Desde el 24 de enero y hasta el 27 de abril de 2014, los admiradores de El principito –uno de los más famosos libros para niños publicados durante el siglo XX, traducido a más de 250 idiomas y dialectos–, tienen una cita en la Morgan Library.
Este museo y biblioteca de investigación, que tiene su sede en Madison Avenue, en Nueva York, presenta una exposición dedicada a la reverenciada obra del escritor y piloto francés Antoine de Saint-Exupéry: The Little Prince: A New York Story.
En la exhibición pueden apreciarse veinticinco páginas del manuscrito original, con palabras tachadas, quemaduras de cigarrillos y manchas de café. También cuarenta y tres de las primeras versiones de las acuarelas realizadas por Saint-Exupéry. La muestra se completa con varias ediciones curiosas del libro, cartas personales del autor, fotografías y objetos prestados por bibliotecas y museos de Francia y Estados Unidos.
El manuscrito incluye episodios de las andanzas del Principito que el autor eliminó de la versión final del libro, como los encuentros del protagonista con un tendero, que le da una lección de comercio, y con un inventor que tiene una máquina capaz de cumplir todas las necesidades con solo apretarle un botón.
“Saint-Exupéry era un autor muy diligente. Trabajó, trabajó, revisó, leyó en voz alta a la gente… Él estaba muy interesado en la respuesta de la gente a la historia”, asegura Christine Nelson, curadora de manuscritos literarios e históricos de la Morgan Library.
El relato El Principito fue escrito por Saint-Exupéry en el transcurso de los dos años que vivió en Nueva York (en Manhattan, cerca del Central Park, y en Long Island), durante la Segunda Guerra Mundial. En esa ciudad la obra tuvo su primera edición, en 1943. Cuando el autor se disponía a dejar Estados Unidos para volver a Europa y continuar prestando servicios al ejército francés como piloto de reconocimiento, hizo una visita, vestido de militar, al apartamento de su amiga Sylvia Hamilton en Park Avenue, para despedirse de ella.
“Me gustaría darte algo espléndido”, le dijo, “pero esto es todo lo que tengo”. Y le entregó una bolsa de papel arrugado. En su interior estaban el texto y los dibujos de El Principito.
Silvia Hamilton era una joven reportera a quien Saint-Exupéry conoció al poco tiempo de llegar a Manhattan. Aunque ella no hablaba francés ni él inglés, eso no fue obstáculo para que se enamoraran y mantuvieran una relación amorosa que, posteriormente, devino en amistad. Varios de los dibujos de El Principito fueron hechos en la vivienda de Hamilton. Se especula que el personaje central de la obra pudo estar inspirado en un muñeco de cabellera rubia que tenía la joven (ver muñeco en el extremo derecho de la foto de Saint-Exupéry, tomada en el apartamento de su amiga, que aparece a continuación de este párrafo) y que su perrito caniche pudo servirle de modelo para dibujar el personaje de la oveja.
En 1968 la Morgan Library le compró a Silvia Hamilton el manuscrito y los dibujos, y desde entonces esos originales de Saint-Exupéry se sumaron a los grandes tesoros de su colección (que incluye, entre otros, biblias de Guttemberg, manuscritos de Walter Scott, Honorato de Balzac, Charlotte Brontë y Charles Dickens, y dibujos de Leonardo da Vinci, Miguel Angel, Durero, Rembrandt y Picasso).
La exposición The Little Prince: A New York Story rinde homenaje a este clásico de la literatura francesa, que en 2013 cumplió 70 años, explorando sus orígenes neoyorquinos y las decisiones creativas de Saint Exupery durante su proceso de creación.
El Principito es una obra para todo tipo de publico y edades, facilmente entendible con un mensaje profundo. asi como hay adultos que no leen porque no se les inculco la lectura hay niños que no la podran leer ni entender porque no se les ha inculcado la lectura y me baso en mi caso: a la edad de 5 años mi madre me regalo mi primera coleccion de cuentos en versiones originales con muchas palabras tal vez poco entendibles para un niño, y yo lo leia y entendia y me fascinaba, a los siete mi primera coleccion de enciclopedias UTEAH para la juventud, a los 10 años yo ya era una niña por decirlo culta. lo que quiero decir es que El Principito es una obra para toda edad desde la niñez y facilmente entendible para niños acostumbrados a leer,y donde el protagonista es un niño,de otro planeta pero niño al fin, no confundirlo con cuentos para niños de lectura simple y para leerles antes de dormir.
Si “El Principito” fue escrito o no pensando en los niños como lectores habría que preguntárselo a su autor (¿le pedimos a algún espiritista que nos ayude?). En mi opinión, el libro es literatura infantil porque ha sido leído por muchos niños de diferentes países, al margen de que esa obra pueda establecer relaciones de diferente tipo con el público adulto. Estimada Ana, es un reduccionismo decir que el niño es así o no es así, no existe El Niño, existen Los Niños, diversos e inclasificables.
Se’ muy bien que no existe el niño, existen los niños, estimada Jimena. Pero creo que en su gran mayoria los niños se interesan en otros temas, mas cercanos a sus experiencias de vida.
A veces, cuando leo ‘El Principito’, me parece estar leyendo una novela de Coelho ( sus ‘píldoras’ de sabiduria, mas que novelas) y no puedo dejar de quedarme con mis inquietudes…
“Es una locura
Odiar a todas las rosas
porque una te pinchó…
Renunciar a todos tus sueños
porque uno no se realizó
Desistir de todos tus esfuerzos
porque uno de ellos fracasó…
No creer en el amor
porque uno de ellos te fue infiel
Alejar de ti todas las ocasiones de ser feliz
porque uno de los intentos no fue correcto….
Recuerda siempre
Hay otra ocasión
Otra amistad
Otro amor
Una nueva fuerza
Solo hay que ser mas perseverante y
procurar ser mas feliz cada día.”
(El Principito)
Cada vez que se habla del ‘Principito’ calificándolo como libro para niños me sorprendo. ‘ El Principito’ no es un libro para niños. Es una obra profunda y compleja, que utiliza un lenguaje metafórico ajeno la sicología infantil y que profundiza temáticas adultas, dejando de lado las vivencias y la imaginación de un niño, su manera de vivir y interpretar el mundo. Los adultos son los que aman al Principito: aman esta visión equivocada de la infancia, su figura sabía y quieta que no es de niño. Falta reconocer que la infancia es otra cosa, un territorio más misterioso, inquieto, a veces indescifrable. Saint-Exupery no esta’ entre sus mejores intérpretes.