Buscando a Alaska

Buscando a Alaska. John Green

Miles, de 16 años es un chico retraí­do, coleccionista de las últimas palabras de personajes históricos. Inquietado por las de Rabelais: -Voy en busca de un gran quizá , decide ir a buscar  su -Gran Quizá  y, para ello, se matricula en un internado el último curso de instituto. Aunque es Miles quien nos habla en primera persona y nos cuenta su historia, el personaje que vertebra toda la novela, el que hace que ocurran las cosas es Alaska Young, una joven autodestructiva, que fuma para morirse, de carácter arrollador y fascinante que será la puerta de Miles a un mundo de emociones enfrentadas, a la libertad, al placer, a la aventura y a la cara más amarga de la vida.

Alaska es el centro alrededor del que gira la vida en el instituto. Amigos, enemigos, incluso el director, bailan al ritmo que ella marca. Es mucho más que una chica popular. Parece de vuelta de todo y, poco a poco, vamos descubriendo que esa imagen esconde a una chica frágil que oculta un drama del que no ha sabido perdonarse y busca con la misma ansiedad la redención y el castigo.

La novela está estructurada en dos partes: "Antes" y "Después". La primera parte está contada como si fuera una cuenta atrás, como un diario que descuenta los dí­as hasta el suceso que cambiará para siempre las vidas de los personajes y marca el punto de inflexión de la historia. A partir de aquí­, Miles y los demás poco a poco empiezan a darse cuenta, por un lado,  de todo lo que la deben y, por otro, de que puede haber vida más allá de Alaska Young. 

Es una novela para jóvenes, de emociones y sentimientos extremos, que refleja muy bien las pasiones y la temeridad juvenil. Y es una novela de aprendizaje, de descubrimiento y maduración. Miles aprende a vivir y gestionar sus emociones, a ver las dos caras de la libertad y a valorar la aventura, pero también la responsabilidad. Y como maestros no solo tiene a Alaska, sino también a su profesor de historia de las religiones, un anciano que el autor usa como contrapunto irónico, ácido y sensato a la loca juventud de los personajes.

Pero ojo, no se trata de una novela moralista. Es una historia en la que los personajes aprenden de sus experiencias, toman decisiones, aciertan o se equivocan pero el narrador no las juzga ni las valora.

La primera parte se lee con inquietud, con ganas de llegar al final de la cuenta atrás y saber qué pasa para que haya un después. No obstante, en ocasiones se hace algo lenta, aunque esto no es un defecto, sino más bien una expresión del ritmo al que evoluciona Miles, el personaje principal. Vemos a unos jóvenes sin preocupaciones más allá de sus estudios y cómo conseguir comprar tabaco, disfrutando de la vida de instituto, maquinando trastadas, teniendo como principal objetivo divertirse. A partir del -Después  todo se acelera. La vida tiene otra cara que también es interesante tener en cuenta y a veces hay que aprender cosas demasiado deprisa.

Es una novela que en absoluto deja indiferente. Mientras se lee muchas preguntas trascendentes nos vienen a la cabeza sobre lo que es o no justo o el significado de la vida. Y todo ello a través de una historia emotiva, divertida, reflexiva, gamberra e irreverente a ratos, que gustará a quien tenga la edad de sus protagonistas y rejuvenecerá a los que hace tiempo que la hemos pasado.

Javier Fonseca Garcí­a-Donas