La Bella y la Bestia

La Bella y la Bestia. Jeanne-Marie Leprince de Beaumonty / Nicole Claveloux

Hay libros a los que siempre es grato volver por la historia que nos entregan, por la poesí­a que contienen o por el drama que nos muestran. El lector, cada cierto tiempo, regresa a sus páginas por lo que encontró en esa obra en algún momento de su existencia. Y al releerlas, hallará nuevos significados que se revelarán a la luz de lo vivido, de las experiencias ganadas.

Mi primer acercamiento a La Bella y la Bestia fue a través de ese clásico cinematográfico que rodó el poeta y cineasta francés Jean Cocteau en 1936, con Josette Day y Jean Marais en los roles protagónicos. El filme, que vi siendo un niño, se convirtió, desde ese momento, en un referente cultural ineludible para mí­. Unos años después, leí­ el cuento escrito por Jeanne Marie Leprince Beaumont en la traducción realizada por el poeta cubano Eliseo Diego para la editorial cubana Gente Nueva. Disfruté entonces de la poesí­a que alienta el relato, la transparencia y la aparente sencillez con que se narra, el trasfondo humano y filosófico que subyace en la historia, su contenida y sobria fantasí­a ¦

Cuando viví­a en Bogotá, llegó a mis manos una edición de La Bella y la Bestia publicada por la editorial española Lumen con ilustraciones de Binette Schroeder y traducida por Esther Tusquets. Las imágenes concebidas por la artista alemana me sorprendieron por su franca filiación surrealista, por la delicada paleta cromática escogida para recrear, visualmente, los personajes y escenarios de este cuento de hadas, y también por la manera evidente en que buscaba distanciarse de la propuesta estética de Cocteau.

En noviembre de 2013, en el stand de Libros del Zorro Rojo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, mi mirada quedó atrapada por una nueva versión del relato de Madame Leprice Beaumont. Esta vez las ilustraciones aparecí­an firmadas por otra relevante artista plástica: la francesa Nicole Claveloux, quien a pura lí­nea acometió la tarea de dibujar la historia de amor de la Bella y la Bestia. Su trabajo, elaboradí­simo y fino, me recordó un tapete blanco bordado con hilo negro al que era imposible no prestar atención. 

Barrocas, imaginativas y desbocadas son sus imágenes, no exentas de un sugerente erotismo, que obligan a volver una y otra vez sobre ellas, en busca de los numerosos detalles que ocultan. Releí­ el cuento, que provocó en mí­ renovadas resonancias, y le di un auténtico banquete a mis ojos con la propuesta de Claveloux. Esta edición es una gran oportunidad para que los jóvenes se acerquen a este clásico literario, y lo disfruten en las palabras de su autora (vertidas al español por Juan López Guix) y en los exuberantes dibujos de Claveloux.

Sergio Andricaí­n