Por Janina Pérez de la Iglesia
Que están obligados a desaparecer es algo cierto. Pañuelos de tela, carteros, serenos y delineantes, los pastores de cabras –y las cabras puede que también–, cocheros, herreros y amoladores de tijeras. En los últimos veinte años la tecnología avanzó más que en todas las épocas anteriores. Ya no somos Homo sapiens, ahora las máquinas piensan, se comunican y resuelven las tareas por nosotros. Volamos por el mundo con un teléfono inteligente entre las manos, aunque los pulgares se nos queden de piedra.
¿Le dicen algo estas palabras: creatividad, inteligencia, lenguaje, talento, motivación?
En la década de los sesentas, el doctor Michael Merzenich, graduado de la Universidad John Hopkins, da inicio a una serie de estudios sobre la función cerebral obteniendo resultados inimaginables: nuestro cerebro es maleable cual alambre de cobre. Los conceptos de un cerebro rígido, imposibilitado para el cambio a cualquier nivel, se vienen al piso. En la época de los computadores, somos capaces de reprogramarnos nosotros también. Los circuitos neuronales se reorganizan gracias al influjo externo y a las experiencias de cada persona. Y nuestro cerebro se ha reajustado a la era tecnológica lo mismo que un reloj suizo, con los engranajes funcionando como un todo.
Somos chat, wasap, instagram, fecebook y twitter. ¿Quién lo niega?
¿Y qué decir de nuestros chicos? La Generación Web, o del hipertexto. Nacen imbuidos en el mundo de la internet. Las cosas al momento. Y cabe la duda. ¿Con semejante carga de información a la mano por qué nuestros estudiantes no poseen un gran arsenal de conocimientos? ¿Por qué no comprenden lo que leen? ¿Por qué sus capacidades mentales no van en aumento?
Para comprender mejor cómo funciona nuestra memoria imaginemos una botella. El pico, o parte más estrecha, corresponde a la memoria a corto plazo o de trabajo. Focalizamos nuestra atención en un tarea cada vez, nos concentramos en ella, la asimilamos y la transferimos a la memoria a largo plazo, es decir, al fondo de la botella. A lo largo de la vida vamos creando un almacén de datos, una especie de biblioteca. Una página de internet es un bombardeo de información. Vínculos, anuncios, ventanas emergentes. Leemos de prisa, saltamos, nos adelantamos, retrocedemos, y nuestra memoria a corto plazo no es capaz de procesar semejante avalancha de conocimientos. Es por esto que muchas veces apagamos el computador y no somos capaces de recordar ni la mitad de lo que vimos en la red.
Y, gracias al doctor Merzenich, ya sabemos lo que va ocurriendo. Nuestros circuitos neuronales se adaptaron a esta especie de leer sin leer. Cuando se retoma la lectura tradicional en un libro de carne y huesos no somos capaces de concentrarnos, nos cuesta recordar, aprender.
No somos detractores de las redes. Pero todo en su justa medida, o como dicen los budistas, el camino medio. Facilitemos a nuestros chicos el acceso a libros comunes y corrientes, si, esos, los de las tapas con colores y hojas de papel. Disminuyamos las lecturas digitales. Regresemos a la época de los cuentos. No es difícil, no. Nuestros adolescentes están leyendo a más y mejor, se enganchan con las sagas, crean grupos virtuales para debatir cuál libro es mejor, se pasan la información unos a otros en una cadena de países y lenguas.
Contribuyamos a fomentar estos hábitos en ellos.
Cómprele un libro a su hijo. Envuélvalo en papel regalo y disfrútelo usted también, que no hay mejor enseñanza que el ejemplo.
Y tal vez dentro de diez años no tendremos carteros, ni serenos, ni pañuelos de tela, ni cabras ni pastores, pero tendremos una nueva generación más concentrada, creativa, capaz e inteligente.
¿Qué tal si su hijo es el próximo Einstein?
Janina Pérez de la Iglesia, escritora cubana nacida en Guantánamo, en 1969, graduada de Medicina en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Actualmente reside en Pasto, Colombia. Ha publicado con la editorial Norma las novelas para niños y jóvenes Los delfines están llorando, Un ángel en el cuarto de huéspedes, Gatos en el tejado, El disfraz y Oro salvaje. Pueden visitar su blog haciendo clic aquí.
Uno de los mejores artículos !!! Gracias @Cuatrogatos por recomendarlo
Excelente nota,muy esclarecedora para los que amamos los libros “de Pael”como dicen los chicos
Gracias