Dragón medieval.
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"Alas, escamas", "Tres tristes tigres" y "Los mimos"

Ramón Iván Suárez Caamal

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Alas, escamas
y resplandor,
por fuelle tengo
mi corazón.
Vivo en los cuentos:
¿sabes quién soy?

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En la caja de cerillos
se durmió el bebé dragón.
Tic, tac, toc como un martillo,
un reloj su corazón.

El sol enciende su brillo
y entre nubes de algodón
que lo pintan de amarillo
cruza el pequeño dragón.

Con mi espada de madera,
un escudo y un cordel
subo y bajo la escalera

de los sueños junto a él.
Si esta historia se encendiera
arderí­a este papel.

Tomado de: Pregúntale al sol y te dirá la luna, de Ramón Iván Suárez Caamal. XII premio de poesí­a infantil Luna de aire 2014. Cuenca: Colección Luna de Aire, Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil (CEPLI)-Universidad de Castilla-La Mancha, 2015.


Tres tristes tigres

Tres tristes tigres magní­ficos y mansos
tienen el oro de los trigales en la piel
y la sombra de los troncos de la selva.
Los tres triscan las trenzas doradas
de las espigas. Los tres caminan atribulados.
¿En dónde estriba la razón de su tristeza?
Tres tristes tigres mansos, magní­ficos
se arrastran en tres palabras,
tres, que nos traban la lengua.
En las espigas llora el rocí­o,
los trigales el cierzo dobla.
Tronos del trueno tragan sus lágrimas.
Tristes tigres, tres, para que no sollocen,
pintaré en la cara de la luna la sonrisa
de un payaso. Luego les haré cosquillas
en el lomo y las orejas, con espigas;
les confiaré que las nubes son plumas
del ganso gordo del sol de las tardes.
Tigres, no tristes, en el lecho de los trigales ¦

Tomado de: Jugar, de Ramón Suárez. Ilustraciones: Karla Trinidad Moo Valle. Nave de Papel y H. Ayuntamiento de Calkiní­, 2014.


Los mimos
 
En esta foto en blanco y negro / el mimo es un niño grande:
sus piernas de flaco zancudo; /sus brazos, trompas de elefante.
 
                                                                        Marc Estévalis
 
 
Cómo me agradan los mimos:
su sonrisa de nieve,
sus gestos teatrales,
sus ojos que agrandan con asombro,
la sombra que los viste de cierta melancolí­a.
Son ricos los mimos en sus escasas cosas,
en sus casas que construyen en el aire,
en la ternura con que sueltan globos con un beso,
en sus pasos que a veces acompasan
para no pisar el canto de los grillos.
Los he visto jalar sogas que trepan a las nubes.
Cuando gesticulan, me recuerdan a los grajos de las alamedas,
solo que en silencio.
¡Shhh! ¡Shhh!
Bailan, bailan con la brisa
y nos llaman con el dedo y una sonrisa de fruta.
¡Ya vamos! ¡Ya vamos!
¿Viste con qué mimos los mimos nos hacen cosquillas?
Es que tocan afectos invisibles
y de un sombrero de nada
sacan una rosa para dártela.