Detrás de NiñoCactus, el seudónimo que usa para firmar sus creaciones, está Alberto Martín Tapia, un médico rural y cuentacuentos nacido en Salamanca, España, en 1979. Alberto afirma que “de pequeño me gustaba tan poco comer, y tanto los cuentos, que mis padres prometieron regalarme un libro cada vez que engordase un kilo. No recuerdo bien cuándo dejaron de hacerlo, pero ya era tarde y mi cabeza se había llenado personajes que crearon su propio mundo. Ahora, de mayor, he decidido contar sus historias que, sin querer, a veces se mezclan con mis recuerdos”.
Este creador ha dado a conocer las obras Cuentos menguantes (2011) y Comino (2015). Su libro El secreto de Sofía (La Guarida Ediciones, 2014), con ilustraciones de la artista argentina Claudia Degliuomini, fue escogido como uno de los 20 ganadores del Premio Fundación Cuatrogatos 2015.
En esta entrevista, NiñoCactus nos habla sobre sobre su obra premiada, sobre la escritura de microficciones y sobre qué lo atrae de los lectores infantiles, entre otros temas.
¿Cómo llegas a la literatura infantil?
Más que una llegada es un regreso. No recuerdo muy bien cuándo dejé de leer literatura infantil, pero sí sé que muy pronto me atrajeron las novelas y los libros para adultos. Muchos años después, enamorado del trabajo de amigos ilustradores y de la fascinación que me producían los narradores orales, volví a los cuentos. De este modo descubrí imaginarios desconocidos, la riqueza de unos textos seductores y un montón de sonrisas. Muy pronto pensé: “Yo quiero escribir este tipo de historias”. Y mis relatos mantuvieron su ternura, pero cambiaron la tristeza por alegría.
¿Por qué escogiste ese seudónimo?
Hace ocho años abrí un blog de cuentos con Juan Cuesta, uno de mis mejores amigos y compañeros de creación. Él firmó la primera historia con el seudónimo de Ning1. De alguna manera, sentí que estábamos entrando en una realidad paralela dentro de internet, y que iba a necesitar un alter ego.
NiñoCactus es el protagonista de la primera microficción que escribí: “A NiñoCactus nunca le invitaban a los cumpleaños. Hoy le ha salido una flor”. Siempre he sentido cariño por este brevísimo personaje y, al tomar su nombre, comenzó la aventura.
¿Cómo y por qué surge El secreto de Sofía?
El secreto de Sofía surge por encargo. Fernando Rubio, editor de La Guarida, se puso en contacto conmigo porque quería un libro de microficciones para niños. Había leído los relatos de mi blog, Borrón y cuento nuevo, y le parecía que yo era la persona idónea para dar vida a su proyecto. La idea: una serie de relatos completamente independientes que al terminar estuviesen relacionados entre sí. Le gustaba la imagen de objetos cotidianos que finalmente formasen parte del juego de una niña.
Acepté el desafío con mucho gusto. Tenía la oportunidad de dar rienda suelta a la imaginación, de mezclar el absurdo con la dulzura, el humor con los recuerdos, lo extraordinario con lo cotidiano. Me encanta mirar alrededor con otros ojos, buscar esa magia invisible que nos acompaña a diario, y este libro me permitía jugar con todo ello. Sin embargo me salté algunas de las reglas iniciales: establecí un hilo conductor entre las historias a través de la familia de Sofía, introduje guiños que unían unas microficciones con otras… Y, por supuesto, cada microficción tiene su propia historia detrás.
¿Cuáles son las bondades y los retos de la microficción como género literario?
Quizás las bondades y los retos se mezclan, y por eso dan lugar a un género tan atractivo para escritores y lectores. Para mí es fundamental, al terminar de leer una microficción, sentir que me he zambullido en una historia con los ojos abiertos. Al llegar al punto final, y volver a tomar aire, necesito estar empapado por completo, y no sólo haberme mojado los pies. Ése es mi reto al escribir, y la gran satisfacción cuando lo consigo.
¿Algún modelo o paradigma al incursionar en las microficciones?
Me resulta imposible seleccionar sólo a unos pocos autores de referencia. Incluso aquellos que escriben novela o ensayo poseen un párrafo que es un pequeño relato en sí mismo.
A la hora de crear, me ha ayudado mucho todo el trabajo de improvisación que hice en teatro y clown. La premisa es que toda propuesta es válida y debe ser aceptada y desarrollada. La razón no puede decir que no a la imaginación. A partir de ahí, es imprescindible dejarse sorprender.
En tu opinión, ¿qué aportan las ilustraciones de Claudia Degliuomini a tus ficciones?
Claudia acentúa el lirismo de los relatos. Consigue crear un universo de suaves trazos en los que los personajes se mueven a su antojo, libres de la limitación de las palabras. Cada ilustración es también una historia y, dentro de su aparente simplicidad, está repleta de detalles y sensaciones.
¿Qué comentarios o reacciones has recibido de los niños sobre El secreto de Sofía?
Éste es el mayor regalo: todas las anécdotas, críticas, reacciones de los niños… Me encantaría poder asomarme a través de una ventana y ver su cara al leer mis cuentos.
Sara, de 7 años, se lo recomendó a su abuela nada más terminar de leerlo. «Te va a encantar», le dijo.
Ianna, de 3 años, pide que le lean cada noche «el cuento de Sofía y su abuelito». «Porque me gusta mucho», responde cuando le preguntan el motivo.
“Se nota que está escrito con tranquilidad”, comentó una niña. “En realidad es un cuento largo con capítulos”, dijo otro. “Eso no puede ocurrir de verdad”, apuntan los más escépticos.
Me emocionó mucho saber que una niña había incluido el libro en su carta a los Reyes Magos. Había escuchado las historias en un cuentacuentos que hice en su colegio unos meses antes, y desde entonces quería tenerlo. Por supuesto, los Reyes Magos cumplieron su deseo.
¿Qué te atrae de los lectores infantiles?
Galeano, en uno de los relatos de El libro de los abrazos, presenta a un escritor intentando convencer a una niña de que se coma su plato de sopa mientras le cuenta un cuento. Concluye así: «Y entonces la niña lo interrumpió: —Qué pajarita de mierdita —opinó».
Los niños saben lo que les gusta fuera de cualquier convencionalismo, y son sinceros. Les encanta releer y volver a escuchar las historias que les han cautivado. Incluso disfrutan más cuando ya saben lo que va a ocurrir, porque eso les permite participar de toda la narración.
¿Cómo describirías el panorama actual de la LIJ en España?
Nos encontramos en un momento muy interesante, de gran riqueza creativa y de enorme exigencia. Hace años que desde las bibliotecas se realiza una importante labor de animación a la lectura, no sólo con los niños, también con padres, profesores, libreros… Lo primordial no es que los niños tengan que leer, sino que lean libros buenos. Este trabajo, poco reconocido, ha dado paso a una generación bien formada y crítica que pone en alza este tipo de literatura, y fomenta la aparición de espacios para el diálogo y la creación.
También hay que reconocer el valor y esfuerzo de pequeñas editoriales que están apostando por nuevos creadores. Gracias a ellas ven la luz proyectos interesantes que rompen los esquemas tradicionales y aportan un valor añadido a la lectura.
¿Qué desearías encontrar al abrir un libro para niños?
Una buena historia, sorprendente, divertida y capaz de emocionar. En realidad le exijo lo mismo a un libro infantil que a uno para adultos. La única diferencia, es que en el infantil, si las ilustraciones son buenas, las sensaciones se multiplican de forma exponencial.
¿Nuevos proyectos?
Siempre. La creatividad forma parte de mi manera de vivir: ya sea escritura, teatro, música, narración oral… Ahora mismo se acaba de publicar Comino en la editorial Libre Albedrío, ilustrado por Jacobo Muñiz. Se trata de un proyecto anterior a El secreto de Sofía, que ha estado durante años en las cuidadosas manos de Jacobo, entretejiendo con las imágenes una lectura paralela al texto.
Tengo varias historias acabadas esperando encontrar su editorial: “Los sueños de Julieta”, “¡Eso no es una mancha!”, “Guille Saltaolas”… Y otras en proceso: “Colección de vidas extrañas”, “Versos para vestirse de cuento”… Pero no hay prisa. “Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya; porque la vida es larga y el arte es un juguete” (Antonio Machado).
Enhorabuena Alberto, nos sentimos orgullosos de tener a la familia en nuestro entorno. Un abrazo familiar.