El secreto del oso hormiguero 

El secreto del oso hormiguero. Beatriz Osés

Con este libro que roza la perfección, la escritora española Beatriz Osés (Madrid, 1972) obtuvo el premio de poesí­a para niños Ciudad de Orihuela en su primera convocatoria. Se trata de una treintena de poemas, en su mayorí­a breves, que pueden funcionar como unidades independientes, pero que están interconectados por personajes, situaciones y atmósferas para que, a medida que avanza en su lectura, el lector conforme una suerte de universo instalado en la duermevela, en ese momento mágico que enlanza la vigilia con el sueño.

El dí­ptico inicial nos presenta a un viejo e inofensivo tigre (para que a nadie le quepa la menor duda de ello, sus colmillos son postizos y por la noche los guarda en un vaso de agua) y a una niña que reclama cuentos desde su cama.

Esos dos textos conducen a un fresco de versos pulidos, desprovistos de adornos, casi sin adjetivos, poseedores, en la mayorí­a de los casos, de una vocación anecdótica que no riñe ni con el lirismo ni con la musicalidad. Los poemas nos remiten al nonsense y el juego de palabras ("El lirón pequeño"), hacen guiños a los caligramas de Apollinaire y a la poesí­a vanguardista ("Rompemuelles"), rinden homenaje a los clásicos de la literatura infantil ("El gallo durmiente"), adquieren resonancias lí­ricas ("Bajo las estrellas") o mezclan el espí­ritu de las nanas de la tradición oral con un humor irreverente ("Nana del murciélago").

Un poema ("Cuando llega la noche") puede encadenarse con otro que resulta su complemento ("Contando lobos"), como si se tratara de un provocativo enfrentamiento de espejos. O puede repasar y englobar los motivos enunciados en las páginas precedentes ("Nana de los animales"). La última pieza de este encantador poemario nos devuelve a la situación y los personajes del preámbulo: la niña se ha quedado dormida después de escuchar las historias de lirones, cangrejos, ballenas, bichos bolas, leones, gamusinas, mofetas y osos hormigueros que le ha narrado el viejo tigre. Su amigo la sostiene entre sus garras y la conduce a la cama:

La niña se duerme,
la niña se calla...
y sueña que un tigre
le canta una nana.
...
Nana, niña, nana.

La edición de Kalandraka hace justicia a la calidad del texto con una diagramación, una impresión y una encuadernación de primera. El ilustrador Miguel Ángel Dí­ez no limitó su trabajo a acompañar los versos con imágenes de gran poder evocativo, sino que los complementa creando paisajes y atmósferas que amplifican el poder de la palabra, donde los personajes parecen respirar y cobrar vida propia.

Javier Gómez