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Yael Frankel.
Yael Frankel: "Ilustrar es la manera que encontré de abrirme al mundo"
Sergio Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez
En los últimos años, el nombre de Yael Frankel se ha vuelto insoslayable cuando se habla de literatura infantil y juvenil en Argentina y, de manera especial, de creadores que asumen tanto la ilustración como el texto de las obras que publican.
Los trabajos de Frankel han sido distinguidos en certámenes y muestras de distintos continentes: el concurso Nami, en Corea del Sur; el Festival Sharjan, en Emiratos Árabes Unidos; el Festival de Ilustración SJDM, en Portugal; la muestra de ilustradores de la Feria del Libro de Bolonia y los concursos Orecchi Acerbo y Silent Book, en Italia; el reconocimiento White Ravens de la Jugendbibliothek, en Alemania; la selección Outstanding International Books, de IBBY Estados Unidos; el Catálogo Iberoamericano de Ilustración, en México, y el premio Destacados de ALIJA, en Argentina.
En la bibliografía de esta autora se encuentran, entre otros, títulos como Un hueco (Calibroscopio); A simple vista, Vamos por partes, Todos a dormir y Sobre ruedas (Amanuta); Muy rara (Tragaluz); Las cosas por su nombre (A buen paso); Elena también (Periplo); Contame más y Si la reina supiera (Ediciones SM), y Tan chiquita y Excursión (Tres Tigres Tristes). Su libro El ascensor, publicado por Limonero, fue escogido como uno de las ganadores del Premio Fundación Cuatrogatos 2021.
Yael Frankel respondió desde Buenos Aires el cuestionario que le enviamos para conocer más de su trabajo y de ella:
¿Cuándo empezó tu trayectoria profesional? ¿Cómo llegas a la ilustración?
Estudié diseño gráfico en la universidad y trabajé muchos años como diseñadora gráfica, especialmente en packaging de juegos para niños. Y me la pasaba ilustrando ¡cajas! En un momento me di cuenta de que no quería que las ilustraciones solo fueran “lindas” para vender un producto ni que estuvieran ahí tan quietas… quería más. Que contaran historias, que se movieran. Y ahí fue cuando pensé en el álbum ilustrado, que reunía todo lo que yo quería hacer.
¿De dónde vienen tus personajes y tus historias?
No podrían venir de otra parte que no fuera yo misma, o lo que me pasa, o le pasa a gente cercana a mí y me cuentan… en uno de mis libros, por ejemplo, fue la frase de un amigo muy querido la que me despertó las ganas de ir a inventar un álbum: él se había ido de viaje y una amiga que tenemos en común le escribió y le preguntó si todo estaba saliendo tal como él lo había planeado. Él le respondió: “Por suerte no”. Me pareció hermosísima su respuesta, y ahí mismo me puse a hacer los dibujos de lo que más tarde sería el libro Quelle chance! (¡Qué suerte!), editado por Rouergue, Francia, en 2019.
¿Tienes un método de trabajo o este varía de proyecto en proyecto? (¿O no hay nada parecido a un método?). ¿Cómo suele ser el proceso de creación de un libro escrito e ilustrado por Yael Frankel?
Es todo un lío lo que hago. Exacto, no hay método. Siempre empiezo por algo distinto. A veces es solo un título (pienso, “no puede ser que todavía no se haya publicado un libro que se llame…”), a veces empiezo por un dibujo, a veces, como dije antes, por algo que me cuenta alguien, a veces porque quiero estrenar una técnica recién aprendida (me pasó con las ilustraciones del libro Excursión, editado por Tres Tigres Tristes en España) y después resulta que esas ilustraciones las convierto en un cuento…
Algunos años atrás, en una FIL Guadalajara, los amigos de Calibroscopio nos dieron un ejemplar de un libro que había salido recientemente de la imprenta: Un hueco. Cuando lo leímos, nos causó una fuerte impresión y quedó como finalista de nuestro premio del año 2016. Siempre hemos querido saber cómo y porqué nació esa obra, y esta es una buena oportunidad para enterarnos.
De mis libros, Un hueco es mi favorito. Porque nació cuando mi persona favorita en el mundo se murió. Mi amiga Ro. Me rompió todo en mil pedazos, fui la persona más feliz por haberla tenido tan cerca y la más infeliz por haberla perdido. Y así nació el libro. Este hueco lo comparto con Judith Wilhelm, la editora, porque Ro es su hermana.
Un rasgo que distingue la mayor parte de tus trabajos es la economía de recursos: pocos trazos, control en el uso del color y transmitir y contar desde ese minimalismo. ¿Esto es resultado de una voluntad de estilo o simplemente surge así?
Ahora que lo mencionan, puede ser que sea involuntario, pero una vez más me pone contenta que lo vean, porque así soy yo: soy muy económica de recursos, jajaja. Y quiere decir que algo de mí queda impregnado en lo que hago, creo que eso es algo bueno. Además, soy muy vaga y me cuesta mucho estar haciendo lo mismo durante mucho tiempo, trato de terminar rápido, porque soy ansiosa y porque me aburro, entonces me da miedo dejar lo que estoy haciendo porque sé que me va a costar volverlo a retomar. Creo que cuando sé lo que quiero contar, no necesito de “adornos”. Además, como no dibujo bien, entonces cuantas menos cosas tengan las escenas, para mí es mejor. Quiero decir que si puedo lograr expresar con poco, es un beneficio para mí.
El ascensor es una obra que ha sido distinguida en certámenes de Emiratos Árabes, Moscú, Alemania y también en Estados Unidos, en nuestro Premio Fundación Cuatrogatos. ¿Cómo nació este proyecto?
Yo me llamo a mí misma “Josefina incomodidad”. Soy la reina de sentir incomodidad en cualquier situación social. Y una de las situaciones incómodas por excelencia, para mí, es el viaje en ascensor: ese momento tan chiquito y tan especial, que dura tan poco y, a la vez, que se hace eterno… Me pareció que podía ser una historia muy divertida y muy tierna lo que pasara allí adentro entre un grupo de desconocidos.
¿Cómo fue el proceso de creación de El ascensor? Aparte de lo inusual del formato, ¿qué otros retos tuviste que enfrentar?
El ascensor sí que tuvo mucho tiempo de proceso. Cada ilustración, aunque todas ocurran adentro del ascensor, tenía que ser bien diferente de las demás, no quería repetirme y era todo un desafío porque todas las páginas estarían enmarcadas por las cuatro paredes de ese ascensor. Entonces pensar en lo que iba a ocurrir en cada piso, una vez que subiera un nuevo personaje, llevó un tiempo. Como hay una historia adentro de otra, también eso fue un motivo de intercambio valiosísimo con la editorial Limonero, decidir si esa minihistoria iba a estar o no presente en el cuento, si solo se iba a insinuar, si además lo íbamos a acompañar con un libro adentro del libro… fueron muchas decisiones a tomar y me ayudaron mucho a pensar los editores, Lu y Manu.
La idea de sorprender al lector con el librito dentro de un sobre pegado en el reverso de la contracubierta, ¿estuvo en tus planes desde el inicio?
No, siempre estuvo la idea de que uno de los vecinos intentara calmar a los bebés contándoles una historia. Pero había varias maneras de incluir eso. Y una de ellas fue la ganadora, se la comenté muy tímida a Manu un día durante la Feria del Libro de Buenos Aires y en segundos me respondió: “Sí”.
¿Con cuáles técnicas prefieres trabajar y por qué?
El collage, ya sea analógico o digital. Me da una libertad muy especial que no me dan otros materiales. Recortar y pegar, decidir dónde hacerlo, mover todas las piezas una y otra vez para tomar decisiones… son todas ventajas para mí.
¿Qué artistas de la ilustración han sido o son tus paradigmas o referentes?
Isol es una de las artistas más completas que conozco. Es autora de casi todos sus libros y tanto en sus textos como en sus ilustraciones lo que me sorprende siempre es cuán altas son sus aspiraciones. Eso me encanta, porque de algún modo le pide a su lector que esté atento, que participe, lo invita constantemente a jugar, lo requiere activo, sagaz. Su obra es tan sólida en ese aspecto. Isol es todo lo contrario al concepto de ñoño, y eso hace que la quiera todavía más.
¿A qué atribuyes que tus libros hayan sido publicados en países culturalmente tan diferentes como China, Corea del Sur, Francia, Italia, España, Chile, Colombia...? ¿Crees que existe algún secreto para esa acogida, más allá de su calidad?
¿La verdad? Tuve y tengo mucha suerte. Estuve en el lugar indicado a la hora indicada varias veces… Cuando mando algún proyecto a una editorial, lo mando muy segura. Entonces insisto, avanzo, propongo. En ese sentido soy muy activa. Y si me dicen que no, no me caigo. Eso me parece que es crucial, porque si me hubiera caído cada vez que me dicen que no, me hubiera costado horrores levantarme para seguir. Entonces los “no” también me sirvieron, claro que a veces duelen o son molestos o me parecen injustos, pero casi siempre pienso que “la próxima lo tengo que hacer mejor”.
Si alguien nunca hubiera tenido un libro tuyo en tus manos y quisiera acercarse a tu obra, ¿qué tres títulos le recomendarías y por qué?
Un hueco, El ascensor y Vamos por partes, porque siento que ahí están casi todos mis estados emocionales: el triste, el divertido, el despojado, el incómodo, el vulnerable, el fóbico, el contradictorio, el humano.
Si fueras otra persona que te conociera bien y te pidieran que describieras a Yael Frankel, ¿qué dirías de ella?
Uf, ya hablé mucho de mí, jajaja.
¿Qué es para ti ilustrar?
Ilustrar es la manera que encontré de abrirme al mundo.
Entrevista puesta en línea el 24 de febrero de 2021.