Del lunes 10 al sábado 15 de octubre se realizará en Miami el evento Fiesta de la Lectura / The Reading Festival, organizado por la Fundación Cuatrogatos con el apoyo de diversas instituciones culturales y educativas. En esta oportunidad, la Fiesta de la Lectura contará con la presencia, como invitada especial, de la escritora Georgina Lázaro, la figura más sobresaliente de la literatura para niños de Puerto Rico. Gracias a la colaboración de Santillana USA, durante la semana próxima esta destacada autora tendrá encuentros con niños en diferentes espacios de Miami y también participará en un seminario sobre promoción de lectura dirigido a maestros de español de las escuelas públicas.
Con motivo de la visita de Georgina Lázaro a nuestra ciudad, le hicimos una decena de preguntas que ella respondió amablemente:
¿Cómo, cuándo, por qué empezaste a escribir versos?
Empecé a escribir de pequeña, como un juego, creo que como una respuesta a mis lecturas y una forma de dar salida a mis sentimientos o de guardar mis recuerdos. Me gustaba leer poesías y supongo que quise hacer el intento de rimar. No sé desde cuándo empecé, pero cuando murió mi abuelo apareció entre sus papeles una poesía muy corta dedicada a él, identificada con mi nombre escrito con aquella letra tan bella de la gente de antes. ¡Eso fue hace mucho tiempo! Me gustaría haber guardado el dato para saber cuánto, pero en aquel momento no pensé que alguien me haría esta pregunta.
Tu desempeño como maestra durante varios años, ¿qué le aportó a tu carrera como escritora?
Tu pregunta me hace reflexionar. No lo había pensado hasta ahora. Mi desempeño como maestra aportó de varias formas a mi carrera como escritora en un momento en que ni soñaba con escribir para publicar. Aunque mi familia grande había sido un buen laboratorio (siete hermanos y muchos primos), ser maestra me dio la oportunidad de conocer muchos niños fuera de mi entorno; otros niños de diferentes edades, intereses, capacidades y ambientes. Me hizo percibir las deficiencias de la mayoría de ellos en sus hábitos y habilidades como lectores. Desde entonces soy “promotora de la lectura”, aunque no lo sabía, y ese empeño me hizo volver atrás, a mis lecturas de niña, y mirar hacia delante buscando nuevas lecturas con la esperanza de contagiar mi gusto a todos. Creo que esa es una de las razones, aunque no la única, por la que lo que escribo es apropiado para niños –aunque me gustaría pensar que en muchos casos no excluye al adulto–, porque escribo desde ese rincón de las lecturas de mi infancia.
¿Qué autores u obras te sirvieron como paradigmas en el inicio de tu carrera o han tenido una influencia en tu trabajo dentro de la literatura infantil y juvenil?
Mis lecturas de niña iniciaron mi carrera. Cuando quise contar algo, lo que leí en mis primeros años me sugirió, desde los sentimientos, cómo hacerlo: “A Margarita”, de Rubén Darío; “Poemas sencillos”, sus poemas a los niños, y especialmente “Los zapaticos de rosa” de José Martí; “Los peregrinitos”, de Federico García Lorca; “Las canciones de Natacha”, de Juana de Ibarburou; “El burro enfermo” y “El romance del señor don Gato” entre muchos otros. Pero lo que busqué, encontré y leí siendo mamá y maestra empeñada en convertir a los niños que me rodeaban en lectores apasionados, me provocó el deseo de escribir algo como aquello y me sirvió no solo de inspiración, sino de modelo: la poesía de Isabel Freire de Matos, la de Ester Feliciano Mendoza, la de Carmelina Vizcarrondo, la de José Antonio Dávila, la de Rafael Pombo, la de Jairo Aníbal Niño; la obra de Maurice Sendak y la de María Elena Walsh… Hoy muchos otros compañeros y amigos siguen abriendo puertas y mostrándome caminos: Ana María Machado, María Teresa Andruetto, Marina Colasanti, María Cristina Ramos, Liliana Cinetto… La lista no tiene fin.
Buena parte de tus poemas narran una historia, son cuentos en verso, ¿qué te atrae de esa vertiente?
Antes de saber leer me gustaba mucho que me contarán cuentos. Siempre estaba pidiendo un cuento. Cuando aprendí a leer y ya no dependía de nadie para entretenerme con las palabras, me reencontré con la poesía que me devolvía palabras llenas de ternura como aquellas de mis primeros años: las nanas, las primeras canciones, las rondas. Me encantaba la musicalidad de la rima y el ritmo de la métrica, aunque no sabía el significado de esas dos palabras. Entonces un día descubrí la combinación de esos dos gustos –la narración y la poesía– en obras como “A Margarita”, de Rubén Darío, o “Los zapaticos de rosa”, de José Martí. Esas lecturas dejaron una huella y cuando quise contar recuerdos o inventar cuentos me salía, como un instinto, el verso.
Tu bibliografía es muy amplia. ¿Qué títulos recomendarías a un lector interesado en acercarse a tu obra, y por qué?
Me gusta que los lectores busquen, hojeen, escojan y descarten a su gusto y libremente; que salten de un libro a otro y que regresen al mismo una y otra vez, pero si tuviera que recomendar le preguntaría qué busca. Si busca historias sobre sucesos que han vivido otros niños le ofrecería El flamboyán amarillo, La niña y la estrella, Mi gorrita, Mi caballo o Hay magia en la Canaria. Si quiere leer algo que le haga reír le recomendaría Don Quijote a carcajadas, Dos amigos, La gran travesura de mi perro dominguero, El acertijo del lagartijo o Lo que le pasó a Nina, ¡Pamplinas! Si está interesado en saber cómo fue la niñez de los grandes escritores, dónde y cómo vivieron, le recomendaría Conoce a Gabriela Mistral o cualquiera de los libros de la serie Cuando los grandes eran pequeños: Julia de Burgos, Juana Inés de la Cruz, José Martí, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca o Gabriel García Márquez y, muy pronto, Rubén Darío. Si quisiera leer cuentos sobre animales le recomendaría El mejor es mi papá, ¡Viva la tortuga!, Una fiesta azul o Conoce a Pablo Neruda –que narra la relación del poeta con una mangosta. Si quisiera leer sobre lugares o costumbres de Puerto Rico, le recomendaría ¡Ya llegan los Reyes Magos! o Puerto Rico de la A a la Z.
Y no sigo. Es larga la lista, pero, como dije, prefiero que los lectores escojan entre los buenos libros. La experiencia me ha enseñado que muchas veces el libro escogido por el lector, aunque sea el que menos pensábamos, es el que produce la magia.
¿Cómo ves el panorama actual de la literatura infantil y juvenil en Puerto Rico?
Tenemos serios problemas económicos en Puerto Rico. Como resultado de esa situación la mayoría de las librerías ha cerrado. Pero las que siguen abiertas están dando mucha importancia a nuestra literatura infantil y a la que nos llega de afuera en español. Además quedan casas editoras produciendo libros de gran calidad y ofreciendo certámenes que estimulan a los escritores y seleccionan lo mejor.
A pesar de que no existen datos, me aventuro a decir que la literatura infantil sigue “de pie y en marcha”, no solo en lo que se produce sino en las actividades que se hacen para promocionarla. Y los lectores se han educado; buscan, saben lo que quieren y no se conforman con cualquier cosa.
He leído alguna vez que cuando hay crisis se lee más. Leer es un entretenimiento menos costoso. Tal vez algo así está pasando. ¡Qué suerte para los niños! ¡Qué suerte para todos!
Recientemente Santillana USA ha vuelto a publicar, en una hermosa edición con ilustraciones de la argentina Marcela Calderón, tu obra El mejor es mi papá. ¿Cuál fue el origen de esta creación y qué significado tiene para ti?
Todo comenzó con un artículo del New York Times sobre los caballitos de mar que me envió una editora y amiga con el comentario de que estaba bueno para un cuento. Como sabes (¡¿o no?!), de la pareja de hipocampos, que así también se llama el caballo de mar, es el macho quien en una bolsa que tiene en el vientre guarda los huevos fecundados, protegiéndolos hasta que terminan de desarrollarse. ¿No se parece esta función más a la de una madre?
Ese artículo, en vez de motivarme a escribir un cuento sobre los caballitos de mar me hizo pensar en mi papá, porque él rompió los esquemas y asumió con naturalidad y amor roles que se asignaban a las madres en una época en que eso no era lo usual. Por eso quise rendirle un homenaje a él, que, según cuentan, era quien tenía paciencia para estar largo rato conmigo –que tenía dificultad para mamar– dándome el biberón e intentando que comiera. Además, lo recuerdo desenredándome el pelo para evitar que tuvieran que cortarme los nudos, o jugando conmigo a las escuelas cuando mis hermanos no querían, o arreglando mis muñecas rotas simulando que era un médico. Rezaba conmigo al acostarme, se levantaba para cambiarme las sábanas de la cama y la pijama cuando “me asudaba” (ese es otro cuento que recuerdo en Lo que le pasó a Nina), Según fui creciendo contestó mis preguntas difíciles, me enseñó a bailar y a enfrentar la vida y la muerte con valentía.
Es natural pensar que uno tiene la mejor mamá –yo la tuve–, pero no siempre se piensa en un padre como el mejor. Yo lo pensé muchas veces desde los años de mi niñez y quise decírselo como sé que pueden decirse las cosas importantes: con un cuento. Entonces se me ocurrió escribir una historia de un concurso de padres excepcionales del reino animal en el que el ganador sería el mejor papá. Para eso investigué en enciclopedias y libros sobre animales, ya que en aquel tiempo, por lo menos para mí, no existía el Internet. Cuando tuve una lista razonable de candidatos me senté a escribir. Al final ganó mi papá, porque en él se suman los atributos de cada uno de los participantes del concurso.
Sé que muchos de los lectores del libro también piensan que tienen o tuvieron el mejor papá. El papá del libro es el de todos. O puede que sea el papá que algunos aspiran a ser. También es el papá de Marcela Calderón, la ilustradora del libro, que hizo suya la historia y a través de sus imágenes y colores le dio un tono y una ternura que habla con emoción de que su papá fue el mejor.
En unos días estarás en Miami, participando en la Fiesta de la Lectura 2016, compartiendo con pequeños lectores y también con educadores. ¿Qué opinas de este evento, enfocado en el fomento de la literatura y la lectura en español en Miami?
Me encanta la proximidad de esas dos palabras: fiesta y lectura. Y me parece importante que esa fiesta de la lectura sea en español, esa lengua que une a muchas personas dispersas por el mundo y a tantas de ellas congregadas en Estados Unidos. Creo que leer en español no solo protegerá ese idioma de patria, sino que nos hará disfrutar y nos ayudará a transmitir y guardar nuestra cultura para las próximas generaciones.
Considero esta invitación como una oportunidad para compartir mis cuentos con los niños y comunicarles a los maestros mi convencimiento de que la lectura es la herramienta más importante de un estudiante y de que un niño que lee será un mejor ser humano.
Es para mí un honor participar en este evento. Muchas gracias por invitarme. Para mí la lectura siempre es una fiesta.
¿Qué le pides a un buen libro para niños? ¿Qué esperas hallar cuando abres sus páginas?
Alguien dijo que un buen libro para niños es el que le gusta también a los adultos. Eso espero de un buen libro para niños: que sea un buen libro también para mí. Que me invite a leerlo muchas veces, que tenga ilustraciones que también cuenten y, además, escondan secretos. Que sea entretenido, refrescante, ingenioso, que me emocione haciéndome reír o llorar o hasta causándome miedo, que me conmueva, que me haga preguntas o me las conteste y, ¿por qué no?, que me lleve de vuelta a ese juego, a ese sueño, a esa fiesta que fue mi niñez.
¿En qué trabajas ahora?
No te puedo hablar de lo que hago, no porque sea supersticiosa como Gabriel García Márquez, sino porque estoy dándole los últimos toques a un cuento que tenía guardado y que rescaté para someterlo a un certamen… y no debo decir más. Pero te hablaré de lo que estuve haciendo recientemente. Hace unas semanas acaba de salir Una fiesta azul, un libro publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña sobre una pareja de delfines que vive en el Caribe. Este año entregué, para la serie Cuando los grandes eran pequeños, de Lectorum, el libro sobre la niñez de Rubén Darío, que fue ilustrado por el nicaragüense Lonnie Ruiz, a quien conoceré personalmente el mes que viene en el Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ), en México. Hace unas semanas terminé, para la misma serie, un texto sobre la niñez de Mark Twain. Y hace un rato estaba revisando el texto final, y listo para la imprenta, de un libro ilustrado por Antonio Martorell, uno de nuestros artistas plásticos más reconocido, y que será publicado por Ediciones SM.
Como siempre, he estado visitando escuelas, librerías, bibliotecas, universidades y museos para leer mis cuentos o conversar con niños y grandes. Cuando regrese de Miami participaré en el Festival de la Palabra, un evento literario internacional que se celebra anualmente en Puerto Rico y que este año, en su séptima edición, será del 18 al 23 de octubre.
Como ves, no me aburro.
En el marco de la Fiesta de la Lectura 2016, Georgina Lázaro conversará con los niños de Miami y firmará ejemplares de sus libros en miércoles 12 de octubre, a las 2:00 pm, en la galería Imago (165 Majorca Ave, Coral Gables, FL 33134). También visitará las escuelas Sunset Elementary y Coral Way K-8 Center, y ofrecerá una charla y un taller para maestros de español de las escuelas públicas como parte del seminario Literatura, lectura y escuela, organizado por la Fundación Cuatrogatos y el Centro Cultural Español de Miami. Agradecemos a Santillana USA su valioso apoyo para la realización de estas actividades.
Le felicito por sus bellas obras escritas. Tenemos tantos escritores especiales y talentosos que nuestras escuelas desconocen. Hoy he tenido el placer de verle en un programa televisivo. Tengo 29 años en el magisterio , pero hoy la conocí. Nunca es tarde.
Muy interesante y amena entrevista. Un hermoso aporta a la Lietrartura Infantil y Juvenil.