Un cóndor en Madrid

Un cóndor en Madrid. Paloma Muiña

Hay dos tipos de libros, unos son los que disfrutas leer, sin mayores consecuencias, y otros son los que te hacen preguntarte por qué no los habías leído nunca. Los que no disfrutas no son de ningún tipo porque esos los olvidas y ya.

Un cóndor en Madrid, de la escritora española Paloma Muiña, pertenece al segundo grupo, el de los libros que te hacen preguntarte cosas, casi siempre absurdas, y que sientes que te cambian la vida, y que sientes que al leerlos sales caminando y eres otro. 

Yo ahora mismo soy otra y me miro las manos y miro a mi hijo y pienso qué hará cuando se enamore, y quiero que se enamore de una niña trigueña con el pelo largo y dos trenzas castañas, una niña como Adriana, la niña de este libro. Entonces me doy cuenta de que nosotros también somos una familia extranjera, nosotros también emigramos, como la familia de Adriana.

Paloma Muiña ha escrito una novela inolvidable, con final feliz y un sabor triste en la boca. La tristeza del libro es placentera porque tiene que ver con esas cosas extrañas, magnéticas, a las que llamamos raíces. 

El narrador de esta novela es un niño muy valiente que siente miedo, mucho miedo, a lo desconocido, pero sentir miedo, a veces, es la mayor valentía que uno puede experimentar. La historia la cuenta él, un niño llamado Manu que, como decía, consigue hacer feliz a Adriana, su mejor amiga. Adriana huele a frutas también desconocidas, frutas tropicales que no hay en su país, olores de otro mundo, de otro tiempo. 

El abuelo de Adriana, Papi Ángel, parece que habla en otro idioma y tiene tantos años como cualquier hombre que lo ha ido perdiendo casi todo. Junto a él, y su lentitud de dinosaurio, las acciones y sucesos se van presentando con un lenguaje y un tono exactos. Los diálogos riquísimos de un par de niños saludables que apenas están descubriendo el amor.

Podría decir dos palabras mágicas para denominar una historia que posiblemente también sea mi historia y la historia de muchos de nosotros, gente que se va de su país y que se queda sola en la oscuridad: chirimoya, equinoccio.

Este libro fue distinguido en 2014 en España con el XXV Premio Ala Delta y al año siguiente, en Estados Unidos, con el Premio Fundación Cuatrogatos 2015.
Legna Rodrí­guez Iglesias