Entrevista con José M. Fernández Pequeño sobre su libro para niños “Bredo, el pez”

Este sabado 14 de octubre, a las 5:30 p.m., la Fundación Cuatrogatos presentará en la librería Altamira (219 Miracle Mile, Coral Gables, FL 33134), en colaboración con Miami Book Fair, dos libros para niños y jóvenes firmados por destacados escritores cubanos residentes en Miami.

En ambos casos se trata de obras ganadoras de certámenes literarios: Mi última clase, de Daisy Valls, obtuvo el premio Migraciones: Mirando al Sur, convocado en 2009 por la Agencia Española de Colaboración Internacional para el Desarrollo, y Bredo, el pez, de José M. Fernández Pequeño, ganó el Premio Anual de Literatura Infantil Aurora Tavárez Belliard en el 2015.

Mi última clase reaparece por el sello Eriginal Books, en edición bilingüe español-inglés y con ilustraciones de la artista María Sánchez, mientras que Bredo, el pez vio la luz este año 2017, publicada por la Editora Nacional de República Dominicana.

Cuatrogatos entrevistó al escritor José M. Fernández Pequeño para conocer detalles sobre su producción literaria para niños y, específicamente, sobre Bredo, el pez, su más reciente título:

¿Qué te atrae de la narrativa para niños?

El receptor. En lo que a la literatura para niños se refiere, soy un advenedizo, un escritor que llega de visita proveniente de la narrativa para adultos. Hablando con propiedad, nunca he escrito “para niños”, siempre lo he hecho “para ciertos niños”. Cuentos para Angélica (2003) fue un instrumento para dialogar con mi hija y nunca tuvo la pretensión de que se publicara en forma de libro. Ahora, Bredo, el pez (2017) fue escrito para mis nietos y mi hijo menor, quienes, por cierto, son personajes-peces en el texto. En ambos casos, se trata de trabajos completamente distintos a los que me plantea la literatura para adultos: mientras en esta última nunca tengo un propósito (ni claro ni oscuro) aparte de contar una historia, en la literatura para niños ese propósito extratextual está no solo muy definido desde el principio, sino que es el estímulo esencial para sentarme a escribir.

José M. Fernández Pequeño

¿Cómo surgió Bredo, el pez y cómo fue el proceso de escritura de esta obra?

Desperté una madrugada repitiendo el nombre de Bredo, algo frecuente en mí, y ya no se fue más. A partir de ahí coincidieron varias circunstancias. La primera, yo había escrito dos libros de cuentos para adultos de un tirón y llevaba muy avanzado un tercero, así que sentía la necesidad de cambiar el tono y el enfoque. La segunda, desde siempre había tenido el deseo de escribir una aventura pura y dura. La tercera llegó en forma de nube terrorífica. Tengo hasta ahora tres nietos, todos nacidos fuera de Cuba, y tengo además la experiencia de lo difícil que resulta hacer entender a los estudiantes cuando preguntan por “el caso cubano”; pues me cuestioné con verdadera preocupación, qué pasaría en el momento que mis nietos tuvieran edad para preguntar por qué su abuelo había decidido irse a vivir fuera de su país de origen y yo no estuviera para explicarme. La cuarta es un acto de magia literaria. Mi esposa y yo queríamos tener un hijo, llevábamos ya cuatro años soñándolo, y me di cuenta de que podía ayudarlo a venir escribiendo Bredo, el pez.

Me senté una mañana frente a la computadora, escribí la dedicatoria tal y como aparece en el libro hoy, se la mostré a Karenia, y empecé a escribir sin tener una idea de cómo sería la historia, que se fue armando capítulo a capítulo a medida que avanzaba, lo que además me obligó a desarrollar la investigación sobre el mundo marino al mismo tiempo que escribía. Fue retador y maravilloso dejarse arrastrar todo el tiempo por la intuición, que en este caso funcionó con asombrosa precisión. Cuando terminé el primer borrador, la novela tenía su estructura definitiva: dos partes de cuatro capítulos cada una.

¿Cómo definirías esta obra y qué quisieras que despertara en sus lectores?

La definiría como una aventura que canta a la libertad, o mejor, a la necesidad de asumir con coraje los riesgos que toda libertad implica cuando se construye apegada a una sólida ética personal. El hecho de ubicar la historia en el fondo del mar me dio no solo un mejor material para acrecentar su interés, sino sobre todo la posibilidad de tomar distancia ante las referencias políticas directas o la crítica social, al tiempo que me entregó un escenario donde la ternura resultó indispensable. Así veo el libro. En el caso del lector, él sabrá interpretar esa metáfora a su manera, que estoy seguro es mucho más inteligente que la mía.

¿Qué significó para ti ganar con Bredo, el pez el Premio Anual de Literatura Infantil Aurora Tavárez Belliard 2015 de República Dominicana?

Mucho. No necesito extenderme sobre lo que representa el exilio para un escritor y cuánto afecta no contar con un espacio lector de referencia a la hora de escribir. Debo a la República Dominicana una cultura extraordinaria, que disfruto al recrearla y mezclarla inmisericordemente con la cubana, además de un espacio que me protege de la orfandad. Por otro lado, al recibir por segunda vez el premio literario más importante que otorga la República Dominicana a textos específicos, tuve también la oportunidad de que el Bredo, el pez fuera publicado por la Editora Nacional con un rigor y un profesionalismo extremos.

¿Qué representa para ti presentar esta novela en la librería Altamira de Miami junto a Mi última clase, de Daisy Valls?

Imagínate. Que Bredo cuente en su presentación miamense con los auspicios de la prestigiosa Fundación Cuatrogatos, la Feria del Libro de Miami y la librería Altamira, es un honor que no puedo sino agradecer. Si a eso sumas que lo hará junto a un libro de Daysi Valls, entonces la satisfacción se hace infinita. Me une a Daysi una amistad de muchísimos años, desde que ella era una excelente editora en La Habana y yo uno de los locos que organizaban el Festival del Caribe en Santiago de Cuba. Pero, además, la muy sensible historia que cuenta Mi última clase se complementa perfectamente con Bredo, el pez. Y es así lo mismo por las diferencias entre los textos, como por la coincidencia de referirse ambos a la tragedia humana de los desplazados, un asunto de la más dolorosa actualidad. No hay dudas, Bredo es un pez afortunado, a medida que navega, va encontrando aguas más propicias e inmejorables compañeros de viaje.

Presentación de los libros Mi última clase, de Daisy Valls, y Bredo, el pez, de José M. Fernández Pequeño.
Sábado 14 de octubre, 5:30 p.m.
Altamira Libros (219 Miracle Mile, Coral Gables, Miami, FL 33134).
Evento organizado por Fundación Cuatrogatos y Miami Booki Fair.

 

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