Concierto para escalera y orquesta

Concierto para escalera y orquesta. Antonio Orlando Rodrí­guez

Ediciones Ekaré nos tiene una sorpresa. 

Con forma de programa sinfónico, largo y estrecho, Concierto para escalera y orquesta parece que levita en nuestras manos. Levitan de verdad, sus personajes, casi al final, pero no adelanto nada para que siga siendo sorpresa. Lo sorprendente aquí­, tal vez no sea el concierto, aunque sin dudas un buen concierto es siempre de las mejores opciones, tanto recreativas como cognoscitivas, y esto lo estimula el autor a través del libro con el ingenio de un hombre orquesta. Lo sorprendente aquí­ es la diversión de la imposibilidad. Cuanto más imposible se hace llevar a cabo el objetivo, más enloquecedor resulta, y más excitante. Antonio Orlando Rodrí­guez también lo sabe, al dificultar las cosas y tenernos en vilo hasta la última página. El lenguaje que utiliza para enloquecernos es tan imaginativo como eficaz. 

Al principio sus personajes se nos presentan simples, pero al pasar la segunda página algo nos hace suponer que la aventura de ir a un concierto no es tan sencilla como pensábamos.  

-Todo ocurre por algo y todo debe encajar , es otro de los mensajes que el autor deja entre lí­neas. Al faltar la escalera, uno de los elementos principales de la historia, el objetivo se imposibilita. Solo la confianza y la perseverancia, y en especial la imaginación, hacen que, por suerte, asistamos al concierto. 

Los personajes: un pez que hace crucigramas, una hebilla-tortuga, un platillo volador lleno de mermelada, una soga que padece vértigo ¦ pero no sigo. 

Las ilustraciones de Carole Hénaff serán un hallazgo para el lector, alargadas, finas y coloridas, tan elegantes como el lenguaje. Los dibujos le dan el toque pop que falta a una sinfoní­a. 

 Si este libro fuera un concierto de jazz ganarí­a el premio a la mejor improvisación.
Legna Rodrí­guez Iglesias