Una dulce historia de mariposas y libélulas

Una dulce historia de mariposas y libélulas. Jordi Sierra i Fabra

Las montañas de Loees se encuentran en China y es allí­ donde tiene lugar esta historia ambientada en los años 1970 y protagonizada por una humilde familia de campesinos que emplea todas sus fuerzas para llevar a cabo un objetivo más allá de la vida. Qin y Gong son un matrimonio fiel a las tradiciones y que intenta proteger y ayudar a sus hijos incluso una vez fuera de nuestro mundo. 

Cuando su hijo Zhai muere a los doce años, toda la familia al completo: los padres, los hijos, las nueras y los nietos, emprenden un viaje acompañados de su burro Veloz. Su objetivo es comprar una niña muerta que pueda acompañar al fallecido Zhai en el Más Allá. Según la tradición, a los doce años los jóvenes ya son hombres y el hecho de no tener una esposa los condena a vagar eternamente en la oscuridad. El padre da todo lo que posee para tratar de encontrar una mujer para él y de unirlos mediante el ritual del minghun para la eternidad. 

Aunque este ritual está prohibido en la mayor parte de China en las pequeñas localidades rurales todaví­a se practica en secreto, porque desean que sus muertos descansen en paz. La mayor parte de los aldeanos se muestran reacios a excluir esta tradición, ya que lo esencial en la muerte es tan importante como lo es en vida y va más allá de las posesiones materiales. 

Una historia conmovedora con personajes entrañables y repleta de recovecos que esconden verdades que aunque apenas entendidas por la diferencia cultural, se disfrutan de igual manera. 

Desde lo alto, a un paso de las nubes, el rí­o Amarillo se ve igual que una lengua sinuosa abriendo la tierra, separando las dos orillas o los cañones que lo encajonan. Desde lo alto, el rí­o Amarillo parece retorcerse en la distancia como un ser vivo, serpenteando por entre los riscos rojizos y las mesetas que descienden escalonadamente hacia su luminosa senda oscura.  

Con un ritmo pausado, un vocabulario escogido y una narración intimista y deliciosa, nos trasladamos a una cultura y a una época alejada, con tradiciones y creencias que poco o nada tienen que ver con las del mundo occidental. El dibujo de los personajes es extraordinario por su verosimilitud y por el hecho de mostrar la fortaleza de una persona rota por el dolor que desea la dignidad para su hijo fallecido.   

A destacar las bellas ilustraciones de Pep Montserrat, que enriquecen la historia y dotan de elegancia y  magnetismo a la ya de por sí­ singular historia.
Àngels S. Amorós