La artesana de las nubes es lo que se dice un buen ejemplo de colaboración multinacional en el campo de los libros para niños y jóvenes: una escritora de España (Bianca Estela Sánchez), una ilustradora de Chile (Leonor Pérez) y una editorial de México (Fondo de Cultura Económica). Por sus valores literarios y plásticos, esta obra fue escogida como una de las ganadoras del Premio Fundación Cuatrogatos 2016.
Para conocer más acerca de La artesana de las nubes enviamos un cuestionario a la poeta y narradora Bianca Estela Sánchez (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1982). Aquí compartimos nuestras preguntas y sus respuestas:
¿Qué te impulsó a incursionar en la poesía para niños?
Siempre me ha encantado la poesía, de hecho forma parte de mi vida y no solo de mis lecturas. La poesía puede estar en cualquier lugar, en un paisaje, en una mirada, en una persona, busco que haya poesía en mi vida. Si unimos eso a la mirada del niño la explosión es maravillosa. La poesía es la esencia de las cosas y en esa esencia todo es directo como el niño. En su mundo no hay hipocresía, su mirada es limpia, sin ningún revés como desgraciadamente encontramos a diario en el universo de los adultos.
¿Cómo surgió la idea de La artesana de las nubes? A primera vista, la soledad y el paso del tiempo podrían no parecer temas apropiados para el público infantil…
No caso con la idea de que hay temas para niños y otros para el resto. Dice Juan Mata, especialista en literatura infantil: “La seriedad de los niños ante el mundo es absoluta”, es una obviedad pero me paro a decirlo, no me tomo a la ligera el hecho de escribir para niños, para mí es un público muy exigente. Los niños no te van a dar una palmadita en la espalda si no les gusta lo que haces, esto es más propio de los adultos. Por el contrario, se levantarán, se distraerán o se pondrá a hablar y a mirar a todos los lados menos a ti. A los niños les preocupa la soledad o el paso del tiempo, solo hay que buscar la manera de hacérselo llegar.
La artesana de las nubes surgió hace unos años, cuando estudiaba en la Universidad y viajaba mucho en tren cada vez que iba a ver a mi familia. Siempre había mirado por la ventanilla y las nubes siempre habían estado allí, pero no fue hasta ese momento que las vi de verdad. Para escribir hay que aprender a mirar, puede haber una historia en cualquier rincón que está esperando que la cuentes. Fue aquel día en aquel tren que deseé que existiera alguien que modelara las nubes para mí. Y ahí empezó todo.
¿Qué retos trajo consigo la historia de Carmela Caldo? ¿Cómo fue el proceso de escritura?
Quería construir un personaje que incorporara rasgos de personas que han sido importantes en mi vida. El reto es que la suma de todos esos rasgos diera como resultado un personaje mágico. En la literatura, añadir muchos buenos ingredientes no es garantía de éxito. Es necesario elegir los adecuados y en eso consistió el proceso de escritura, en tener cuidado al elegir y al descartar.
¿Qué papel desempeñan las ilustraciones en este libro? ¿Tuviste comunicación con la ilustradora chilena Leonor Pérez cuando ella hizo su trabajo?
Cuando la editorial eligió a la ilustradora pensé que podía ser bueno que ella hiciera su trabajo con una visión totalmente libre del texto, estaba emocionada por ver cómo pintaban mis palabras. Creo que fue un acierto. Ha sumado nuevos matices a la historia y la ha enriquecido. Leonor Pérez es una artista increíble con una sensibilidad que me sobrecoge, estoy enamorada de su trabajo. A raíz de La artesana de las nubes nos hemos metido juntas en un nuevo proyecto desde cero, es maravilloso trabajar con ella.
Antes de La artesana de las nubes habías dado a conocer otro libro para niños, El bosque sin tiempo, ¿qué conexiones existen entre ambas obras?
Aunque una es prosa y la otra poesía, ambas tienen algo en común: tratar temas que no son “apropiados” para niños, como hablábamos antes. El bosque sin tiempo habla del paso del tiempo a través de un ratón que tiene alergia a las horas. Después de este y antes que La artesana de las nubes, se publicó en Colombia Un mundo sin palabras, gracias al premio Rafael Pombo, que vuelve a estar escrito en verso y que también salió en España con la editorial Valparaíso. ¿Qué ocurriría si de golpe las palabras salieran corriendo y con ellas todas las historias?
¿Qué autores y obras te han servido como paradigmas en tu trabajo dentro de la LIJ?
Muchos y muy diversos. He bebido de autores como James M. Barrie, Roald Dahl, Astrid Lindgren o El principito, de Saint-Exupery, por citar algunos de mis favoritos, pero también tengo que nombrar a Lorca o a Ángel González en poesía, por ejemplo. De todas formas es muy difícil elegir, son tantos los autores… Cualquier lectura es enriquecedora y en el peor de los casos te guía para saber lo que no quieres hacer nunca, que también se agradece. Creo que esto es un aprendizaje continuo y, además, me queda tanto por leer y por descubrir…
¿Qué puede aportar la poesía a los niños?
Todo lo que su imaginación y su inteligencia quiera despertar. La magia de la poesía reside, además de en la musicalidad que encierra un poema, en los juegos de palabras que les ayuda a saborear, manejar e inventar esas mismas palabras que en otros contextos parecen quietas y serias, como si de un ser temido se tratase, en la manera de mirar el mundo. La poesía tiene una manera muy especial de mirar, que descubre mundos y emociones que necesitan ser contados y que con demasiada frecuencia son olvidados en esta sociedad gris y llena de prisas.
¿En qué estás trabajando ahora?
Estoy en varias cosas, pero lo que realmente me está quitando el sueño es un cuento, en prosa esta vez, que cuenta la historia de un niño que nace flaquito y con gafas, donde su madre tiene que idear mil maneras para que el viento no se lo lleve debido a su delgadez, pero un desgraciado día no calcula bien la fuerza del aire y no le echa las piedras adecuadas en el bolsillo cuando va a la escuela. Por supuesto, el niño sale volando para vivir mil aventuras. Y ahí lo tengo, y no sé cómo bajarlo, aunque ya van surgiendo las ideas.
Como siempre aportes maravillosos,para los que quieren,saber más,y ser más sensibles,mejores personas y más poetas.
Gracias, María Cristina.