Retrato póstumo de W. A. Mozart, obra de Barbara Krafft, 1819.
  • Retrato póstumo de W. A. Mozart, obra de Barbara Krafft, 1819.

Mi amigo Mozart

Esther Suárez Durán

PERSONAJES

Escritor        
Tí­a                
Tí­o
Maestro
Camarero

Mozart 1
Mozart 2
Mozart 3

Bastián
Bastiana
Colás

Fí­garo
Susana
Conde
Condesa

Don Juan
Fantasma del comendador


La acción se desarrolla en el escenario de un teatro para niños. Transcurre en tres planos: el primero corresponde a los actores que trabajan “en vivo”; en el segundo --compuesto por uno o más retablos de alturas distintas--, actúan los personajes representados por muñecos, mientras el tercero está demarcado por la pantalla de sombras.
Por la escena aparecen diseminados diversos elementos teatrales, entre ellos una percha, de donde cuelgan una espada y una manta. En otra zona del escenario está ubicada una mesa de tamaño mediano con cuatro pequeños bancos.

El escritor escribe afanosamente a máquina --puede elaborarse una banda sonora con el sonido de varias máquinas de escribir--. De vez en vez saca la cuartilla y la desecha, coloca otra en su lugar y escribe de nuevo.
Se escucha un tema que identifica la programación televisiva en tanto aparece un televisor en escena. De su pantalla emerge el locutor.

Locutor de TV. Buenas tardes, amables televidentes. Ahora, las noticias.
Este año el mundo entero conmemora el bicentenario de la muerte de Wolfgang Amadeo Mozart, un genio de la música. De ahí­ que exhortemos a todos los escritores del paí­s a escribir una serie sobre la vida de Mozart para la televisión.

Escritor. (Al locutor.) Gracias, pero no puedo. Intento escribir una obra sobre Mozart”¦  para el teatro.

Locutor de TV. (Asombrado.) ¡¿Para el teatro?! ¿Usted está loco? ¿Y por qué mejor no escribe para la televisión? El teatro jamás puede ser comparado con ella. Piense en el número de televidentes que disfrutará de su obra. ¡Millones!, en cambio, ¿cuántas personas caben en un teatro?

El Escritor opera el control remoto y apaga el televisor.
Aparece en escena un receptor de radio. Se escucha el sonido de estática propio de este medio de difusión. A continuación, la voz del locutor. El aparato de radio se anima.

Locutor de radio. (Con la dinámica propia del discurso radial.) ¡Buenas tardes, amables radioescuchas! De nuevo en su compañí­a, esta vez con una información especial para ustedes. Se trata de Mozart. Este año, los habitantes del planeta conmemoramos los doscientos años de la desaparición fí­sica de Wolfgang Amadeo Mozart, uno de los grandes de la música, y queremos comunicarnos por este medio con todos los escritores del paí­s para solicitarles que escriban una radionovela sobre él.

Escritor. No puedo, gracias. Quiero escribir sobre Mozart, pero será una obra de teatro.

El receptor de radio se anima nuevamente.

Locutor de radio. ¡¿Teatro ha dicho?! Amigo, ¿por qué no escribe mejor para la radio? La radio entra en todas las casas. ¿Quién cree usted que va a ir al teatro a ver su obra?

El Escritor lo apaga de un golpe. Sigue escribiendo. Por la platea aparece un equipo de filmación con luces, micrófono, cámara y claqueta. El ayudante hace sonar la última. Iluminan a los espectadores, la cámara hace tomas de ellos.

Director de cine. ¿Qué tal? Somos del cine. Como ustedes ya saben este año se cumplen dos siglos de la muerte de Mozart. Estamos buscando un escritor que nos prepare el guion para hacer una pelí­cula sobre él. ¿Saben ustedes si por aquí­ hay alguno?

Los niños del público deben señalar al Escritor que permanece en el escenario. El Escritor se cubre de las luces que caen ahora despiadadamente sobre él.

Director. ¿Cómo le va, amigo? (Le da la mano calurosamente.) Buscamos un escritor  para una pelí­cula sobre Mozart. ¿Qué nos dice?

Escritor. Lo siento. No quiero escribir para el cine, sino para el teatro. Quiero hacer con Mozart una maravillosa obra de teatro.

El ayudante hace sonar la claqueta.

Director. ¿Teatro, dices? (A los miembros del equipo y al público.) ¿Ustedes han oí­do? Dijo: ¡Teatro! (Al Escritor.) Pero, amigo, recapacite. El cine es el arte del siglo XX, del XXI, ¡del XXV! En el cine se puede hacer ¡todo! Y las imágenes se ven ¡así­ de grandes! (Se apoya con gestos.) Además, si hace una obra para el cine podrá ser vista en todas las provincias, en todos los paí­ses, ¡en todos los planetas!

El ayudante suena la claqueta.

Escritor. Yo amo el teatro.

El ayudante suena la claqueta.

Director. Ustedes, los del teatro, ¡son incorregibles! (Saliendo de la sala. Proyecta.) Si cambia de idea, sabe donde encontrarnos.

Mientras se retiran, el ayudante, suena repetidas veces la claqueta.

Escritor. (Al público.) Amo el teatro. Aquí­ los personajes aparecen y uno los ve, los oye, y hasta los podrí­a tocar si quisiera porque están ahí­ mismo, muy cerquita de uno. Yo soy un escritor de teatro. Todo lo que tengo que hacer es concentrarme, imaginarme cómo serán mis personajes y ellos comienzan a moverse por el escenario. Así­ de lindo es mi oficio. Todo lo que imagino”¦ (chasquea los dedos) aparece en escena. Claro que eso también es una cosa muy seria. Una gran responsabilidad. Y en el caso de Mozart tengo que estudiar mucho, investigar sobre él, para poder imaginarlo tal cual era, si no, corro el riesgo de presentar ante ustedes un Mozart que no existió. ¡Ay, y sobre Mozart hay tantas historias distintas y tanta confusión!”¦ Porque, además, él vivió en Austria hace ¡dos siglos! Todos aquellos que lo conocieron ya no están. Solo quedan los libros que hablan sobre él. Y lo más importante: ¡su música!

Se escucha un fragmento de la Sinfoní­a nº 40, K. 550, o de la Pequeña serenata nocturna, K. 525.

Escritor. Su música poderosa, inmortal. Fue un gran músico, pero, ¿qué clase de hombre fue? ¿Ingenuo? ¿Triste? ¿Alegre? ¿Conoció el amor? ¿En qué pensaba cuando componí­a esa música? (Suspira.) Todaví­a no lo sé. (Pausa.) Si al menos tuviera alguien con quien hablar”¦ Si al menos tuviera una tí­a”¦ (En voz baja.) Porque, entre ustedes y yo, lo mejor de una familia son los tí­os. Los tí­os, sí­, que te complacen siempre y te dejan hacer todo lo que deseas. ¿Que quieres comer dulces antes de la comida? Cómete un cake, si puedes. ¿Que te quieres bañar en el aguacero? ¡Arriba!, que el agua es vida. ¿Que no quieres acostarte temprano? Quédate con las estrellas toda la madrugada. (Transición.) ¡Eso es! ¡Me inventaré una Tí­a! Imaginaré una Tí­a para mí­. Todo lo que tengo que hacer es cerrar los ojos y concentrarme. (Cierra los ojos.) Pensar en ella con todas mis fuerzas. (Pausa.) Quiero una Tí­a que sea”¦ (Abre los ojos; a los niños.) Vamos a ver, ¿cómo la pido? ¿Pequeña o alta? (El actor estimula la intervención del público.) A mí­ me gusta pequeñita”¦ (A los niños.) Y, ¿qué más? ¿Delgada o gruesa? (Los niños intervienen.) La prefiero delgada. Eso es. (Escribe.) Tí­a pequeña de estatura, delgada”¦ (A los niños.) Y ¡dulce! ¡Que sea dulce y bondadosa! (Escribe. A los niños.) Y que se mueva”¦ ¿cómo? ¿Rápido o despacio? (Los niños intervienen.) Mejor despacio y levemente. (Escribe.) Como si flotara en el aire”¦ (Continúa escribiendo mientras habla.) Que me comprenda y no me prohí­ba nada”¦ ¡Ah!, que sepa cocinar muy bien y prepare muchos postres y”¦ ¡muy importante! que sepa mucho, muchí­simo, acerca de Mozart. (Mira la cuartilla.) ¡Ya está!

Se escucha un fuerte acorde de música sinfónica. La luz parpadea.

Escritor. (Entusiasmado.) ¡Llegó!

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