En la convocatoria del Premio de Poesía para Niñas y Niños Ciudad de Orihuela correspondiente al año 2018 resultó laureada la obra ¡A la luna, a las dos y a las tres…!, de la escritora española Nieves García García. Convertida en un hermoso libro por Kalandra Editora, con ilustraciones de Noemí Villamuza, recibió también el Premio Fundación Cuatrogatos 2020. El comité que le otorgó este último galardón destacó que se trata de un poemario “que bebe de los motivos de la lírica infantil de la tradición popular y los enriquece con delicados o regocijantes aportes personales”.
Nieves García García (Aspe, 1957) es diplomada en Ciencias Sociales por la Universidad de Alicante y durante cuatro décadas fue profesora de educación primaria en el colegio Perpetuo Socorro de Aspe. También ha investigado sobre la cultura popular de su pueblo natal.
A continuación, las preguntas que le formulamos a la autora de ¡A la luna, a las dos y a las tres…! y sus respuestas:
Nieves, este es tu primer libro, pero, a juzgar por la notable calidad de sus versos, no son tus primeros poemas. (¿O estamos en un error?). Cuéntanos cómo y cuándo comenzaste a escribir.
Mi incursión en la poesía fue a raíz de conocer a una persona que ha marcado un antes y un después en mi relación con el mundo de las palabras. Me refiero al maestro de maestros Federico Martín Nebras, un enamorado de la cultura clásica y de la tradición oral, entre otras cosas. Gracias a sus directrices comencé a interesarme por recopilar canciones, nanas y juegos de mi entorno próximo. Y allá por el 2011, este trabajo fue reconocido con el Premio Nacional de Investigación Manuel Cremades y publicado por el Instituto Juan Gil Albert de la Diputación de Alicante con el título de Venimos de Bureo. A partir de aquella experiencia comencé a recrear el mundo del cancionero infantil con la intención de hacerlo más atractivo a mis alumnos y alumnas.
Al jubilarme, mis poemas se vinieron conmigo y ya no tuvieron cabida en la escuela. Por aquel entonces ya había elaborado algunos poemarios que fui presentando a distintos premios de poesía infantil. También por saber si aquel trabajo tenía una mínima calidad para ser publicado. Pasaron varios años de incertidumbre, hasta que una mañana de octubre me llamaron para comunicarme que había obtenido el XI Premio Internacional de Poesía para Niños y Niñas Ciudad de Orihuela. Y pensé que igual mis poemas eran dignos de contarse más allá de mi mundo conocido.
¿Cómo nació ¡A la luna, a las dos y a las tres…!?
Surgió de un primer poemario que contenía retahílas, rondas, posadas, nanas, romances, limericks… Le llamé “Versos de alpargata” en homenaje a Miguel Hernández por su poema “Abarcas desiertas”, el cual enamoró a mi clase de segundo nivel allá por el 2010, año en que celebramos el centenario de su nacimiento. Pero aquellos poemas míos solo tenían en común que partían de un mismo origen: la tradición oral. Y su calidad la sentía como muy desigual. Así que hice distintas cribas, seleccioné unos pocos, los desarraigué de la tierra en donde habían crecido y me los llevé hasta la luna, sin pasar por Cabo Cañaveral. Y comenzó un nuevo proyecto que tuvo distintos nombres, pero que al cabo de los años se convirtió en ¡A la luna, a las dos y a las tres…!
¿Escribiste los poemas pensando que iban a engarzarse como piezas de un conjunto o fueron apareciendo cada uno por su cuenta y finalmente los ordenaste en esa estructura tan original y coherente?
Los primeros fueron raptados con nocturnidad, pero sin alevosía, de aquel poemario que preparé sobre juegos infantiles. A partir de ese momento hubo varias fases de construcción hasta llegar al que ha sido el resultado final. En esta última versión acompaño a la luna en su recorrido por cielo y tierra como una segunda voz que va entrando y saliendo de los poemas, abriendo y cerrando puertas, al igual que una antigua canción con la que jugaba a la comba en mi niñez. Y como ya hemos tocado cielo y tierra, cerrando así el círculo de la infancia, ahora ya solo nos queda despedirnos para poder iniciar esa salida hacia el exterior de la que tanto nos hablan los cuentos infantiles.
El título de ¡A la luna, a las dos y a las tres…!, además de ser la frase mágica que nos ayuda a traspasar las fronteras de la realidad, nos señala desde un principio las tres partes de que consta el libro. En la primera, la luna ausente tan solo puede ser contemplada en el mundo de los sueños, donde todo es posible. Un mundo onírico en el que la existencia de los personajes que lo habitan gira alrededor de los juegos. En la segunda parte, una diminuta luna se asoma a nuestra ventana y nos encuentra recién salidos del mar, por lo que necesitamos de las manos olas de la madre para mecer nuestra cuna de agua, al compás de los latidos del corazón y acompañados por la melodía de las nanas. Son las mismas manos que nos descubren una luna de miel, una de papel y otra de pan con aceite y sal… La luz de la luna creciente nos arropa en la noche oscura, mientras nos vamos preguntando quién es en verdad esa blanca dama. La tercera parte del libro es tan solo un poema de despedida, donde su imagen redonda y madura me indica que he de iniciar el vuelo. Y como en todo, llega el momento del cambio y hay que dejar atrás las antiguas certezas para dar paso a las que están por llegar. Recojo mis juegos, me despido de las lunas y despliego mis alas hacia nuevos horizontes.
Tu libro retoma desde, una sensibilidad contemporánea, estructuras y temas de la lírica popular infantil, o al menos así fue destacado por quienes lo leyeron y premiaron desde la Fundación Cuatrogatos. ¿Cuánto hay de cierto en esa apreciación?
Así es. Los niños y las niñas necesitan de la rima y del ritmo para jugar con el eco de las palabras. Por eso mismo se hacen tan necesarias las posadas, las rondas, las fórmulas para echar suertes… las canciones para jugar. Por todo ello, este primer acercamiento al mundo poético a través del juego también les conduce hacia donde se encuentran los otros, favoreciendo la sociabilización entre iguales.
¿En qué medida influyó tu trabajo de largos años como profesora en la creación de estos poemas?
Mi estrecha relación con los niños y niñas me ha ayudado a dejarme llevar por una visión de la realidad muy distinta a la del adulto, aquella que puede ir de la mano de la fantasía sin ningún tropiezo. Y esta se refleja claramente en mi manera de escribir. Primero siento el poema como una cadencia, para más tarde completarlo con palabras. También, mi amor por la poesía ha ido dejando ese poso en mi interior en el que poco a poco se ha gestado un pequeño rayo de luz.
¿Qué opinas de las ilustraciones que hizo Noemí Villamuza para este libro? ¿Qué les aportan a tus versos?
Curiosamente, a pesar de nuestro desconocimiento mutuo, se ha establecido una simbiosis perfecta entre imagen y palabra. Una y otra se complementan para crear un ambiente íntimo y cercano. Cuando conocí la portada del libro, me sorprendí al ver a la niña luna encaramada en lo alto de un árbol cielo de flores estrelladas. Y cuando la contemplé bajando del firmamento por ese inacabable halo de luz, me enamoré perdidamente de ella. Sin ninguna duda era mi niña luna. Pasear junto a la luna por este paisaje nocturno de suaves tonos azules con pequeños guiños de luz, es una verdadera delicia.
En el mundo contemporáneo, ¿qué puede ofrecer la poesía a la infancia?
Nos acerca a un lenguaje que parte de nuestros ritmos internos y nos conecta con el ritmo biológico de la Naturaleza. Por eso, en las primeras edades, el juego poético tiene como base el lenguaje corporal. Y si conseguimos acercar la poesía al mundo de la infancia, formará parte de sus intereses en las siguientes etapas de crecimiento. Necesitamos de las emociones para interiorizar los aprendizajes y la poesía infantil es puro ritmo, melodía y emoción.
¿Qué le pides a buen poema para niños?
Que les haga vibrar, disfrutar y sorprenderse.
Es un poemario que te envuelve, emociona y acaricia, con sus maravillosas lunas, transportádote a la niñez, en las noches que escuchaba la voz de mi madre, contando una historia antes de dormir.
¡¡¡ Nunca dejarás de sorprenderme, “amiga del alma” !!!.
Tenemos tu poemario, y a toda la familia nos encanta, está lleno de musicalidad, imaginación y fantasía, y de una forma tan sencilla y natural consigue la atención por la rima y la historia, de los pequeños, y la posibilidad de recordar y recuperar trozos de la infancia de los mayores. Ha sido un trabajo muy acertado tanto en la poesía, como en su ilustración. Ánimo desde aquí a que pequeños y grandes se sumerjan en estas rimas alunadas y divertidas. Nieves esperamos un segundo trabajo.