Libros en la cuna

Judy Goldman

¿Es necesario que los pequeños de cero a tres años estén en contacto con los libros? ¿Son algo importante, tanto como los cuidados maternos? ¿Es posible que el bebé se desarrolle adecuadamente sin ellos?

Un bebé se puede criar sin libros pero siento que algo faltarí­a en su vida. El adulto proporciona, en la mayorí­a de los casos, los cuidados que satisfacen sus necesidades básicas de amor, atención, alimento y protección pero no es suficiente pues también es necesario que juegue y platique con él, que le cante y lo arrulle, que le cuente cuentos y muestre libros desde la más temprana edad. Todo esto está encaminado a desarrollar el lenguaje, la inteligencia y la imaginación de manera eficaz y divertida y, además, el tiempo dedicado a la lectura estrecha los lazos afectivos entre padres e hijos, convirtiéndose en algunas de las experiencias más enriquecedoras de la vida de ambos. Otros adultos, como abuelos y tí­os, también pueden participar de esta actividad tan linda. El compartir libros de manera habitual también prepara al niño para la lectura y, cuando entra a la escuela, por lo general aprende a leer con más facilidad pues las agradables experiencias anteriores lo harán resistente a los malos métodos de enseñanza de la lectura que, desafortunadamente, suelen terminar en el rechazo de todo lo que huele a libro. Es como si los vacunaran en contra de ellos.

El bebé que ve y escucha cuentos desde muy temprana edad se acostumbra a ellos y se convierten en un elemento cotidiano en su vida. El pequeño que ha tenido contacto placentero con los libros sabe que estos contienen cuentos divertidos y emocionantes, que tienen bellas y divertidas ilustraciones y que los de divulgación contestan sus interminables preguntas. Son, también, idénticos a sí­ mismos. Frente a lo cambiante y confuso que puede ser su mundo, el libro se torna en un refugio seguro donde lo que sucede siempre es igual. Es por esto que el bebé exige que se le lea el mismo cuento vez tras vez y siempre de la misma manera pues, generalmente, no tolera cambios u omisiones, llegando a aprenderse todo el texto de memoria. El adulto llega a hartarse de leer el mismo cuento "n" veces al dí­a, siete dí­as a la semana, mes tras mes, pero es importante hacerlo. Esta situación se puede dar sencillamente porque al bebé le encanta ese relato pero hay ocasiones en que el cuento responde a algo más profundo en él y éste necesita escucharlo constantemente porque lo tranquiliza y le da seguridad. Ahora, aun así­, también puede ser un excelente momento para jugar con el bebé pues se pueden cambiar algunas situaciones que le provocarán la risa, desarrollando el sentido del humor. Por ejemplo, cuando Daniel, mi hijo mayor, era un chiquillo de tres años, nos pedí­a que le leyéramos, vez tras vez, el cuento de los tres cochinitos y el lobo feroz. Se lo leí­mos tanto que se lo aprendió de memoria y aprovechábamos para jugar con él, haciendo voces diferentes y diciendo, por ejemplo, que era el cuento de los dos cochinitos y el lobo feroz. í‰l nos corregí­a y, al mismo tiempo, se carcajeaba. Luego, se sentaba con su hermano Ilán, de año y medio, y le ''leí­a" el cuento, palabra por palabra, aunque no sabí­a leer.

¿Qué se recomienda para leerle al pequeño? Es bastante sencillo y, más que nada, se necesita entusiasmo y la convicción de que la vida del bebé se verá enormemente enriquecida con la lectura y los libros.

Van algunas sugerencias:

  • Se puede empezar desde el dí­a que nace (o antes), pues, más que nada, en este momento lo que importa es el contacto fí­sico con el adulto, el arrullo y el ritmo de las palabras.
  • Esta actividad se debe hacer de manera habitual, todos los dí­as y de manera juguetona.
  • Se recomienda que los libros sean de materiales resistentes --como el cartoné con cantos redondeados, de tela o de plástico --especialmente importante para que no se lastime. El bebé aprende mucho del mundo que lo rodea a través de la boca y estos libros pueden ser chupados, masticados, babeados, queridos, aventados y manipulados sin que se rompan o dañen.
  • Siempre trae un libro o dos contigo en, por ejemplo, la pañalera. Así­, cuando vayas al pediatra, a la playa, o a casa de los abuelos, siempre traerás algo con que entretenerlo.
  • Los libros deben estar a su alcance como, por ejemplo, en una canasta o en las repisas bajas de un librero. Si los colocas en la parte más alta del librero puede haber un accidente cuando el niño trate de alcanzarlos.
  • Durante el tiempo de la lectura, apaga el celular, el ipod, la tableta, la radio y la televisión pues distraen.
  • Dale la vuelta a las hojas despacio para que tu bebé tenga tiempo para observar todo con detenimiento y para que los dos tengan oportunidad de platicar de lo que ven. Las ilustraciones iluminan el texto.
  • Cambia las voces, actúa, diviértete.
  • El tiempo de la lectura debe ser corto, especialmente al principio, pues el nene tiene poca capacidad de concentración. Al ir creciendo, aprenderá a prestar atención y el tiempo se irá alargando.

Y, por favor, usa libros "a la antigüita", de papel o de los materiales mencionados anteriormente. Evita usar tablets para leerle. No estoy diciendo que no le leas libros digitales pero nunca de los nuncas sustituirán el sentarse en el regazo de papá o mamá (o el adulto lector) para disfrutar de un cuento. También hay que tomar en cuenta que existe el peligro de que los padres enciendan el tablet y, como el cuento es narrado electrónicamente, dejen al bebé con la nana electrónica mientras se van a hacer otra cosa.

Te invitamos a compartir un libro con tu bebé hoy mismo. Es una experiencia maravillosa de la cual nunca te arrepentirás, aunque tengas que leer el mismo cuento dí­a tras dí­a, semana tras semana, mes tras mes...

No te desesperes: algún dí­a te pedirá otro.