Perspectiva de género en la literatura infantil y juvenil argentina contemporánea: una aproximación

Graciela Perriconi

-Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida jamás empezará. í¢€¨
“No salgas al bosque, no salgas “dijeron ellos.í¢€¨
“¿Por qué no?¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? “preguntó ella.í¢€¨
“En bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como tú. No salgas al bosque, no salgas por lo que más quieras.í¢€¨
Pero naturalmente, ella salió al bosque, y, como era de esperar, se encontró al lobo tal como ellos le habí­an advertido.í¢€¨
“¿Lo ves? Te lo decí­amos “graznaroní¢€¨ “.
Eso es mi vida, no un cuento de hadas, tontos “respondió ella “. Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo, de lo contrario, mi vida jamás podrá empezar.

La pestaña del lobo , de Clarissa Pinkola Estés (1)


Para iniciar conviene hacer algunas consideraciones sobre la teorí­a de género que nos permite saber desde qué contexto hablamos de la construcción de la subjetividad reflejada en la escritura. í¢€¨Hablamos de mujeres y hombres como sujetos históricos construidos socialmente, producto de la organización de género dominante en la sociedad. Esta teorí­a da cuenta de las relaciones de producción y reproducción social como espacios de construcción. í¢€¨

En las relaciones sociales constituidas en torno a la sexualidad existen desigualdades; la perspectiva de género es una propuesta de transformación democrática de esas relaciones y propone salirse de la ancestral concepción del mundo fundamentada en la idea de la naturaleza y la biologí­a como único argumento para explicar la vida de las personas.í¢€¨

El primer gran movimiento que tendió a transformar este esquema heredado fue el feminismo. El hombre deja de ser el paradigma organizador de la construcción social.í¢€¨

El segundo gran aporte lo da el psicoanálisis que se aparta del concepto de instinto como motor de los procesos vitales y lo sustituye por el de deseo como factor determinante del desarrollo de la cultura y de la sexualidad, y en este tema es una lí­nea metodológica imprescindible.

í¢€¨En el desiderátum social está homologado que los hombres son: creatividad, sabidurí­a, dominio, racionalidad y violencia; los hombres son presentados como seres capaces y responsables de conducir a otros, en particular a las mujeres, y de las decisiones sobre las vidas propias y ajenas. De las mujeres se espera: abnegación, sumisión, dependencia y cuidado. Al contrario de lo que sucede con la subjetividad de los hombres, en el centro de la vida de cada mujer no se encuentra su yo: ahí­ están los otros. Se suma a esto la explotación económica de las mujeres, que es la base de otras formas de explotación: erótica, reproductiva, afectiva, intelectual, etc.í¢€¨

Han cambiado tres grandes ideas que configuraron su subjetividad: se consideraba -natural  que la mujer fuera madre, adscribiendo así­ a la maternidad el carácter de fenómeno de la naturaleza, y no de la cultura. Se han dado variaciones culturales para crear un proyecto personal que incluya a la maternidad como un aspecto enriquecedor.í¢€¨

Otra idea que armoniza con la mujer madre es la del amor, siempre el amor. Este se construye sobre la base de otra desigualdad: la mujer que se enamora perdidamente y deja todo por amor y halla en él su razón de ser, su completitud. Ama y serás correspondida, o no, pero ama. í¢€¨

Y la última es el tránsito a la autonomí­a económica, con la consiguiente redefinición y redistribución de las tareas domésticas, los modelos del éxito para hombres y mujeres, la circulación del dinero y las relaciones de poder dentro de la pareja.í¢€¨

A raí­z de esto se perciben cambios en las polí­ticas intrafamiliares:

1) Cambios en la autoridad del padre, en su rol de proveedor y como figura central en la familia. Hoy se advierte coparticipación en el compromiso y la responsabilidad familiar.í¢€¨

2) Cambios en las relaciones de poder entre esposo y esposa. El hecho de que las mujeres se vean en posesión de un salario no ha producido en la familia tanto cambio en las relaciones de poder como el esperado. Las mujeres usan sus ingresos para las necesidades del sustento diario o para pagar a la persona que la sustituye en las tareas de la casa, con lo que no terminan de traducir su entrada de dinero en un instrumento concreto de poder para tomar decisiones fuera del hogar.í¢€¨

El factor relacional parece tener más peso que el económico. El hecho de que ellas amplí­en su red de contactos personales produce en las mujeres nuevas valorizaciones y comparaciones que generan, a su vez, nuevos balances en la relación conyugal y familiar.í¢€¨

Una especialista española que ha iluminado el tema de la literatura infantil y juvenil y los géneros es Teresa Colomer, quien en su artí­culo -A favor de las niñas, el sexismo en la literatura infantil  reconoce que no se han producido cambios importantes en los géneros en los últimos treinta años. Y habla concretamente de la LIJ y sus transgresiones.

í¢€¨La primera tiene que ver con que la LIJ debe fundarse en la realidad; sacarla de contexto la enrarece e incentiva la escritura de textos no sexistas de manera expresa, la torna panfletaria de una postura ideológica. Si la literatura "ficcionaliza" la vida, debe hacerlo con verosimilitud, cualquier intento de provocar de manera voluntaria un cambio se convierte en paradójico.í¢€¨

La segunda descansa en la tradición literaria de cada género que no es imparcial, y el lector asocia temas y géneros literarios con lo femenino o lo masculino; cuesta imaginar una saga de ciencia ficción con protagonistas mujeres o bien libros de aventuras con personajes centrales femeninos, así­ como lo romántico o familiar asociado a mujeres independientes levanta sospechas.í¢€¨

Y la tercera dificultad está vinculada con el consumo de la LIJ, vivida por los varones más como cosa de niñas; pocos de ellos leen libros si el protagonismo es femenino y no se funda en la acción, que es lo que ellos demandan. Libros con poesí­as, con amores que despiertan emociones y lágrimas se toman como lectura -para las chicas .í¢€¨

Colomer resalta que si bien dentro de los libros de autores europeos y españoles revisados la educación femenina ha abandonado sus objetivos tradicionales, las niñas en los libros -parecen abocadas a una asunción limitada del estereotipo masculino  sin aportar nuevos modelos positivos de mujer.í¢€¨

Creo que no es así­: se han dado desplazamientos en la LIJ de los últimos cuarenta años que han marcado etapas de cambio y que de forma sesgada, pero frecuente, estos modelos fueron surgiendo en Latinoamérica con fuerza. í¢€¨Así­ lo veremos.

Existió una literatura heredada que presentaba al personaje femenino mediante rasgos previsibles, sin complejidad ni matices, o se lo despojaba de los caracteres que definí­an su femineidad y en esa transgresión terminaba asumiendo caracterí­sticas masculinas para obtener licencia de protagonista. De todos modos, en estas propuestas de escritura, como sugiere Laura Devetach, abundan: "( ¦) ese desfile de personajes (femeninos) a los que nunca les pasa nada que valga la pena (...) Contados en (...) un conjunto de historias dulzonas de inevitable final feliz, con nenas, mujeres y ancianitas siempre dispuestas a vivir en borrador".

í¢€¨Esta literatura hizo lugar en los últimos treinta años a una mujer menos hogareña, para poner un nombre provisorio que la defina. No olvidemos que la mujer de los libros de la LIJ viví­a para lo privado, signada por el enclaustramiento que sostení­a y sostiene lo -público y racional , el afuera, los espacios de circulación social.í¢€¨

¿Qué sucedió en Argentina?

En el paí­s a partir de los años 1960 podemos mencionar a cuatro mujeres pioneras y precursoras de un cambio que fue avanzando en la producción escrita: ellas son Marí­a Elena Walsh, Laura Devetach, Graciela Cabal y Elsa Bornemann, quienes a través de sus niñas transgresoras o enamoradas, ninguna con una vida en borrador, generaron escritos memorables.í¢€¨

Graciela Cabal ha sido la más combativa y manifiesta defensora de los derechos de la mujer en todos los aspectos desde su antológica obra: Mujercitas eran las de antes, en la que pone en capí­tulos una galerí­a de supuestos culturales que existí­an y existen sobre la mujer de los años 1950 en adelante. í¢€¨Transcribo esta cita que la representa: "( ¦) Cuando alguien habla de la literatura infantil como 'cosa de mujeres', obviamente no hay que entender 'escrita por mujeres', sino 'cosa sin valor, nada que importe' ".í¢€¨ Una triple desvalorización: la de la mujer escritora, la del chico que lee o al que le leen, la de la literatura infantil.í¢€¨

Marí­a Elena Walsh. En Manuelita, la tortuga, escrita en 1965, esta se va de Pehuajó a Parí­s a buscar a su tortugo, allí­ se saca las arrugas, se embellece, atraviesa varias situaciones y regresa a su ciudad. En este texto se tocan temas tan vivos como: la autonomí­a personal, la belleza y el amor, entre otros. O bien en Bisa Vuela, la viejita retoma su oficio de aviadora y así­ recorre el mundo. í¢€¨Las -mujeres  de Marí­a Elena juegan, se divierten mucho, hacen cosas locas, se enamoran y emprenden hazañas de todo tipo; son personajes lúdicos y disparatados como su Doña Disparate, le encarnación paródica del sentido común. í¢€¨

Elsa Bornemann fue la escritora que instaló el tema del amor entre chicos como un sentimiento que los atraviesa con todos sus matices en varias obras a partir de El Libro de los chicos enamorados, que vio la luz en 1977; mucho después salieron el II y el III. Fue revelador exteriorizar el amor y el desamor en los años 1970 en una LIJ incipiente, como lo muestra este ejemplo:

Poemas sin ganas

No tengo ganas de despedirme
y tú me dices que debo irme.
La desgraciada seré a tu lado,
lágrima viva por tu costado.
A estar sin ti vas a enseñarme,
porque no se desenamorarme.
No tengo ganas de soledades,
de amor partido en dos mitades,
ni de que falten a mi caricia
las manos tuyas miedo y delicia,
y aunque te enojes, volveré a verte:
¡No tengo ganas de no quererte!

í¢€¨También fue Bornemann quien en el cuento "La madrastra" desestructura el imaginario colectivo construido alrededor en esta figura familiar; esta mujer contrarí­a la tradición: es buena y ama a los chicos. Estos aportes van cambiando el paradigma instalado.í¢€¨

Y desde mediados de los años 1960 Laura Devetach propone, en sus ensayos y escritos de ficción, un modo de ver diferente el género. En el cuento Historia de Ratita, la ratona se despega del mandato de esperar al enamorado que la elija para decidir por cuenta propia a quien amar. El cuento confronta un relato tradicional: el de "La princesa ratona" perteneciente a la compilación hindú Panchatantra. Historia de Ratita es un relato iniciático: la ratita sale de la cueva para conocer el mundo, siente deseo de ponerse de novia, y candidatos no le faltan: nube, muro, sol, viento ¦ todos aceptan a cambio de quitarle su libertad. "Así­ no", dirá ella.í¢€¨ Cuando se enamora de Ratón Ratón, siente esto que define un modo de estar en el mundo: -Y los dos juntos contestaron que sí­ y se dieron un beso con muchí­simo cariño. Después siguieron explorando, oliendo, mordisqueando y descubriendo el mundo pasito a paso. ( ¦). Y los dos juntos aprendieron a ser papás. Tuvieron hijos y les dieron una cueva tibia, pero con una puerta fácil de abrir, para que pudieran salir a conocer el mundo pasito a paso, cuando tuvieran ganas .

Analicemos a algunas autoras más recientes para ver por donde nos movemos hoy. Como se puede deducir, los modelos fueron cambiando, pero también coexistiendo: la madre abnegada no tiene por qué ser desplazada por la mujer sola, ni las abuelas por otras como la Bisa de Walsh, el tiempo va entretejiendo el nuevo paradigma que reúne y une, en muchos casos, a los dos.í¢€¨

Me referiré a Marí­a Teresa Andruetto, Márgara Averbach, Estela Smania y Marí­a Cristina Ramos, mujeres que narran conflictos propios del género. (Está de más decir que hay más textos para incluir y otras/os autoras/es; el tiempo y el espacio me obligan a realizar esta elección.) Ellas tomaron la voz de la mujer dentro de la LIJ, encarnaron eso que sostiene Hélí¨ne Cixous: -Las mujeres deben escribir de ellas mismas: deben escribir sobre las mujeres y traer a las mujeres a la escritura, de donde han sido separadas tan violentamente como lo han sido de sus propios cuerpos “por esas mismas razones, por la misma ley, con la misma meta fatal. La mujer debe ponerse ella misma dentro del texto “así­ como dentro del mismo mundo y dentro de la misma historia “ por su mismo movimiento".í¢€¨

Con el espí­ritu de esta cita, comenzaré con Marí­a Teresa Andruetto y su novela Lengua madre, en la que desarrolla el conflicto vincular madre-hija a partir de escritos que una madre le ha dejado a su hija, quien prefiere no volver al paí­s antes de que ella muera. Una madre militante polí­tica que por salvarla debió alejarse y el reencuentro doloroso, agudo y revelador se da a partir de la escritura materna. Pero es en la Niña, el corazón y la casa donde otra madre también está ausente de la vida de una niña, Tina, que es cuidada por su papá y su abuela; progresivamente el lector comprende por qué la mamá no está en la cotidianeidad de Tina salvo los domingos. Un hermano con sí­ndrome de Down, una mujer que sufre y ama, callada, melancólica, y una niña que necesita de ella y que genera con su hermano un lazo de amor. En el medio se teje la relación que ese matrimonio separado, nostálgico, mantiene y que los hermanos terminarán uniendo.í¢€¨

-Ahora las padres de Tina han quedado solos. Solos los dos y un poco sorprendidos, tal vez incómodos.í¢€¨ Ella propone ver una pelí­cula. í¢€¨( ¦) La pelí­cula trata sobre un matrimonio de viejos que van desde un pequeño pueblo de Japón hasta Tokio, a visitar a los hijos casados. Van con mucho entusiasmo los viejos, pero cuando llegan, los hijos han cambiado tanto que ellos se sienten extraños.í¢€¨ También Carlos y Silvia se sienten extraños esta noche. 
 í¢€¨
Madres en exilio, exilios de amor en ambos casos. Hablamos de los tres tránsitos que marcan cambio en el género, uno de los más recorridos en los libros de la LIJ es el de la maternidad. Yo agregarí­a que son los ví­nculos, cómo lo nuevo va pujando por los bordes de antiguas estructuras y moviliza el discurso. En Andruetto esta interioridad sobre los ví­nculos hace su obra diferente a otras. En novelas como Stefano, el chico abandona a su madre para buscar mejor destino, los nuevos lazos los hace en la tierra que le da cobijo, el amor que despliega otras encarnaduras (la novia, la compañera), y Veladuras, tan intensamente reveladora de la identidad a través del ejercicio de indagar sobre lo que no se sabe. í¢€¨Una joven de dieciocho años va recordando en el relato la muerte de su padre y de su abuela, y exterioriza la rabia hacia esa madre que la habí­a alejado de quienes amaba. En las dos novelas se van descorriendo las veladuras, a la vez que se van re-construyendo los ví­nculos primarios que son decisivos. í¢€¨

Le pregunté a Marí­a Teresa por qué la ocupa tanto escribir sobre la mujer y me respondió lo siguiente: "Lo que me llama a escribir se centra casi siempre en una imagen femenina (o mirando a una mujer o mirando desde ella hacia el mundo), en la construcción de una subjetividad femenina. Siempre me resultan más incomprensibles, más complejas, más inapresables y, también, más ricas las subjetividades de mujeres; tal vez es un intento de comprenderme a mí­ misma, a otras muchas 'mí­ mismas' que hubiera podido ser. Tal vez también, lo he pensado a veces, tenga que ver con la compleja y rica subjetividad de mi madre y la permanente fuente de imaginación que esa complejidad me provocó, me provoca todaví­a. í¢€¨

También mencioné a Márgara Averbach, en su escritura la mujer tiene un espacio capital; quiero citar, por ejemplo, El año de la vaca. Dirá la autora que la vaca es ella representada en Juana; la historia tiene un fuerte componente autobiográfico, ella padeció -según su propio testimonio- lo que hoy se denomina bullying o acoso moral en la escuela secundaria, a eso le sumó los estragos del cruel momento histórico de la dictadura militar de 1976, ya que Nadia-Celeste, la protagonista, descubre en una foto que tiene otra identidad, vedada, apropiada. Así­ lo expresa en este fragmento, sin necesidad de agregados: í¢€¨

-La foto era como yo tres veces. Cuatro. Yo en el hombre alto, un hombre con mi piel, con mi pelo rojo. Yo en la mujer, en esa cara repetida, la mí­a, mi cara calcada y agrandada. Yo, en el bebé. Porque no dudé ni un momento: yo habí­a sido alguna vez esa cosita abrigada y envuelta. Y la cuarta, yo afuera de la foto, mirándome tres veces. Me pareció que me morí­a. Me faltaba el aire. En cierto modo, sigo así­. Se me está pasando, pero muy despacio. Lo que menos se me pasa es la rabia por lo que me robaron. La sentí­ ese dí­a y ahí­ está, todas las mañanas. Ni siquiera sé si quiero que se vaya."í¢€¨

Otra vez aparece la necesidad de rescatarse, de re-conocerse, de descubrir lo más originario: la identidad tras la que habita una mujer. í¢€¨Habla de adolescentes: el deseo de aceptación es muy intenso, quizás, por eso, la inseguridad, la culpa y la rabia sean evidentes. Y de adolescentes y niñas que han padecido las consecuencias de situaciones lí­mites.

Estela Smania en Bajo siete llaves se aproxima al relato de Averbach en un maravilloso libro en el que se muestra la reconstrucción de la memoria a través de la abuela Maripepa, que representa la voz del narrador oral. Esta historia está hilvanada en seis microrrelatos en los cuales el secreto adopta distintas representaciones a través de los perros. La historia de Elisa es muy dura. La perra anticipa lo que va a suceder minutos antes con esa intuición que socialmente se le confiere a la mujer, ella percibe el secuestro del padre.í¢€¨ En este relato se vislumbra el tono de la mujer que padece cuando narra lo que le sucede a la niña y, por supuesto, el dolor de la niña.í¢€¨

Finalmente, y a fuerza de cerrar este intercambio, Marí­a Cristina Ramos es quien, con un delicado y sutil discurso, entreteje historias de mujeres comunes, simples, de esas con las que se ha armado la LIJ actual, como las que habitan Mientras duermen las piedras: Lucí­a es una niña que, junto a su madre, hermanos y una abuela que los -adopta , hace frente a la pobreza y la intolerancia. La novela es una historia de sufrimientos personales y postergaciones sociales, de la que es necesario rescatar la figura de la abuela de muchos nietos desamparados; en ella habita, también, el abandono: -La abuela vení­a a vernos todos los dí­as y a preguntar si habí­amos comido. Siempre le decí­amos que sí­. La abuela tení­a como cincuenta años pero cada dos dí­as sabí­a salir a pescar en la canoa y, de regreso, nos dejaba algo. Era abuela de muchos nietos, todos de mentira, porque los hijos se le habí­an ido lejos y no la vení­an a ver.  Y además está presente con fuerza la figura de la madre de Lucí­a quebrantada por la situación familiar, la sombra del desempleo sobre una familia sin figura paterna y los chicos que colaboran con trabajo; todo va edificando una historia en la que las mujeres dicen desde la infancia, y de adultas que salen adelante gracias al esfuerzo que ponen para vivir en comunidad y organizarse como tal para reclamar sus derechos, en este caso, la falta de luz. í¢€¨

Sin magias ni trucos. Lucí­a es la niñez que duele sin quejas. Ramos logra producir un discurso sobre la niñez escrito con un tono poético que le es propio. La define.í¢€¨

Insistiré en la afirmación tan conocida por los mediadores: la lectura implica un proceso de aprendizaje que puede estar signado por preceptos heredados y significar un camino de apertura y descubrimientos como le sucede a la ratita de Historia de Ratita, de Laura Devetach, que aunque protegida y segura, decide salir al mundo porque vislumbra que este es mucho más que una cálida cueva. Este escrito sobre la construcción de subjetividad en algunos textos pretende ser la apertura de una realidad que se vislumbra más extensa y profunda.

(1) "La pestaña del lobo", de Clarissa Pí­nkola Estés: En: Mujeres que corren con lobos. Barcelona: Ediciones B, 1998.