Ayer 9 de septiembre de 2020 falleció en Miami la artista cubana Rosa Salgado, de larga y reconocida trayectoria en la ilustración de libros infantiles. La Fundación Cuatrogatos lamenta la pérdida de una creadora sencilla y afable, que durante cuatro décadas concibió las imágenes gráficas de muchos de los libros que leyeron los niños de su país natal.
Nacida en La Habana, en 1942, Rosa Salgado se integró en 1972 a la editorial Gente Nueva. Trabajó como parte del equipo de diseño de la editorial durante su carrera profesional en Cuba, que se extendió hasta la década del 2000, cuando se radicó en Estados Unidos con su familia.
En 1980 y 1988 ilustraciones suyas fueron seleccionadas para ser exhibidas en la Bienal de Ilustraciones de Brno. En el año 1990 recibió el premio La Rosa Blanca, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, por sus dibujos para el poemario Palomar, de Dora Alonso. Al año siguiente obtuvo una mención de honor en el concurso El Arte del Libro, también en Cuba.
En declaraciones en 1999 para la revista cubana En julio como en enero, Rosa Salgado definió su trabajo de la siguiente manera: “Mi obra es como yo, romántica y a la vez con un toque de comicidad; esa es la línea que disfruto y creo que ayuda a vivir”. ¿Sus ilustraciones favoritas? “Todas aquellas con las cuales he disfrutado haciéndolas (…). Espero que hayan producido idéntica satisfacción a los niños, a quienes se las he dedicado con todo mi amor”.
En 2013, obras de esta artista de larga trayectoria fueron exhibidas la exposición Contar el cuento. Ilustradores cubanos de libros para niños, organizada por la Fundación Cuatrogatos en colaboración con la Colección Herencia Cubana de la biblioteca Otto G. Richter de la Universidad de Miami.
Durante sus largos años de trabajo en Gente Nueva, Salgado ilustró, entre otras muchas obras de autores cubanos: El conejito descontento (1973), de Freddy Artiles; Para que ellos canten (1974), de Nersys Felipe; Cantos del bosque (1974), de Edwigis Barroso; Doñita Abeja y doñita Bella (1976), de Dora Alonso; Cuentos de abuelita Nana (1977), de Mayda Royero Lugo; Un paseo por La Habana (1978), de María Teresa Sánchez Arrieta; El automóvil que quería ser útil (1979), de Josefina Fernández; Cuentos de Miguel y Laura (1978), de Raúl González de Cascorro; Pequeñitos (1979), de Sergio Sánchez Tortoló; La gotica de agua (1979), de Helvio Corona; Jaula abierta (1980), de Alberto Serret; El pavo cantor (1980), de Freddy Artiles; De dónde vienen los niños (1980), de Julio Crespo Francisco; La pelota roja (1980), de José Bertrán; Maíz regado (1981), de Aramís Quintero; Rondas y rondeles (1981), de Denia García Ronda; Uno, dos y tres (1984), de David Chericián; Las travesuras de Gui (1984), de Wichy Guerra; Fábulas del monte (1986), de Armando Cristóbal Pérez; ¿Adónde van? (1987), de Hilda de Oraá; Ruandi (1988), de Gerardo Fulleda León; Los pequeños poemas de Abuelo Cantarín (1988) y Las increíbles aventuras de Chirri (1989), de Julia Calzadilla; Vacaciones en Romerillo (1990), de Omar Felipe Mauri; La ballena negra (1992), de Josefina Martín Verrier; Machacando almendras (1992), de Eric González Conde; Cuentos como flores y cantos para raíces (1994), de Luis Caissés Sánchez; El libro del orégano (1997), de Esther Suárez Durán; Cartas a Carmina (2002), de Ivette Vian Altarriba; Nube de cristal (2003), de Mercedes Santos Moray, y Ámame, Claudia (2004), de Magaly Sánchez Ochoa. Como autora integral dio a conocer Mi libro de animales (2002), Abecedario infantil (2002), El árbol (2003), Viajando con mis amigos (2004), Donde vivo (2005) y Juega y aprende (2009).
Para la misma editorial ilustró también libros de autores de otras nacionalidades, como El capitán de la primavera (1984), selección de poemas de Antonio Machado realizada por Waldo González López; Cola de flor (1984), de la argentina Laura Devetach; Saltoncito (1986), del uruguayo Francisco Espíndola; La niña que iluminó la noche (1987), del estadounidense Ray Bradbury; La voz del caracol (1989), del costarricense Rodolfo Dada, y El mago de Oz (1997), del estadounidense Lyman F. Baum.
Sus colaboraciones con otros sellos editoriales cubanos fueron muy reducidas. Para la editorial Casa de las Américas ilustró uno de los cuentos del libro Monigote en la arena (1975), de Laura Devetach, y también la novela para niños Cocorí (1987), del costarricense Joaquín Gutiérrez. Para Ediciones Unión hizo las ilustraciones de Barco de sueños (1989), de José Manuel Espino.
En Estados Unidos, durante la última etapa de su vida, realizó pocos trabajos de ilustración, entre ellos el libro Cielo despejado (2011), de Emma Artiles.
La Fundación Cuatrogatos despide a la artista Rosa Salgado con cariño y admiración.