Conversamos con Ester García sobre “El más rápido” (Lóguez Ediciones)

Con unas dotes fuera de lo común para el dibujo y una carrera en ascenso, Ester García se ha situado entre los ilustradores más interesantes de la actualidad en España. Nacida en Cáceres, en 1984, estudió Bellas Artes de la Universidad de Salamanca, y desde 2008 reside en Madrid.

Los trabajos que ha dado a conocer en los últimos años exploran territorios muy disímiles: desde imágenes para La selección natural, de Charles Darwin, publicada por Nórdica Libros, y El libro de la selva, de Rudyard Kipling, para la editorial británica Miles Kelly, hasta la serie de libros álbum para la primera infancia Filipo y Leo, publicada por Edelvives y creada a cuatro con otro destacado artista español: Adolfo Serra. Su producción incluye, además, Qué soñarán las camas, poemario de Mar Benegas, para Libre Albedrío; Alma y la isla, novela de Mónica Rodríguez, para Anaya; El pico de la cigüeña, selección de cuentos tradicionales recogidos por un equipo de investigadores y publicado por la Universidad de Extremadura; Lady Scarlet y la fantástica historia de la niñera león, novela de Elizabeth del Castillo, para Ediciones SM; Tren de invierno, libro álbum con texto de Susanna Isern, para Cuento de luz; Fango, novela de Gonzalo Moure, para Edelvives, y Por qué los gatos no llevan sombrero, libro álbum con texto de Victoria Pérez Escrivá…

Esta entrevista con Ester García tuvo como propósito conocer detalles sobre la creación de El más rápido, libro álbum con texto de Paula Carbonell, que forma parte del catálogo de Lóguez Ediciones. Esta obra fue distinguida con el Premio Fundación Cuatrogatos 2017 y sobre ella comentó el jurado: “Libro que habla, con un lenguaje preciso y dibujos de notable poesía, de pobreza extrema y de explotación infantil, pero también de sueños y de cálidos vínculos familiares. Un universo social e imaginario recreado con inteligencia, sensibilidad y maestría formal”.

¿Cómo llegaste a la ilustración de libros para niños?

A través de los libros que siempre hubo en mi casa, y que mi madre nos leía a mi hermano pequeño y a mí. Ella es maestra de Educación Infantil y una enamorada de la literatura infantil y juvenil. Crecimos con aquellas historias y dibujos, que fueron el primer contacto: Richard Scarry, Sempé, Tony Ross, Quentin Blake, Maurice Sendak, Rosemary Wells, David Mckee… Pasados unos años, estudiando Bellas Artes reconecté de alguna forma con aquel mundo en las clases de ilustración. Quizás nunca lo había abandonado y estaba ahí, latente.

¿Cuáles son los ilustradores que han sido claves en tu formación y en el proceso de materializar tu estilo propio?

Creo que siento admiración por el trabajo de muchos artistas, no solo ilustradores. Quizás de manera inconsciente muchos de ellos me hayan influido. Diría que más en un interés hacia sus temáticas y su obra, que en el aspecto de desarrollar un estilo. Desde Magritte o Brueghel, hasta Balthus o Arthur Rackham… O poniendo el ejemplo de dos ilustradores: me fascinan los trabajos de Javier Serrano y Francisco Meléndez.

¿Qué te atrajo de El más rápido?

Desde la primera lectura, me impresionó mucho la historia. Era cautivadora la aparente sencillez del texto, la limpieza con la que Paula Carbonell narraba y las posibilidades de contar algo diferente desde el punto de vista de la ilustración. Inmediatamente imaginé en mi cabeza las formas de representar lo que acontecía en la historia, y qué elementos podía aportar a la misma.

¿Cómo fue el proceso de creación con Paula?

Fue muy fácil, y muy gratificante. Paula y yo nos entendemos muy bien a nivel de trabajo, y colaboramos a la hora de elaborar el libro. Nos reunimos en varias ocasiones para hablar sobre la historia, y tanto ella como yo estábamos dispuestas a debatir o cambiar cosas en favor del conjunto del libro. Algo que siempre agradezco a la hora de trabajar, ya que es muy positivo que dos autores se comprendan y vayan acompasados a la hora de crear un libro. Eso siempre será beneficioso para el resultado.

¿Qué técnicas utilizaste y por qué?

Empleé acuarela, lápices de color y grafito. También recorté y pegué algunas zonas de las ilustraciones a modo de collage, lo que aportaba algunas sombras ligeras a los dibujos. Quería que fuesen una ilustraciones en tono realista, cercanas a la historia que cuenta Paula, que está inspirada en un hecho verídico. Eso ayudaría a fijarlas en un contexto real, el del protagonista, y a la vez en otro onírico mediante la presencia del guepardo.

Tus ilustraciones transmiten una gran verosimilitud tanto en el tratamiento de los personajes como de los escenarios. ¿Cómo lo lograste, investigaste para recrear ese entorno?

Fue fundamental hablar con Paula acerca del origen de la historia, de la localización y de qué le había llevado a escribir sobre Dula. De su motivación. Ella me comentó que este texto surgió tras ver un documental sobre niños que trabajaban limpiando pescado junto al lago Awasa, en Etiopía. Se llevaban el pescado a la boca, mordían la piel con los dientes y la sacaban entera. La escena le impresionó tanto que escribió sobre ello. Tras localizar la historia y leer sobre el lago Awassa, ver muchas imágenes, conocer el entorno y la fauna y visionar algunos reportajes, reuní la suficiente documentación como para poder trabajar partiendo de esa base.

Otro de los libros que has ilustrado, la novela Alma y la isla (Anaya), de Mónica Rodríguez, también toca graves situaciones en las que está inmersa parte la niñez de distintos países. ¿Cuál es la mayor dificultad al enfrentarte a este tipo de obras y qué te atrae de ese reto?

Me interesan las buenas historias, los niños y sus mundos, la existencia de distintas realidades. El desafío es siempre es tratar de acercarnos desde la honestidad, aportando una visión personal, y no caer en estereotipos. Empaparnos del texto y luego alejarnos para saborear su poso, y trabajar desde ahí. Me gusta el empleo de metáforas, que hagan al lector hacerse preguntas, que generen un interés visual y de significado. Es fundamental trabajar con aquello que no aparece en el texto, contar aquello que no es evidente. Supongo que en eso consiste el reto.

¿Qué te aportó como artista y como ser humano la realización de El más rápido?

Como ilustradora ha supuesto mucha satisfacción, ya que los reconocimientos fueron varios. Comenzando por vuestro Premio Fundación Cuatrogatos 2017. También fue el Tercer Premio en la Feria de Ilustración de Emiratos Árabes en 2017, y resultó finalista en The Golden Pinwheel Young Illustrators Competition en la Feria del Libro infantil de China, en Shanghai.

Y como persona la felicidad de comprobar que ha llegado a niños y lectores de diversos lugares del mundo. Observar las caras de los más pequeños mientras escuchaban contar a Paula la historia. Y llevarme esa sensación de que los álbumes siempre serán algo universal.

Un pensamiento en “Conversamos con Ester García sobre “El más rápido” (Lóguez Ediciones)

  1. Desde muy joven mostró sus dotes en los dibujos que realizaba, la sensibilidad y la calidez que trasmiten. Es una ilustradora excepcional .

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