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Memorias del aire, el agua y el fuego
Jéssica Rodríguez y Carlos Garayar -
Lima, 2014
Memorias del aire, el agua y el fuego. Jéssica Rodríguez y Carlos Garayar
A diferencia de otros autores de libros dedicados a recoger mitos y leyendas de los pueblos aborígenes de América Latina, los escritores peruanos Jéssica Rodríguez y Carlos Garayar se propusieron en Memorias del aire, el agua y el fuego inventar historias y personajes que les permitieran recrear con libertad y sensibilidad contemporánea antiguos relatos procedentes de la la tradición oral de su país. Lejos de limitarse a transcribirlos, Rodríguez y Garayar enriquecen los cuentos con sus aportes literarios y su imaginación.
Por las páginas de este volumen desfilan algunas criaturas terribles, como el yacuruna, un seductor de muchachas, habitante de los ríos, que tiene un agujero en la cabeza y cuerpo de pez; el Amaru, una serpiente de dos cabezas, que causa la muerte o la enfermedad a quienes lo miran directamente a sus ojos, y la Achiqué, una bruja cuyo alimento preferido son los niños. Otras figuras son traviesas, como el shapshico, especie de duende juguetón; las hay quejumbrosas, como el ayaymama, o enamoradizas, como la sirena de Pusacocha ¦
Otro elemento significativo de este libro es la presencia que tiene en sus páginas el paisaje de Perú con sus más distintivos espacios geográficos (la costa, la selva y la cordillera), su vegetación (bosques de eucaliptos; chacras sembradas de yuca, maíz y plátano; costas cubiertas por palmeras ¦), su fauna rica y variopinta (guacamayos y loros, monos y venados, peces de agua dulce y de mar) y, por supuesto, su gente.
Es interesante observar cómo en algunos de los cuentos se detectan, por aquí y por allá, ecos de historias procedentes de la cultura occidental como -Hansel y Gretel , -Jack y los frijoles mágicos y -La Bella y la Bestia y hasta del Medio Oriente ( -Caballococha versiona el pasaje del Diluvio de la Biblia), poniendo de relieve el sincretismo cultural como uno de los rasgos de la literatura oral región.
Las ilustraciones de Bianca Crousillat, trabajadas en colores sepias y ocres, contribuyen a acentuar visualmente la atmósfera misteriosa de los cuentos y su antigüedad.
Un libro ameno por los relatos que contiene, ricos en tramas y personajes, y también por la información cultural que entrega al lector.