• Sueño aymara

    León Zamora
    'Huellas en el camino' (Vol. I), 'Danza sin olvido' (Vol. II). Lima: Grupo Editorial Norma, 2011

Sueño aymara: El viaje de la infancia a la vida adulta

Isabel Mesa Gisbert

Sueño aymara, del peruano Aní­bal Eduardo León Zamora, ganadora del Premio Enka de  Colombia (1995), es una novela que basa su trama en un viaje como sí­mbolo de crecimiento. Cuatro niños del pueblo aymara de Thayapampa, ubicado a orillas del lago Titicaca, inician un viaje hacia la manqha pacha (el mundo de las tinieblas y de los muertos) con el fin de buscar a su amiga Julia, la que les ha enseñado a sentirse orgullosos de su cultura y que ha desaparecido misteriosamente.

Inmerso en una interesante complejidad narrativa, el lector acompaña el viaje en una maravillosa aventura que el autor compone magistralmente en capí­tulos alternados. Los episodios impares relatan la historia de amistad que se ha consolidado entre los cinco amigos justo antes de la misteriosa desaparición de Julia, mientras que los pares cuentan los sucesos que se van desarrollando desde el dí­a que en el colegio se dan cuenta de que Julia no estaba en el pueblo. En la parte final, esta complejidad narrativa se enriquece por los cambios de narrador, pues al principio la historia está relatada en primera persona por uno de los chicos, Basilio; pero cuando los niños se separan en pareja para tomar distintos caminos en su búsqueda, el narrador en tercera persona reaparece, pues Basilio ya no está con ellos.

La novela comienza dándole cuenta al lector de la amistad entre estos cinco niños aymaras (Timoteo, Hortensia, Basilio, Mariano y Julia) que viven en su pueblo la 
etapa inocente de los juegos y su rutina escolar. Se muestra la vida cotidiana de estos niños influenciada por las costumbres, tradiciones y supersticiones de un 
pueblo andino milenario. Sentirse felices bajo la lluvia y bailar mojados para agradecer a los dioses el agua tan preciada en el árido altiplano, lanzar piedras saltarinas sobre el lago, hacer rondas con la tonada de un huayño y saltar la famosa tunkuña (rayuela) que representa los tres mundos aymaras: el de arriba, el de abajo y donde viven los niños, son los juegos divertidos de la infancia de estos cinco personajes. Pero también los niños deben cumplir con sus obligaciones para ayudar a sus padres en los quehaceres del campo. Hortensia tiene que cuidar el rebaño de ovejas al igual que Timoteo. Julia, que viene de la cordillera y se convierte en la lí­der de la pandilla, les enseña el arte del telar a sus amigos y entre todos ayudan a Mariano (el huyk´o), que es ciego.

Como en todo niño, también están presentes las discusiones y peleas entre ellos, las disculpas y la vuelta al juego. Además, sienten una gran admiración por los adultos del pueblo a quienes imitan constantemente en sus juegos. El yatiri (curandero, consejero y adivino del pueblo) es la persona más importante de Thayapampa y los cuatro niños sueñan con ser sus, ayudantes y a la larga ocupar su lugar. Ante las supersticiones y creencias aymaras de una religión politeí­sta y animista, los niños imitan al yatiri presentando pequeñas ofrendas, leyendo la coca y siguiendo los rituales que el yatiri Eusebio realiza en algunas circunstancias especiales.

El Timoteo ofició de yatiri y la Hortensia de ayudante... Extendimos la manta ceremonial y acomodamos, nuevamente, las cosas en el orden correcto. Hasta un sullu (feto) de chancho habí­amos llevado... Habí­amos elegido el lugar incorrecto. (1)

Por medio de algunas pistas, los cuatro amigos que buscan a Julia llegan a la conclusión de que ella está dentro del lago. Como son tantas las experiencias que 
han compartido y aprendido con ella, sin pensarlo dos veces, deciden entre todos ir a buscarla iniciando, así­, una odisea que los llevará a reencontrase con su origen, con su identidad aymara y sobre todo, con ellos mismos. Ante el constante llamado de Julia quien se les presenta en sueños para conducirlos al umbral de lo desconocido, los niños construyen una balsa de totora e inician su viaje que tiene como puertos iniciales el pueblo de Thayapampa y el lago Titicaca. En las profundidades del lago, los amigos se separan en dos grupos: Hortensia y Timoteo llegarán hasta el corazón del infierno a través de las montañas y el rí­o de sangre, mientras que el destino de Basilio y Mariano es el manqha pacha o inframundo andino al que acceden atravesando pampas y pueblos extraños.

Los cuatro amigos realizan un descenso a las profundidades de la tierra, actualizan el motivo clásico de la katábasis o descenso a los infiernos, donde, según Savater, la estabilidad fí­sica y emocional de las personas pierde su equilibrio, al igual que la razón, porque el encuentro con este mundo da por cierto lo que es incierto. (2)

Los cuatro compañeros están listos para su transformación a la vida adulta y, a través del viaje, entrar a lo desconocido para morir y resucitar luego del 
enfrentamiento con sus propios temores y dudas. El trayecto que recorren Hortensia y Timoteo plantea una serie de experiencias, algunas difí­ciles y duras, que conducen al aprendizaje y que formarán parte de su crecimiento y final maduración. A estos compañeros de juego, que no siempre se entienden como amigos, les toca ir juntos y enfrentar las pruebas cogidos de la mano.

En los cerros de la cordillera obtienen la primera lección de este doloroso aprendizaje: cuando uno muere ya no hay vuelta atrás y lo que uno ha hecho no se 
puede cambiar. Cruzan el rí­o de sangre a través del cual las almas entran al infierno. En la otra orilla se encuentran con una fiesta donde gente blanca, hablando en español, baila al son de la música indí­gena. Hortensia y Timoteo caen en la trampa y se ponen las máscaras que los convierten también en gente blanca. Hortensia recuerda el orgullo indí­gena de Julia y comprende en un instante lo que significa ese deseo de querer ser blancos renegando de sus orí­genes y costumbres 
aymaras, así­ que bota su máscara y obliga a Timoteo a quitársela también.

Por los huecos de su máscara Hortensia descubrió a un Timoteo que no era el Timoteo y, con el corazón acelerado, queriendo encontrar a su amigo y a sí­ misma, le arrancó 
con violencia su máscara y se quitó la suya... Hortensia levantó la voz: “¡Soy jaqui! y tengo mi orgullo. (3)

Continuando el recorrido, ingresan al bosque de los molles donde los egoí­stas y los que creen poder triunfar por sí­ mismos se convierten en árboles. Allí­, solamente el amor y el calor del abrazo de los demás puede salvar a estos molles humanos. Timoteo cae en las redes del egoí­smo, pero es salvado por Paulina, antigua amiga de Julia.

“¿Por qué te convertiste en árbol? (pregunta Hortensia a Paulina)
“Por egoí­sta. me sentí­ diferente, especial. Sólo pensaba en cumplir la misión, pero por mí­ misma. Habí­a perdido algo importante de mí­: mi amor limpio y transparente por los demás. (4)

Finalmente, los dos niños llegan al corazón del infierno donde Paulina le advierte a Timoteo:

Todo lo que veas, escuches y sientas en este maldito lugar no debe llegar a tu corazón. Aquí­ todo es irreal, es apariencia... (pero) será real, apenas creas en él. Siente todo lo que sientas, pero contrólate. Ten presente que todo es mentira. (5)

Así­ Paulina trata de evitar que Timoteo caiga en la trampa del mal. Le enseña a vencer sus miedos y temores en un mundo de horror que quiere atraparlos por 
cualquier medio. Al mismo tiempo Hortensia se pierde de Timoteo por accidente y se encuentra sola en el inframundo, rodeada de almas que la persiguen sin un rumbo fijo. Una fuerte tormenta se desata en el lugar al mismo tiempo que el terror crece en el alma de Hortensia, sin embargo, la niña se acuerda de Julia y decide dirigir a esas almas que no saben por qué sienten miedo si ya están muertas. La lluvia se aplaca en cuanto Hortensia recobra la valentí­a y desdeña su temor.

La tormenta ha pasado. Pasó junto con su miedo... Ahora se daba cuenta que ninguna amenaza de muerte era posible, cesaba la lluvia. (6)

Timoteo y Hortensia van venciendo uno a uno sus miedos y temores. Ahora comprenden que el infierno lo llevan dentro.

La fuerza con que late su corazón (hablando del maligno) es la que le damos las gentes con nuestro odio, nuestro miedo. Eso lo hace crecer. Le tememos porque conocemos el alma de la gente. Conocemos el alma de la gente porque también lo somos... Cuando todos seamos jaqis, empezaremos a enfrentar al infierno. (7)

Antes de terminar el viaje llega el sacrificio, el precio de la amistad. Hortensia está dispuesta a dar la vida por su amiga, a quedarse en el manqha pacha por salvar 
a Julia, pues el maligno quiere quedarse con Julia que es la diosa de la luz y de la alegrí­a. La única forma de salvarla es cambiar de cuerpos con Hortensia y hacer 
creer al maligno que Hortensia es Julia.

Tu mente es transparente (dice Hortensia a Julia). No debes afligirte. Hemos compartido tu pasado anterior por el manqha pacha. Todos tus pensamientos han sido, 
por un momento, nuestros. ...Creemos también en tu futuro. hay que salvarte a ti y al Timoteo. Yo me ofrezco para el sacrificio. (8)

El viaje concluye con la asimilación de todos los aprendizajes que va a llevar a los cuatro amigos de Julia a convertirse en adultos. Alegrí­as y sufrimiento valieron la 
pena para encontrar un sentido a la vida y lograr la perfección espiritual que los cuatro consiguen en grupo. Ya no son los mismos que empezaron esta aventura. 
Despertaron de la inocencia acumulando experiencias y reconociéndose a sí­ mismos al lograr un reencuentro con su esencia, consigo mismos. De esta forma retornan transformados en cuanto a personalidad, recuperan la identidad y el orgullo de ser niños aymaras y de pertenecer a una cultura andina de la que Basilio merecerá ser el próximo yatiri.

 

Notas:

1. León Zamora, A. Sueño aymara. Ed. Universidad Pontificia Bolivariana. Primera Edición. Medellí­n, 1995. Pág. 123.

2 Dautant, Maite. Camino hacia la aventura: el viaje como crecimiento. Documento del Máster de Libros y Literatura para niños y jóvenes. Universidad Autónoma de Barcelona y Banco del Libro de Venezuela gestión 2007-2009. Mayo, 2008. Pág. 3.

3. León Zamora, A. Ibidem. Pág. 153-154.

4. León Zamora, A. Ibidem. Pág. 169.

5. León Zamora, A. Ibidem. Pág. 184.

6. León Zamora, A. Ibidem. Pág. 189.

7. León Zamora, A. Ibidem. Pág. 193.

8. León Zamora, A. Ibidem. Pág. 197.

 

Nota de Cuatrogatos:

La más reciente edición de esta obra, publicada en 2011 por el Grupo Editorial Norma, está dividida en dos volúmenes: Huellas en el camino y Danza sin olvido.