Reproducimos esta hermosa carta enviada por una lectora al periódico El Nuevo Herald, de Miami:
Perderíamos mucho si las bibliotecas desaparecieran físicamente. Ver los anaqueles llenos de libros, periódicos y revistas es una experiencia única. ¿Dónde más podríamos pasar por esta experiencia libre del costo de una compra?
En cada una de mis visitas he salido con la inspiración de leer un libro que desconocía, de investigar algo que vi o leí durante mi visita. Cuando voy, una vez termino lo que fui a hacer me recompenso caminando entre los anaqueles sin planes de buscar ni encontrar algo en particular. Solo mirar. Dejo que la gravedad de la curiosidad me guíe. Selecciono algún libro porque me llamó la atención, ya sea por el título, la textura del libro, el color de su portada, etc. Permito que mis sentidos visuales sean la brújula de mi vaivén entre los anaqueles. Saco el libro del anaquel y lo manoseo, lo hojeo y decido si lo llevo o no. Algo aprendo solo al seleccionarlo. A veces profundizo en el tema a través de Internet. El uso de Internet expande la curiosidad que despertó un libro que descansa en un anaquel de la biblioteca.
Entrar en contacto con temas –en la forma tangible de libros, revistas, semanarios y periódicos– cuya existencia desconocíamos es lo que llamo adquirir sabiduría al azar. Estos están en la biblioteca no necesariamente por sus altas ventas, sino porque ofrecen una ventana más de información. Aprender por la casualidad de tropezar con un libro, o mejor dicho, de descansar la mirada en un libro, periódico, semanario o revista que no planificamos es una experiencia maravillosa.
El mundo virtual nos facilita muchas cosas, pero no sustituye la experiencia de desfilar al azar entre filas de temas sin cesar. De poder palpar libros viejos y nuevos. Esto me demuestra la importancia de mantener todas las vías de información. Espero que podamos conservar las bibliotecas.
Nieves Ledia Pimienta
Miami