Silbo del dromedario que nunca muere

Silbo del dromedario que nunca muere. Gonzalo Moure

Esta historia tiene como telón de fondo la vida de Kinti, un niño perteneciente a una tribu del desierto del Sahara, que cierto dí­a descubre el esqueleto de un dromedario junto a un zurrón de cuero donde hay una honda para lanzar piedras, un Corán muy usado y un libro con palabras que no entiende. Será su abuelo el encargado de revelarle que las palabras de ese libro son poemas escritos en español; y es que el abuelo habí­a aprendido algo de esa lengua en el pasado.  

Esos dos libros ”primero el Corán, y luego los poemas en ese idioma desconocido que su abuelo le irá enseñando ” abren para el niño un horizonte improbable hasta entonces: el mundo de la poesí­a. Con un lápiz y un cuaderno en blanco que le regala un viajero al descubrir su interés, Kinti se aventura a experimentar con las palabras, pero antes comienza a observar cada objeto y criatura con nuevos ojos. Y así­, mientras pastorea sus cabras, el muchacho va escribiendo sus primeros versos.

El destino final del joven, y del abandonado esqueleto de dromedario donde encontrara los libros, dará pie para muchas conjeturas e interpretaciones en el lector. 

No puedo dejar de mencionar las bellí­simas ilustraciones Juan Heraz y el significado adicional que aportan al texto de Gonzalo Moure, de por sí­ muy lí­rico. Altamente recomendable para niños y adolescentes, aunque no dudo de que lectores de mayor edad también lo disfruten.

Daí­na Chaviano