Viajes de Kasperle
  • Viajes de Kasperle

    Josephine Siebe
  • Ilustraciones de Hermine Schí¤fer
    Versión de Marí­a Luisa Gefael
    Barcelona: 2013

Viajes de Kasperle. Josephine Siebe

Después de dormir durante cien años en el viejo armario de maese Fridolí­n, el tí­tere Kasperle despierta con muchas ganas de pasarla bien y de meterse en todo tipo de lí­os, ¡y vaya si lo hace! Sus travesuras son tantas, que a su autora, la popular autora alemana Josephine Siebel (1870-1941), no le alcanzaron las páginas de la novela Viajes de Kasperle, que vio la luz con extraordinario éxito en el lejano 1921, para narrarlas todas, y tuvo que darse a la tarea de crear seis obras más dedicadas a este héroe malcriado y pí­caro, pero de noble corazón (la última, Funciones y juegos de Kasperle, se publicó en 1930).

Como Babar, el Principito o el bondadoso Dr. Dolittle, Kasperle pertenece a la estirpe de los personajes indispensables de la narrativa para niños del siglo XX; personajes con los que sus creadores abrieron nuevos caminos y renovaron la literatura infantil europea entre las dos guerras mundiales. Aunque se mueva en un entorno propio de un cuento de hadas, los comentarios y acciones "polí­ticamente incorrectas" de Kasperle (en años en que, afortunadamente, aún no se habí­a acuñado ese término), lo convierten en una suerte de primo no humano del Guillermo de Richmal Crompton o de antecesor de la archifamosa Pippa Mediaslargas. Kasperle es un tí­tere con vida propia, travieso, bromista y transgresor por excelencia, y para concebirlo Siebe tomó como modelo uno de los personajes más populares del teatro de muñecos de Alemania. Como bien apunta Javier Flor Rebanal, del equipo Peonza, en Cien libros para un siglo (Anaya, 2004), la vida de este original héroe consiste en "divertirse y hacer divertir a los demás y las normas no existen para él". 

Quienes disfrutamos en los años 1960, durante nuestra niñez, de la lectura de las aventuras de Kasperle, con las simpáticas y expresivas ilustraciones a lí­nea de Hermine Scí¤fer, no podemos entender que estos divertidí­simos clásicos (Viajes de KasperleKasperle en el castillo de AltocieloKasperle en SuizaKasperle en Kasperlandia...), no sean puestos con más frecuencia en las manos de los pequeños lectores de hoy. Se trata de un verdadero tesoro que vale la pena conocer y compartir.

Antonio Orlando Rodrí­guez