El alma perdida

El alma perdida. Olga Tokarczuk y Joanna Concejo

—¿Dónde estabas?
—Me perdí.
—Luces cansada. 
—Tuve que caminar mucho.
—¿Quieres algo? ¿Agua? ¿Té?

¿Qué le ofrece uno de beber al alma perdida? ¿Qué conversación sostienes con ella si fuiste tú quien dejó que se perdiera? Uno podría pensar que sería un intercambio lleno de reproches, de quejas… Pero, verdaderamente, ¿quién podría saberlo?

¿Cada cuánto revisamos nuestra maleta de viaje para asegurarnos de que no la dejamos olvidada en algún rincón del mundo? Porque el alma viaja con nosotros a donde sea, así que al menor descuido se nos puede extraviar. Y si no somos lo suficientemente precavidos ni le explicamos —como se le explica a un niño— lo que debe hacer en caso de que se pierda, si no le dejamos siquiera alguna notita con nuestra dirección… ¿Cómo podemos esperar que un alma perdida encuentra a su dueño?

Probablemente no muchas personas se hagan esta pregunta con frecuencia. Pero la escritora polaca Olga Tokarczuk, premio Nobel 2018, nos atraviesa con esa interrogante en su libro El alma perdida, ilustrado por Joanna Concejo y ganador del Bolonia Ragazzi Award en 2018.

En tiempos de encierros y cuarentenas, de confinamientos y preguntas, sería bueno tocarle la puerta al alma y preguntarle cómo está. Entablar, cara a cara, una conversación honesta y ponerse al día, como dos amigos que se extrañan después de meses sin poderse abrazar. 

Este libro no es un libro. Es un tesoro. Nos regala un tiempo íntimo rodeados de ilustraciones que no son trazos, sino abrazos. Una poética visual se despierta frente a nosotros y nos invita a recorrer el viaje de su protagonista como si fuésemos nosotros mismos los que caminamos en sus zapatos.

Pausa. Deja ya de leer[me].

Ve y revisa que tengas cerquita a tu alma y no la hayas extraviado sin darte cuenta.
Si la ves, abrázala. 
Si no, espera… ella te encontrará.


Texto puesto en línea en marzo de 2021.
Leonardo Van Schermbeek