María del Sol Peralta: "La palabra es nuestro resguardo"
Antonio Orlando RodríguezCreció rodeada de escritores, ilustradores, teatristas y cantantes, pero por entonces nadie tenía muy claro a qué se dedicaría en el futuro. Cuando la escuché cantar por primera vez en un concierto en homenaje a su abuela y profesora de voz Sylvia Moscovitz, pensé: "Ah, será cantante". Cuando la vi administrando la legendaria librería infantil bogotana Espantapájaros, cambié de idea: "No, será librera". En fin, que los amigos que la conocemos desde que era una niña hacíamos nuestras apuestas en secreto. ¿Su futuro estaría en la literatura, la música, tal vez a la pedagogía? Con el paso del tiempo, ella nos sorprendió integrando todas esas posibilidades, armoniosamente y de forma muy natural, en su trabajo artístico dirigido a los niños. Hoy se ha convertido en una de las más destacadas creadoras de la música para niños en el ámbito iberoamericano.
Autora de los libros-discos Sana que sana, Con... cierto animal y Tomatina Curatodo cura nada del amor, María del Sol es una infatigable exploradora de los vínculos que existen entre las distintas facetas de la palabra: hablada, cantada, escrita. Fundó el grupo CantaClaro, con el que se ha presentado en escenarios de Colombia, Uruguay, Argentina y España. Ha publicado también los libros Recetas de Benjamín Buengusto y La gata Clea.
¿Qué estudiaste?
Empecé estudiando música, historia y literatura, pero nunca hablaban de niños. Y yo, que solo podía hablar de literatura y música para niños, era muy mal vista; era como la niña boba en todas partes. Así que finalmente me fui a administrar la librería Espantapájaros (especializada en literatura infantil, que además era de la familia), a viajar otro tiempo y luego, aterricé en el Espantapájaros Taller, donde fui profesora de niños de dos años mientras estudiaba en la universidad a distancia Pedagogía Preescolar.
¿Cuándo y por qué grabaste tu primer disco para niños?
Grabamos Sana que sana en el año 2002. En realidad se trataba solo de un libro para una farmacéutica y su programa de responsabilidad social llevando bibliotecas a los hospitales. Nos dijeron que no tenían presupuesto para el disco como primera respuesta. Pero, apenas abrieron el libro y tan "serios" ejecutivos trataron de recordar las melodías de todo lo que cantaban en la infancia, sin dar pie con bola, ¡no hubo más remedio que pedir el disco de inmediato! Como en ese entonces yo era profesora de chiquitos de dos años y en Colombia no se conseguía música de buena calidad para los más pequeños, decidí que quería hacer mi propio trabajo musical (sin siquiera ser músico), pero buscando la mejor calidad, con el mejor equipo de trabajo. Y así fue. Y desde entonces pienso que con un poco de terquedad y perseverancia se hacen los sueños realidad; bueno, además de trabajar mucho, claro…
¿Qué pueden aportarles la poesía y la música a los niños?
La música les aporta a los niños alma, pasión, ideas, creatividad, ganas de conocer nuevos mundos o de crearlos, encuentros afectivos con otros y, ante todo, liberación. Cantar libera el alma. Tal vez por eso recordamos con tanto cariño la música de nuestras infancias, no por las cancioncillas como tal o por las historias, sino por el afecto que nos transmitían las palabras cantadas y abrazadas. Desde pequeña me enseñaron que no hay limites entre la palabra cantada, hablada o escrita; la palabra es una sola y, en nuestra familia, la palabra es nuestro resguardo. Esto es lo que quisiera aportar con mi proyecto, que no se dirige solo a los niños; más bien busca la unión familiar.
¿Qué esperas de una canción para niños?
Lo mismo que espero de cualquier canción, obra de arte, un suculento bocado, un viaje o un poema: inspiración, pasión y gozo. Busco el sabor que queda al final, el entrelíneas. Detesto que me quieran enseñar, así que al menor asomo de enseñanza, cambio el track, muchas gracias.
¿Cómo ves el panorama de la música para niños en español?
Indiscutiblemente, y por fortuna, la música para niños ha ido evolucionando. Veo dos caminos claros en las propuestas: la música ligada a la pedagogía y aquellos quienes han tomado esto como un quehacer profesional y artístico desligado del enseñar utilizando la expresión musical como el vehículo.
Yo me inclino y me inclinaré siempre por la segunda opción. Adoro aprender y enseñar, pero sin que uno o el alumno se den cuenta. Hacer música o libros para niños es un oficio como cualquier otro y no entiendo el por qué "pedagogizar" la expresión artística.
Sin embargo, aun hay muchísimo camino por recorrer: la distribución y comercialización, afinar las propuestas artísticas, dejar a un lado los sonidos de sintetizadores y reemplazarlos por músicos e intérpretes profesionales, dejar las voces infantiloides y estereotipadas… En fin, creo que debemos entender mejor que para hacer música para niños, igual que aquellos que hacen música comercial, ópera o jazz, también debe ser importante la interpretación, entrenar la voz y el cuerpo, estudiar, leer, escribir, saber de administración, de redes sociales… Para mí es una carrera o profesión como cualquier otra. El día que pensemos así, el mundo dará el lugar que se merecen a los trabajos musicales dirigidos a los niños.
¿Cómo describirías Tomatina Curatodo cura nada sin amor?
Tomatina... es la historia de muchos de nosotros. No invento historias, solo las recreo (otro legado de mi madre escritora). Nada es inventado en este cuento, ni una sola letra de lo que dice: cada fórmula que Tomatina ofrece para curar a sus pacientes, los detalles culturales de cada país, los ritmos musicales y hasta el recorrido que hace en busca de su amor, fue investigado en agencias de viajes virtuales.
Los médicos antes eran en realidad curanderos y usaban plantas medicinales que combinaban con el simple hecho de escuchar y atender. Hoy ese espacio está ocupado por ruido, redes sociales, celulares, afanes laborales y demás. Ya no nos escuchamos ni a nosotros mismos y así, es difícil comprender y ayudar al otro. Tomatina... refleja mi necesidad como ser humano viviendo en una loca sociedad: querer escuchar y querer ser escuchado. Todo disfrazado en una clásica historia de amor.
Eso sí, como dato curioso, muchos amigos cercanos dicen que esta historia no es más que mi autobiografía de los últimos años. Cada vez que escucho esto, yo solo sonrío y repito: yo no sé inventar historias…
¿Qué te propusiste con ese proyecto?
Buscaba evolucionar desde el punto de vista editorial, como autora, intérprete, productora y, ante todo, como persona. Quería tomarme en serio mi carrera y para eso necesitaba encontrar al más talentoso equipo en cada parte del proceso: músicos; Helena Melo, la gran ilustradora; la editorial; el teatro; la instructora vocal; los directores escénicos, coreográficos, musicales… ¡Cuántos personas y cuántos equipos! Es imposible contar a ciencia cierta. Después de hacer mi gran apuesta en contra de los bajos presupuestos y las caras de "estás loca", creo que ese es el camino para lograr un trabajo responsable y profesional. Que es difícil, ¡ni me lo digan!
¿Cuánto tiempo te tomó preparar Tomatina...?
Así, me tomó tres años todo el proceso. Dos años de pensamientos y pruebas en el estudio de grabación, pues es el sonido el que finalmente me da el estilo lingüístico de la historia y sus personajes, además de fijar el concepto del arte final que acompañará la ilustración, diseño, escenografía, iluminación, vestuario. Es un todo que parte de una simple historia.
Como buscaba algo para niños más grandes (como de ocho años), pero que a su vez lo pudieran disfrutar los más pequeños, que son mi verdadera pasión y vocación, resultó una tarea más compleja de lo esperado al inicio. Pero una vez encontramos el camino (que curiosamente lo dio una prueba con un instrumento colombovenezolano de cuerdas llamado cuatro), grabamos el disco en muy poco. Una vez estuvo masterizado el disco, el libro estuvo listo en seis meses.
¿Qué etapa disfrutas más: la preparación del disco o los conciertos posteriores en teatros?
¡Todo tiene su encanto! Todo me da pánico y me apasiona por igual. Durante el proceso editorial, discográfico y de montaje, solo pienso y vivo para lo que
viene. Estudio, leo, escucho música y hasta voy de compras pensando en los personajes.
El cansancio se va acumulando y ya en las últimas semanas antes del estreno, con el agotamiento y el poco dormir solo me dan ganas de querer ser escarabajo en mi próxima vida o algo no tan creativo… ¡Pero eso dura poco! Una vez arriba, en el escenario, ¡que sean mil veces más!
¿Qué opinan tus hijos Antonio y Emiliano sobre tus discos?
Viven el proceso como algo natural. Salen en las grabaciones y ven cómo se van construyendo los proyectos desde la composición hasta los conciertos. A veces están lejos y a veces quieren estar más cerca.
Antonio aún es muy pequeño, tiene dos años y disfruta, sin saber bien de qué se trata, todo el ir y venir constante. Aunque los niños son tan hábiles que para él yo soy oficialmente su ‘mamachunga’ y aquel logotipo que sale en los libros es ‘Madiá del Tsol Pedalta’. Ha sido difícil convencerlo de que soy una sola.
Emiliano ya de diez años, hace fuertes críticas a todo, sin pelos en la lengua, y eso me encanta y me nutre. Quisiera estar en el grupo CantaClaro, pero somos adultos con un ritmo de trabajo muy fuerte, así que aun no está preparado.
¿Qué autores literarios y compositores te han servido como modelo o inspiración?
Todos. Los que me gustan y los que me disgustan. Por lo general hay pocos a los que sigo y tomo como referencia en la música infantil: María Elena Walsh, Charito Acuña, Luis María Pescetti, Mazapán, Promúsica del Rosario, Ruidos y Ruiditos y Magdalena Felitas, ahora. También estudio muy bien los programas de televisión que mi abuela, Sylvia Moscowitz, realizaba cuando aún se grababa en vivo y en directo.
Pero, la verdad, de donde saco las ideas más jugosas es de las cantantes líricas como Renée Flemming, Cecilia Bartoli y Andrea Netrebko. Estudio sus vidas y lo que hacen. A la hora de contar historias, una cantante de ópera tiene mucho que enseñar desde cualquier punto de vista y, ante todo, sobre la interpretación del texto cantado y narrado.
Y sobre los autores… diría que todos, simplemente leer inspira y alimenta, igual que ver una buena película, salir de paseo, ir al mercado, a un museo… Tener un pila de libros en la mesa de noche es fundamental en todo el proceso. Vladimir Propp y Ana Pelegrín (aunque suene extraño mezclar la teoría literaria con todo esto), son mis guías en las estructuras y los vuelvo a estudiar bastante a menudo.
¿Tus sueños por lograr?
Sueño con abrir una casa de cultura para los niños más pequeños, para la primera infancia, en donde se vivan las artes en familia y en donde ilustradores, productores de cine, bibliotecarios, escritores, actores, narradores, artistas plásticos, músicos, administradores, publicistas, jardineros y demás profesionales, quieran aliarse para construir un lugar donde la educación no nos siga dividiendo por "áreas" y "logros", y podamos crecer siendo nosotros mismos, con nuestros ritmos de desarrollo particulares, con muchos gustos e intereses diversos, así como talentos por demostrar y descubrir. Esto incluye un auditorio, un teatro, una biblioteca, salones de expresión, una galería, un periódico gratuito, música de todas partes del mundo…