Seguimos compartiendo las respuestas de los editores a nuestro cuestionario sobre sus libros ganadores del Premio Fundación Cuatrogatos 2020. Toca el turno en esta oportunidad a la editora venezolana Irene Savino, de Ediciones Ekaré. Irene tuvo a su cargo el diseño y la dirección de arte de La Caimana, libro firmado por sus compatriotas María Eugenia Manrique (texto) y Ramón París (ilustraciones). Ella nos cuenta cuál fue la génesis y el proceso de creación de esta excelente obra.
¿Cómo nació La Caimana?
Los cuentos muchas veces eligen caminos singulares para llegar a sus editores. La Caimana “apareció” en un almuerzo entre amigas, cuando María Eugenia Manrique, hablando de su infancia, me contó que de niña disfrutaba mucho jugando con un caimán que vivía en el patio de una familia a la que solía visitar. “Lo más divertido era cabalgar a lomo del caimán”, exclamó. Atónita, le pedí más detalles, y así me enteré de la historia de Faoro y su mascota. Él, inmigrante italiano que llegó a San Fernando de Apure a mediados del siglo pasado, y ella, “Negro”, la caimana, con quien convivió décadas.
Después de tener el libro prácticamente listo encontramos en Internet algunos documentos y fotografías de sus vidas en esa ciudad de los llanos venezolanos que nos sirvieron para las notas de las páginas finales, donde también aparece la fotografía de María Eugenia con la caimana.
¿Qué le atrajo de esta historia, qué los decidió a publicarla?
Me pareció una historia buenísima, con muchas posibilidades de transformarse en un álbum. Podía ser visualmente muy atractivo el representar la vida cotidiana de un caimán en una casa de un pueblo del llano con sus patios interiores llenos de plantas tropicales y, sobre todo, plasmar en la imagen el contraste entre un enorme reptil y los habitantes y visitantes de esa casa. Por otra parte, era un relato interesante y conmovedor y, además, ¡una historia real! Así que le pedí a María Eugenia que la escribiera para poder presentarla al equipo editorial.
Pasó el tiempo y cuando nos la envió causó entre los compañeros de Ekaré prácticamente la misma impresión que cuando me la contó a mí. Carmen Diana Dearden quiso hacerse cargo de la parte editorial con el reto de transformarla en un álbum. Acordamos pedirle a Ramón París, quien también había vivido en el Llano, en Barinas, una ciudad a unos 400 kilómetros de San Fernando, que lo ilustrara.
Teníamos la certeza de que él podía recrear la historia: conocía los colores y el ambiente del llano. Nos citamos en la oficina. Mientras leía el texto, iba repitiendo: “Era verdad, era verdad”. Resulta que un tío suyo, a quien le gustaba contar historias, muchas de ellas de su propia creación, hablaba de un italiano de una joyería en San Fernando que tenía un caimán como mascota. Hasta ese momento, Ramón pensaba que solo era producto del verbo fantasioso de su pariente.
¿Cómo fue el proceso de creación del libro?
Esta era la primera vez que María Eugenia escribía un álbum. El texto inicial era mucho más extenso de lo que leemos ahora en La Caimana. Durante el trabajo editorial, en varias reuniones con Carmen Diana fueron identificando qué se podía acortar para dar espacio a que las ilustraciones de Ramón describieran, de manera más efectiva que las palabras, la exuberancia del patio de Faoro, la curiosidad de los vecinos de San Fernando o los juegos de los niños con Negro.
Escoger el formato del libro no fue difícil. Con un saurio de protagonista no hay mejor opción que un formato apaisado muy alargado, como muestran Las lágrimas del cocodrilo, de André François; Profesión Cocodrilo, de Giovanna Zoboli y Mariachiara Di Giorgio, o Finn Herman, de Mats Letén y Hanne Bartholin. En ese espacio estrecho y larguísimo de La Caimana, que al desplegarse como doble página alcanza los 62 centímetros de ancho por 18 centímetros de alto, Ramón se sintió a sus anchas para plasmar los tres metros de vida tranquila y feliz de Negro. Usó rotuladores de colores (una extensa gama de verdes) y trazos negros a pluma.
A tu juicio, ¿qué podrán encontrar los lectores al abrir este libro?
Me parece que esta relación de amor y amistad, basada en una historia real, que perduró por toda una vida, puede hacer pensar a los lectores cómo los límites del afecto son mucho más amplios y elásticos de lo que a veces pensamos. Además, se sumergirán en una historia interesante, original, amena y, además, al final se darán cuenta, gracias a los documentos como las fotos, de que el relato no era solo ficción.
¿Qué aporta La caimana al catálogo de Ekaré?
Es interesante que lo pregunten, porque creemos que con este libro hemos logrado algo que no es fácil de conseguir: que una historia muy local sea al mismo tiempo universal. Y es curioso, porque esta historia que se desarrolla en medio del llano la recreamos en las oficinas de Ekaré en Barcelona, España, trabajando con la escritora y el ilustrador, ambos venezolanos y también vecinos de Barcelona. De alguna manera nos hizo afianzar una de las líneas del catálogo de la editorial: retratar lo latinoamericano. En este libro, a pesar de los miles de kilómetros de distancia, sentimos muy cerca los personajes, el paisaje, la temperatura y la cotidianidad de un pueblo a las orillas del río Apure. Pero, como se trata de una historia entretenida y conmovedora de un personaje fascinante y de su peculiar mascota, estamos seguros de que despierta la curiosidad de cualquier lector.
Una preciosidad de historia, hermosamente contada e ilustrada. Me siento privilegiada de haber asistido a su presentación en Madrid y de haber escuchado las impresiones de la editora, la autora y el ilustrador. Orgullosa de Ekaré, siempre.
Me encanta La Caimana. No hay duda de que es un premio merecido. Bravo Ekare. Desde niña soy fan de sus libros.