlo al concurso El barco de vapor?
Se me ocurrió un día que me desperté a las tres de la mañana, me volví a dormir y después, al levantarme, lo escribí de corrido durante muchas horas en su primera versión. Está, en cierto modo, basado un poco en la realidad. Cuando era niña vivía con mis padres y mi hermano en Chacao, Caracas, en un apartamento 11 y cuando había conflictos políticos y sociales y no había clases, mi hermano y yo teníamos que arreglárnoslos para distraernos y a veces ignorar todo lo que estaba pasando afuera, mientras mi mamá trabajaba como periodista y muchas veces estaba cubriendo esas manifestaciones que nos aterrorizaban.
En realidad no escribí el libro para el premio, de hecho ni siquiera lo pensé específicamente para niños o adolescentes. Sin embargo, decidí enviar al concurso casi como quien compra un número de la lotería.
P.D.: me encantaría ganarme la lotería.
¿Qué te lleva a optar por el conflicto y las circunstancias que encontramos en la novela? ¿Tal vez fue una forma de procesar, a través del arte, vivencias de tu propia niñez y adolescencia, experiencias familiares?
La verdad es que lo que aparece en el libro, tanto los personajes como las acciones son ficcionales, pero sí hay en ellos algunos de esos traumas que vivimos en mi país, sobre todo cuando había conflictos sociales: desde el apartamento se escuchaban los sonidos de las bombas lacrimógenas y las balas de los cuerpos de seguridad del Estado, los gritos de los manifestantes, además a veces veíamos por televisión lo que ocurría, sin entenderlo mucho. Y por añadidura muchas veces en los momentos más álgidos se iba el agua o la luz… Sí, fueron momentos muy duros. Relativamente protegidos en el apartamento también sufríamos lo que estaba pasando afuera.
En la narración nunca mencionas cuál es esa ciudad que se encuentra en medio de ese violento estallido social. (Bueno, tus orígenes y cierta alusión a unos loros, que tanto abundan en Caracas, pueden hacer pensar a determinados lectores que ese es el escenario). ¿Por qué la decisión de no especificar el espacio?
Siento que fue en realidad un poco intuitivo (no me di cuenta sino después que no estaba el nombre de mi ciudad). Pero creo que quería mostrar una realidad universal, sin año o lugar específico, ya que este tipo de vivencias no las tienen solo los niños en Venezuela, sino en muchas partes del mundo (de hecho, se vivió en Chile el mismo año que ganó la novela). Por supuesto, los loros pueden generar un guiño al lector y hacerle pensar en Caracas. Aunque acá en Chile vivo al lado de una palmera en la que habitan miles de loros argentinos.
El protagonista infantil es verosímil, tanto en su discurso narrativo como en sus ideas y sus relaciones con los otros personajes. ¿Cómo lo construiste, qué premisa guio tu trabajo?
Siento que nunca he dejado de pensar como niña. Se me hace fácil poner en el papel la voz de un niño o niña, no solo porque siento mi propia infancia muy cerca de mi ser actual, sino porque me he rodeado en los últimos años de muchos niños y niñas porque en mis seis años viviendo en Chile (y mientras estudiaba Traducción) he sido profesora particular y niñera. De hecho, mi último poemario está escrito desde la voz de un niño migrante y tiene mucho de la experiencia vivida con uno de los niños que cuidé.
¿Qué pueden aportarles a los lectores infantiles historias de corte social y testimonial como esta? ¿Qué pueden aportarles las historias de fantasía, absurdo y humor? Para llegar a ser la escritora que eres, ¿de cuáles de esos tipos de lecturas te nutriste más, cuáles dejaron mayores huellas en la persona adulta que eres hoy?
Las historias realistas y sociales pueden aportarles a los niños y adolescentes un alivio a su propia situación o un sentido de empatía que quizá no sienten en su entorno. Leer sobre niños y niñas que viven situaciones complejas y que son contadas sin ninguna clase de tabú o freno del adulto le hacen sentirse cercanos a ellos. A su vez, podría abrir un espacio para conversar con otros sobre diversas situaciones que ocurren en el mundo, con la maestra o con los padres.
Por otra parte, creo que las historias de fantasía son geniales para poder trasladarse a otros mundos y avivar la imaginación. Creo que la literatura, en general, alimenta el mundo interior, da vuelo al alma.
Y en relación con el humor, creo que es un excelente vehículo comunicativo. Pero la verdad, no lo planeo, escribir con humor me sale solo.
Personalmente, de niña me gustaban mucho los libros de Roald Dahl y Christine Nöstlinger, disfrutaba bastante leer historias sobre niños que parecían reales, sin una pizca de voz adulta y pedagógica. Pero como dije, como a los 12 años también leí varias obras de Shakespeare. Ah, claro, por supuesto que leía los libros de Mireya Tabuas (mi mamá), jeje.
¿Cuál fue el mayor reto en el proceso de escritura de Apartamento 11? ¿En qué me medida te fue de utilidad tu experiencia como poeta para esta incursión en la literatura infantil?
Creo que el mayor reto fue editarme después de escribir de un tirón la primera versión. Siempre ves detalles, uno nunca está del todo satisfecho con lo que escribe. A veces hay que cerrar y no ver más lo escrito. En eso puede ser un proceso similar al del poema, que generalmente escribo de un golpe y luego debo mirar una y otra vez.
¿Tu mamá colaboró contigo durante ese proceso o leyó el libro ya terminado?
Mi mamá y mi hermano Alejandro leyeron la novela una vez estuvo lista la primera versión y me dieron consejos; yo volví a editarla varias veces. Los primeros días la novela no tenía título, no se me ocurría absolutamente ninguno, y de repente bañándome me vino la idea: Apartamento 11. Se la comenté a mi mamá, a modo de aprobación, y a ella le encantó.
¿Qué deseas que quede en los niños tras concluir la lectura de Apartamento 11?
Que hay esperanzas. Que es posible salir de las situaciones difíciles. Que el humor, el amor, la solidaridad y la creatividad siempre serán herramientas en momentos duros.
¿Habrá más novelas para niños?
Estoy en eso. En la actualidad tengo dos proyectos casi listos. El primero, que ya escribí en primera versión, está en proceso de edición aún. Es una novela, con mucho humor, de dos hermanos varones en el transcurso de una fiesta de cumpleaños; trata sobre esos cambios que ocurren en la preadolescencia y que pueden crear cierta distancia cuando hay una diferencia de edad entre hermanos. El segundo es una novela sobre la relación de una niña y su abuela, una novela que aún no he culminado y a la que le tengo mucho cariño porque tiene algo de autobiográfico.
Entrevista puesta en línea en marzo de 2021.
Pueden ver un video de Mayi Eloísa Martínez leyendo un fragmento de la novela Apartamento 11 si hacen clic aquí.
Me encanta el libro del apartamento 11 me gusto mucho es muy bacan
Buenos dias le saluda Carmen Hurtado desde Ecuador específicamente desde la ciudad de Esmeraldas, para felicitarle por su excelente trabajo y a la vez solicitarle la posibilidad de hacerle una consulta con respecto a su disponibilidad para enriquecernos con una pequeña charla. Muy agradecida.