Ikigai

Ikigai. Ezequiel Dellutri

Con el vocablo ikigai los japoneses designan el tener un objetivo en la vida, algo que se convierte en la razón de ser de una persona. El ikigai de Bruno, un alumno de secundaria a quien le apasiona dibujar, son los mangas. Sobre estos cómics, nacidos en Japón y con seguidores en muchos países, quiere saberlo todo, y de la imitación ha pasado a crear sus propias historias. Para lograr sus objetivos, compra cuantos libros o revistas se encuentra a su paso y también los materiales para poderlos realizar. Pero hay un grave problema: el dinero que usa para conseguirlos no es suyo, sino que lo ha robado de un fondo común del Centro de Estudiantes de su colegio.

Por otra parte, en la familia del joven protagonista hay una historia de la que no se habla ante él, y que tiene que ver con su abuelo, que está perdiendo la memoria. Entre estos dos grandes conflictos avanza la novela Ikigai, escrita por el argentino Ezequiel Dellutri e ilustrada por el mexicano Israel Hernández. Bruno no ha tenido una relación muy cercana con su abuelo, pero cuando este lo ayuda a resolver el problema que él mismo se ha creado, entre los dos se va formando un vínculo nuevo y estrecho.

Con una escritura directa, de gran sobriedad y ritmo sostenido, el autor argentino estructura un relato que sostiene el interés del lector, a quien le resultará muy difícil anticipar cuál es ese secreto que celosamente guarda la familia paterna de Bruno. Por su parte, las imágenes del artista Israel Hernández están realizadas en una gama de colores (naranja, negro, gris y blanco) con la que refuerza el dramatismo de las situaciones que vive el protagonista.

Sin duda, Ikigai es una buena apuesta de la editorial mexicana El Naranjo para poner en manos de los lectores juveniles obras con temáticas cercanas a sus vidas y que los sitúan frente a frente a conflictos éticos que pueden presentárseles, a ellos o a amigos suyos, en el tránsito hacia la adultez.
Sergio Andricaí­n