Siempre he defendido la idea de que la literatura infantil no debería tener apellido y ser solo y sencillamente literatura. Pero es una idea errática. Los libros para niños son libros para niños y punto. Son libros fundacionales destinados a los niños, bien escritos y creados para ellos, que cualquier adulto podría disfrutar, por supuesto. Porque en esa alegría y en ese disfrute, aunque se trate de un libro triste, un libro que explicaría con palabras necesarias que también existe la tristeza, está la clave de la literatura infantil.
Pensando en eso y deleitándome en esos recuerdos primarios que me convirtieron en la persona adulta que más o menos soy, llegué a una conclusión muy simple: sin los libros para niños que leí en mi infancia, aprendiéndomelos de memoria sin apenas saber leer, yo no hubiera sido quien soy. No sé si hubiera sido mejor o peor, pero esta que está aquí, escribiendo con delirio frente a ustedes, viendo pasmada cómo crece un niño, comprendiéndolo todo por primera vez, solo hubiera sido quien es gracias a esos libros.
Igual que tú fui una niña que se dormía con cuentos. Hoy tengo un bebé de diez meses y comprendo lo importante que es el sueño para un niño. Y quiero que él se duerma con cuentos. Y quiero leerle los mismo cuentos que me leyeron mis padres. Y quiero leerle cuentos que yo encuentre para él. Cuentos nuevos y viejos.
Yo tenía tres años cuando mi papá y mi mamá empezaron a leerme un libro que se llamaba Cuentos de animales. Llevo tres días, el mismo número de mis años hace 31 años, buscando ese libro como una loca, en todas las librerías virtuales, en Google y Amazon, y hasta en la luna, sin poder encontrarlo.
Mis padres trabajaban en el campo de Camagüey, en una Estación Experimental de Viandas Tropicales, y llegaban a la casa por la tarde cansados y sudorosos. Mientras me leían para que me durmiera, acurrucada entre ellos, se dormían ellos también, y dormidos, continuaban hablando sobre semillas, injertos de raíces, porcentaje de sembrados o cualquier otro dato agrícola. La niña de tres años que escuchaba atenta el relato se daba cuenta del cambio en la narración y los despertaba, a veces. Otras veces seguía ella misma la historia, que ya se había aprendido, que se sabía de principio a fin.
Los fines de semana venían a la casa las visitas y yo era el espectáculo: “léeles los Cuentos de animales, mijita”, me decían mis abuelos orgullosos de mí. Porque no era posible en sus cabezas que una niña de tres años supiera leer aquello. Y claro está que no sabía leer, yo solo reproducía lo que escuchaba, cada noche, con tanta felicidad.
Conservo muy pocos libros de aquella época. Hoy vivo en otro país y en otra ciudad, diferentes al país y a la ciudad donde nací. He traído conmigo los libros para niños que pude salvar del tiempo, que lo corroe todo. Casi todos los años vuelvo a leer alguno y encuentro algo que no encuentro en ningún otro libro: vida.
Por eso celebro hoy los libros para niños. Celebro a los escritores que escriben para niños y celebro a las editoriales que publican esos libros, y a los ilustradores, y a los editores que los editan. Celebro con mi cuerpo toda la literatura infantil, sus autores. Desde Andersen hasta el día de hoy. Desde el día de ayer hasta el día de mañana. Vivan los cuentos de animales y todos los cuentos del mundo.
Legna Rodríguez Iglesias, narradora, poeta y dramaturga nacida en Camagüey, Cuba, en 1984, y radicada en Miami. Ganadora del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar en 2011; del Premio Casa de las Américas de teatro en 2016 y del Paz Prize, otorgado en Estados Unidos por The National Poetry Series, en 2016. Es autora de los libros para niños Todo sobre papá (2016), El arroz de la locura (2015), La naranja mecánica (2015) y Los Mágicos (2008). Para adultos ha publicado obras de narrativa como Mi novia preferida fue un bulldog francés (2017), La mujer que compró el mundo (2017), No sabe/No contesta (2015) y Mayonesa bien brillante (2012), y poemarios como Miami Century Fox (2017), Dame spray (2016), Hilo+Hilo (2015), Chupar la piedra (2013) y Tregua fecunda (2012). Es mamá de un bebé demasiado hermoso.
Que hermoso escrito! Gracias Cuatrogatos! Gracias Legna Rodríguez Iglesias por ese hermoso homenaje a Andersen y a la LIJ!
Hermoso mensaje. Los libros para niños son parte importante de nuestra biografía sentimental.