Por Martha Riva Palacio
Para mí es un gusto poder acompañar a Laura Escudero esta tarde en la que la poesía y, en especial, Ema y el silencio, son las invitadas de honor. También hoy celebro que existan premios como el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños que, a lo largo de estos años, se ha convertido en una referencia importante para todos aquellos que buscan apelar a un público infantil.
Cada convocatoria del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños es un reto, un recordatorio de que no podemos conformarnos, de que es necesario continuar explorando, mejorando, hasta encontrar una voz propia que tenga la fuerza necesaria para conmover a quien la escucha sin importar su edad. Por que no hay un solo modo de hacer poesía, sino muchos.
He aprendido mucho leyendo a los poetas que forman parte de esta colección. Cada uno de ellos es un llamado, un reencuentro con el lenguaje desde un sitio que siempre te toma por sorpresa. Porque parten –cada uno a su estilo– de la premisa de que los niños están inmersos en su propia poética y que si queremos –como dice Mercedes Calvo– construir un puente entre ellos y las palabras, primero hay que devolverles la mirada.
Como mencioné en otro espacio, hablamos de querer acercar a los niños a la poesía, pero… ¿No están en ella ya? Somos nosotros, al olvidar de dónde venimos, los que hemos creado una brecha. Ser niño es serlo con todos sus cataclismos, con toda su furia y destolongamiento. Por eso celebro que la niña loba de Lunática haya encontrado hoy en Ema una gemela.
Porque, ¿no tienen los niños sus silencios, sus propios paréntesis en los que –como observa Ema– se puede contemplar el cosmos en la estela de un caracol? Celebro a esta Ema perpleja, que se cuestiona, contempla y se asombra. Es colibrí, niña, poeta, sabia. La poesía es lo que decimos, pero también es lo que sucede en el espacio que se despliega entre cada palabra, cada letra. Vacíos inconmesurables, vuelvo al silencio. Soñamos las metáforas por lo que no nos dicen, por lo que se guardan para ellas solas. Ema y el silencio contiene un infinito dentro de otro. Se lee, se relee y siempre, te conduce a un lugar diferente más amplio que el anterior y donde –afortunadamente– no hay palabras suficientes para llenarlo todo. Porque como escribe Laura:
Hay en el silencio un silencio
que guarda
la música del mundo.
Muchas gracias Laura, por compartirnos a Ema.
(Texto leído durante la entrega del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2015, concedido por la Fundación para las Letras Mexicanas y el Fondo de Cultura Económica a la escritora Laura Escudero por su obra Ema y el silencio, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.)
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El libro de Laura Escudero lo publicará próximamente Fondo de Cultura Económica.