Códice peregrino

Códice peregrino. Vivian Mansour

Una familia, los Vargas Ramírez, decide migrar, como tantísimas otras que se ven obligadas a hacerlo hoy día. Sus miembros no tienen visa para entrar al país al que se dirigen, lo que los convierte en migrantes ilegales. Viajan para alcanzar un sueño: ese es el motor que los impulsa. Para llegar a su destino se guían por la brújula de la esperanza. Ya habían migrado antes: partieron de otro lugar de México con destino a una localidad cercana a Tenochtitlán. De nuevo tienen que lanzarse al camino, esta vez rumbo “al otro lado”. A ellos se les suman algunos amigos, también sumidos en la desesperanza, necesitados de llegar a un lugar donde puedan vivir en paz y trabajar. Van a pie, otras veces en vehículos. A lo largo de la ruta se verán obligados a huir, a separarse, a reunirse de nuevo, a extraviarse, y siempre serán cada vez más los integrantes del grupo en movimiento. Están expuestos constantemente a graves peligros: asaltos, accidentes, frío, mucho frío en las noches, altísimas temperaturas durante el día, hambre, sed, serpientes, ríos caudalosos… 

En ese grupo hay un niño: es él quien narra la historia, el cronista que observa todo lo que sucede, registrando en su memoria los sucesos de esa azarosa travesía para llegar “al otro lado”, a esa meta imprecisa que resume todos los anhelos de sus compañeros.

Códice peregrino, de Vivian Mansour, describe el viaje a una tierra no prometida por nadie, o sí, la tierra que se prometen a sí mismos los migrantes. Para construir su historia, la autora establece una significativa analogía con la ruta seguida por los mexicas en busca del lugar que les fuera ofrecido por sus dioses para establecerse y comenzar una nueva vida. A la manera de los códices prehispánicos, Mansour elige un estilo narrativo donde introduce elementos clave (nombres de localidades y acontecimientos) que aparecen registrados en los documentos dibujados por los antiguos habitantes del valle de México y en los que relacionaban no solo lo que acontecía a su pueblo, sino también sus costumbres, los conocimientos científicos y sus rituales, entre otros aspectos de su vida.

El artista Emmanuel Valtierra partió del formato plegable de los códices aztecas para su propuesta de ilustración. De igual manera, recreó y actualizó el estilo de los pictogramas usados en ellos para construir, a través de los dibujos, un relato paralelo al de Mansour, todo lo cual le da un carácter muy original a este libro.

Ojalá Códice peregrino llegue a manos de muchos lectores infantiles y juveniles mexicanos y de otros países, porque su lectura les ayudará a formarse una idea de la historia de México, y también a entender que las migraciones han estado presentes en la vida de los seres humanos desde sus orígenes hasta nuestros días, y que han contribuido a impulsar la historia.


Reseña puesta en línea el 12 de diciembre de 2023.
Sergio Andricaí­n