Matrioska

Matrioska. Ana Alonso

El búlgaro Dimiter Inkiow es el autor de un relato que la escritora Ana Alonso recrea en este libro, con las tiernas y cálidas ilustraciones de Paola Escobar, publicado por Ediciones SM. Con evidentes puntos en común con la historia de Pinocho, de Carlo Collodi, la trama gira en torno a un juguetero y artesano ruso llamado Andrei que en uno de los dí­as más frí­os de invierno crea una muñeca a la que llama Matrioska. Acostumbrado a fabricar peonzas y otros juegos de madera más rudimentarios como ruedas y objetos giratorios, la nueva muñeca le parece su mejor creación. Aunque Matrioska es bastante similar a otras que ha elaborado anteriormente con madera “de formas redondas, la cara sonriente y un pañuelo cubriendo sus cabellos “, tiene algo muy especial. La muñeca le parece tan perfecta que el artesano desea quedarse con ella y no la vende. Convencido de su valor, Andrei descubre que Matrioska es capaz de hablar, de mostrar sus sentimientos, y en seguida le comunica que su amor y empeño la han dotado de un alma.

La muñeca y su creador llegan a entablar una bonita amistad, incluso se pueden considerar una familia en perfecta armoní­a, donde la opinión del otro y las relaciones sanas son la base del buen entendimiento y los cimientos necesarios para alcanzar la felicidad. Como Martioska no es feliz por completo, porque ansí­a ser madre, Andrei la ayuda creando otras muñecas. Así­ nace Trioska, muy similar a su madre, pero más pequeña y con el pañuelo de la cabeza en otro color. Y no tardan mucho en aparecer Oska y Ka. Todas las muñecas se caracterizaban por su elocuencia y por la necesidad de contar historias de su mundo, que tan bien conocen.

Matrioska
recuerda los cuentos tradicionales y su estilo está más cercano al realismo mágico que a la fantasí­a o la leyenda. Está construida con la premisa de que cada uno entiende la felicidad de forma muy diferente, pero con la colaboración de los otros es posible alcanzarla más fácilmente. La familia como el mejor patrimonio que podemos dejar, la búsqueda constante de la felicidad y el cariño en todo lo que hacemos son algunos de los valores que esta breve pero intensa historia nos acercan.

La obra está repleta de diálogos sencillos que acompañan a ilustraciones que establecen delicados contrastes. El color de las muñecas es vivo, fuerte, y parecen cobrar vida al lado del estatismo de los objetos del taller del juguetero, que aparecen con todos sus detalles, pero sin la capacidad de sonreí­r, soñar y ofrecer amor como las muñecas.
Àngels S. Amorós