Hoy 28 de febrero se cumplen 115 años del natalicio de la escritora chilena Esther Huneeus Salas de Claro (1902-1985), conocida como Marcela Paz, creadora de Papelucho, uno de los más entrañables personajes de las letras latinoamericanas para niños.
Como si fuera poco, este año celebramos, también, siete décadas de la primera edición de Papelucho, la obra más popular de Marcela Paz, que tiene como héroe a un niño de una familia de clase media chilena. El libro vio la luz en Santiago de Chile, en 1947, después de obtener una mención en el concurso de novelas infantiles convocado por la editorial Rapa Nui. (El premio correspondió a otro clásico de la LIJ en nuestra lengua: Cocorí, del costarricense Joaquín Gutiérrez).
El éxito de Papelucho fue tal, que la novela se convirtió en el punto de partida de una saga protagonizada por el personaje infantil que desarrolló Marcela Paz a lo largo de casi 30 años, y que incluyó las narraciones Papelucho historiador (1954), Papelucho detective (1956), Papelucho en la clínica (1958), Papelucho perdido (1960), Papelucho: Mi hermana Ji (1964), Papelucho misionero (1966), Diario secreto de Papelucho y el marciano (1968), Papeluchio: Mi hermano hippie (1971), Papelucho en vacaciones (1972) y Papelucho:¿Soy dix-leso? (1974), escritas todas a manera de diario de un niño.
Una prueba contundente de la vigencia de Papelucho ha sido la reedición de su ciclo narrativo realizada en 2014 por Ediciones SM Chile, como parte de la colección El barco de vapor. Para llevar a cabo este proyecto, SM apostó por nuevas ilustraciones, firmadas por Rommy Rivera, que, de alguna manera, recrean el espíritu de los antiguos dibujos de Yola (la hermana de la autora), que acompañaron a las obras en el momento de su aparición.
¿Cuál es el secreto del éxito de Papelucho? ¿Por qué este personaje infantil mantiene su lozanía? Quizás la mejor forma de responder a esas preguntas sea dándole la palabra al enfant terrible creado por Marcela Paz para ser testigos del desenfadado e ingenuo discurso narrativo con el que tantos niños se han identificado a lo largo de 70 años:
Estaba partiendo nueces con el martillo, cuando me maté un dedo. Fue sin vuelta. Mi pobre dedo agonizó toda la noche. Yo lo sentí palpitar y palpitar hasta que me dormí, debe haberse muerto en ese momento porque no latió más. Uno ni sabe que tiene corazón hasta en los dedos. Ahora que está muerto, no duele, pero se está poniendo negro y me da como pena de él. No sé cómo enterrarlo. Es terrible tener un dedo muerto y que nadie lo sepa.
Conocí a Papelucho de una forma aparentemente casual. Mi padre fue a Chile y trajo toda la colección de Papelucho más o menos en el año 71. El se dedicaba a la educación y le interesó el personaje. Yo, que debo haber tenido entonces 16 años, no soñaba con escribir literatura para niños, pero por esos misterios que uno no descubre en la adolescencia, me atraían enormemente los personajes niños. Me enamoré de Papelucho en la primera pagina y leí y releí aquellos libros con pasión. Era un niño vivo el que narraba sus peripecias. Leyéndolo me divertía y aprendía (por ejemplo, que en Chile a los bebés les decían guaguas y otras cosas muy propias de la cultura de ese país). Fue una experiencia linda mi encuentro con Papalucho en aquel momento. Luego, mucho después, comprendí que había calado en mi corazón para no irse jamás.
Gracias por este homenaje,tengo varios libros de Marcela Paz y el querido Papelucho.
Mi preferido ,Papelucho en la Clinica, es genial , divertido,original,cautivador,.
Sigue formando parte de mi repertorio de Narradora,con exito.siempre