Ilustración del artista español Alfonso Ruano para el libro
  • Ilustración del artista español Alfonso Ruano para el libro "La composición" (Caracas: Ediciones Ekaré, 2000), del escritor chileno Antonio Skármeta.

Para una teorí­a del libro álbum en Chile: problemas y divergencias de un género

Cielo Érika Ospina Canencio y Richard Astudillo Olivares

Introducción

El lenguaje visual de la literatura infantil se diversifica cada dí­a más a través de nuevos formatos y géneros que impactan en los lectores. Este boom literario-visual ha requerido de la creación de marcos de análisis para su comprensión. En Chile, bajo la etiqueta de libro álbum se ha desarrollado una importante producción de textos literarios, una escasa producción crí­tica, ocasionales artí­culos cientí­ficos y varias tesis originadas en el mundo de la educación (pregrado y posgrado). La incipiente tarea de comprender este género en el ámbito local coincide con la naturaleza del mismo, ya que estamos frente a un texto hí­brido y joven que cuenta con apenas 50 años de vida.

-ílbum ilustrado , -libro con ilustraciones  y -formato álbum  son algunas de las heterogéneas denominaciones que ha recibido el libro álbum en Chile. En parte, estos nombres responden a la evolución que ha tenido el género a mediados del siglo XX, a partir de las innovaciones introducidas en el lenguaje literario visual, desde los aportes del cine, el cómic y la publicidad. En este sentido, seguimos a Dí­az (2007) y Durán (2009) para quienes el libro álbum es una creación propia del siglo XX.

Una de las principales concepciones de libro álbum en Chile repara únicamente en aspectos del diseño que resultan fundamentales para su comprensión, tales como el encuadernado, imagen a doble página, gran formato, tapa dura, imágenes sin lenguaje verbal y una tipografí­a particular. Dicha conceptualización, no obstante, ha dejado a un lado la compleja relación entre texto e imagen que caracteriza a esta obra. Entonces, frente a esta perspectiva que singulariza al libro álbum solo por su formato, sostenemos que este corresponde a un género literario-visual, plausible de ser definido como tal, luego de analizar la estrecha relación entre imagen verbal (palabra) e imagen visual (ilustración), sin dejar de considerar los aspectos significativos de su materialidad.

A través del análisis de textos crí­ticos, tesis y una variada producción editorial, identificamos, en primer lugar, la presencia de cierta mirada complaciente donde todos los libros con tapa dura y gran formato terminan siendo catalogados como libros álbum y donde solo un reducido número de autores/as ha experimentado realmente con esta forma literaria. En segundo lugar, podemos apreciar algunas arbitrariedades en los procesos de interpretación provocadas por la ausencia de una teorí­a sobre este género. Nuestra hipótesis sostiene que, producto de una tendencia editorial, el libro álbum ha llegado a tener un importante impacto en los circuitos de la literatura infantil, donde se ha clasificado a una serie de obras como exponentes de este género, sin que posean los requisitos mí­nimos de interacción entre imagen verbal y visual.

1.    Estudios sobre el libro álbum en Chile

Ver para leer: acercándonos al libro álbum (2007, primera edición; 2009, segunda edición) es una publicación que sistematiza las reuniones entre académicos y creadores sostenidas en el marco del Laboratorio Internacional -Construyendo Lectores  realizado en la ciudad de Santiago, en el año 2006. El texto reúne artí­culos de destacados crí­ticos y autores de la literatura infantil que desarrollan diversas perspectivas para el estudio del género desde la promoción, la creación hasta el trabajo pedagógico. Si bien este trabajo es fundamental y constituye un primer hito en el análisis teórico-crí­tico del género en el paí­s, se pueden rastrear algunas importantes contradicciones en sus páginas.

En la presentación del texto se señala que el libro álbum se compone de dos lenguajes: imagen y texto escrito, códigos que permitirí­an diferenciar a este género del libro ilustrado. Esta conceptualización inicial se torna difusa a medida que avanzamos en los tí­tulos e imágenes que se citan como libros álbum (por ejemplo, el libro ilustrado Los tres bandidos). Una segunda concepción sobre libro álbum la aporta Manuel Peña Muñoz, quien afirma que este género establece la relación entre dos lenguajes, sin embargo, a diferencia de la introducción, no especifica de qué forma se efectúa dicha conexión, señalando que en el libro álbum se establece la supremací­a del lenguaje visual por sobre el escrito. Posteriormente, la autora Cecilia Dí­az manifiesta que dentro de la categorí­a se suelen incluir diversidad de textos donde la imagen hace parte del contenido y la materialidad del texto. Sin embargo, frente a esta dificultad distingue unos rasgos que serí­an propios del libro álbum: «[ ¦] la preponderancia de la imagen en la mayorí­a de las páginas y la confluencia de dos códigos, el léxico y el visual» (45), agregando que los modelos sobre la relación imagen y texto pueden ser insuficientes para caracterizar los complejos procesos de la lectura y que, por ello, su perspectiva se inclina por la descripción de la función de las imágenes en algunos libros álbum y libros ilustrados. El siguiente artí­culo es del ilustrador Alex Pelayo (55), quien sostiene que el libro álbum es un género nuevo y que faltan propuestas teóricas que aporten al debate debido al desconocimiento generalizado. En su definición aparecen una serie de contradicciones, ya que el artista primero señala que existen dificultades para establecer los lí­mites entre un libro álbum y libro ilustrado, y luego, incluye al libro de imágenes como libro álbum (57-58). La promotora de lectura Odette Michel, señala que el libro álbum «[ ¦] ofrece variadas formas de relatos» (69) y que prioritariamente la función de los diversos elementos como el formato, las imágenes y las palabras son narrativos. Más adelante denomina a los libros de imágenes como los -primeros libros álbum  (70), en consecuencia, en este último acercamiento tampoco existe una definición estable del género.

Luego se presentan algunos ejemplos de libros ilustrados nacionales clasificados erróneamente como libro álbum. Destacan acá, Las soñadoras de la colina, de Ví­ctor Carvajal, y el caso más paradigmático: La composición, de Antonio Skármeta, que ocupa toda una ficha pedagógica dentro del texto en la página 126. Este último es el equí­voco más difundido de la publicación Ver para leer, ya que evidentemente la versión de La composición, de Antonio Skármeta, corresponde a un libro ilustrado que: «[ ¦] fue publicado por la editorial Ekaré en formato libro álbum» (MINEDUC 126). La recepción y clasificación de este cuento versionado como libro ilustrado chileno y clasificado como libro álbum evidencia la confusa página inicial que ha tenido la problematización del género en Chile, cuya errática recepción ha sido replicada en las aulas primarias, secundarias y universitarias.

Otra publicación que recoge la investigación realizada desde la perspectiva del diseño por Carolina Cuevas (2014), aborda un número importante de textos nacionales que fueron clasificados indistintamente como libro álbum. En su análisis destaca aspectos de la visualidad y materialidad de las obras, logrando concluir que en general estas presentan una baja interacción entre texto e imagen.

En una tesis de maestrí­a de la Universidad de Barcelona, realizada por Francisco Javier Villegas (2010), profesor chileno, se utilizan en clave didáctica los textos Las soñadoras de la colina y La composición como parte del corpus de libros álbum, donde al igual que en Ver para leer se incluyen libros ilustrados como parte del género libro álbum. Entre las categorí­as de análisis que utiliza se encuentra la -interacción visual verbal  que alude a ciertas caracterí­sticas del libro álbum (19). En la aplicación de esta última al corpus se encuentra nuevamente ausente el análisis de la interacción entre texto e imagen, ya que se omiten los aspectos lingüí­sticos del texto y se opta por la descripción impresionista de lo visual.

Respecto a los investigadores del libro álbum en Chile, son relevantes los aportes de Roberto Cabrera de cuyo trabajo destacamos tres artí­culos. En el primero, que hace parte de las Actas del seminario internacional ¿Qué leer? ¿Cómo leer? (2012), se define al libro álbum como un género concebido desde la simbiosis entre verbo e ilustración, que desarrolla una nueva forma de narrar capaz de invitar al lector a aceptar un camino de lectura incierto y desafiante (249-240). Es importante señalar que para los ejemplos y análisis, el autor no utilizó un corpus chileno, sin embargo, expresó que existí­an, en ese momento, algunas propuestas locales en desarrollo. En dicho estudio, Cabrera sigue a Perry Nodelman y sus tres categorí­as para el estudio de la interacción entre el código verbal y el visual. Dichas categorí­as, acuerdo, extensión y contradicción, desde nuestra perspectiva, no solo se pueden aplicar al libro álbum, sino también al libro ilustrado. En otro artí­culo, del año 2014, Cabrera distingue las relaciones de tipo intertextual que establecen algunos álbumes con las obras pictóricas de artistas como René Magritte, argumentando a favor de la necesidad de revisar junto a los nuevos lectores dichas conexiones para enriquecer su mundo simbólico y su pinacoteca personal. En -Duplicados del yo autorial en la literatura infantil: maniobras autoficcionales en Anthony Browne y Gilles Bachelet  (2012), Cabrera desarrolla ejemplos del recurso de la metaficción, utilizado frecuentemente en este género. Aquí­ el autor destaca que en el libro álbum existe una estrecha relación entre el código verbal y el visual, que lo distancia del libro ilustrado.

Otro aporte teórico sobre las relaciones entre el código visual y verbal en el libro álbum lo realiza Magglio Chiuminatto (2011), quien aborda la obra del ilustrador Shaun Tan a partir de categorí­as formuladas por Barthes y Halliday. Del primero retoma las relaciones de ilustración (donde la imagen dilucida o aclara un texto), anclaje (el texto aclara o dilucida la imagen) y relevo (los dos elementos se encuentran en un mismo nivel), y del segundo, las relaciones de: expansión (elaboración, extensión y amplificación) y proyección. Chiuminatto propone analizar los libros álbum desde la categorí­a de expansión, señalando que este tipo de textos conforman una obra mixta de corte narrativo o poético, no obstante, en los ejemplos que aborda, el autor se limita a aplicar dicha categorí­a, en la que los códigos no son interdependientes y donde uno reproduce o entrega  descripciones más detalladas del otro.

Por último, la Antologí­a visual del libro ilustrado en Chile (2014), de Claudio Aguilera, presenta una selección de hitos de la ilustración publicados entre 1788 y 2012, mencionando algunos textos como libros álbum: Lucca, de Pilar Palacios y Nelson Daniel; La vida sin Santi, de Andrea Maturana y Francisco Javier Ojeda; El niño con bigotes, de Esteban Cabezas y Alejandra Acosta; Papá puertas afuera, de Natalia Montero, y Margarita en un mundo de adultos, de Margarita Valdés. Esta obra, si bien propone variados tí­tulos, no profundiza en la definición del género verbal-visual.

2.    Reclasificación de los textos mencionados en el corpus crí­tico anterior

Nuestra propuesta de reclasificación está construida en torno a categorí­as que consideran al libro álbum con toda su textualidad y materalidad, incluyendo el formato, la diagramación, las formas de enunciación y la interacción entre el código escrito y visual. Esta tipologí­a no es taxativa y tiene por objetivo identificar la interacción cooperativa o contradictoria, entre el código verbal y visual, como caracterí­stica fundamental del género, dado que toda clasificación tiene profundas consecuencias en las prácticas de lectura y de comprensión especialmente en el aula escolar.

Para realizar la reclasificación seguimos a Jesús Dí­az (2008), quien postula formas de interacción que hemos adaptado para proponer cinco modos de relación entre texto e imagen. Como veremos más adelante, los libros ilustrados requieren de mayores reclasificaciones, ya que son los más abundantes en la producción local y los que más desafí­os presentan. A continuación explicitamos las cinco modalidades de interacción entre lo verbal y lo visual:

a)    Redundancia: en este tipo de relación el código verbal y el código visual establecen una relación asimétrica donde el primero contiene toda la información necesaria para comprender el texto. La ilustración cumple un rol secundario, ya que restringe su rol a la repetición, en todo o en parte, de lo que el texto escrito presenta.

b)    Adición: en este tipo de interacción el código verbal y el código visual establecen una relación asimétrica donde el primero contiene gran parte de la información necesaria para comprender el texto, no obstante, la imagen puede presentar algunos elementos secundarios, especialmente si se trata de descripciones visuales que agregan rasgos al contenido del texto escrito, pero que no modifican ni cuestionan el sentido del mismo. Esta relación es caracterí­stica también del libro ilustrado.

c)    Colaboración/interdependencia/cooperación: en este tipo de relación el código verbal y el código visual establecen una relación simétrica de interdependencia donde ambos producen el efecto del texto. Si se trata de una narración, ambos códigos activan los elementos narrativos, especialmente la acción de los personajes. En sí­ntesis, texto e imagen narran o entregan información relevante para construir el sentido global del texto. Esta relación es caracterí­stica de los libros álbum.

d)    Contradicción: en este tipo de interacción el código verbal y el código visual establecen una relación asimétrica donde el segundo viene a contradecir la información presentada por el primero o viceversa. El lector, en este caso, debe interpretar esta extraña relación entre texto e imagen para poder seguir avanzando en la lectura. Esta relación también se encuentra presente en un número importante de libros álbum.

e)    Sustitución: en esta relación el código verbal y el código visual establecen una interacción asimétrica donde el segundo reemplaza prácticamente en su totalidad al primero, exceptuando únicamente las palabras utilizadas en el tí­tulo, el nombre del autor y algunos paratextos. Esta última relación se presenta en los libros de imágenes.

A continuación, presentamos la reclasificación de los textos mencionados en el corpus
crí­tico recopilado, para ello se han aplicado las categorí­as recientemente mencionadas, las
que pueden resultar útiles a la hora de abordar la lectura de obras literarias con importante
componente visual de la producción nacional:

A) Libro ilustrado
 
♣    Libro ilustrado cuyas imágenes repiten/redundan el contenido del texto escrito: Las soñadoras de la colina (2006), de Victor Carvajal y Soledad Sebastián; La composición (2010), de Skármeta y Ruano; Un, dos, tres por mí­ (2012), de Prieto y Vargas; Chin y Chun y el señor No (2011), de Moreno y Donoso; Eva y su Tan (2005), de Andrea Maturana.
 
♣    Libro ilustrado con algunas imágenes que adicionan  elementos descriptivos al contenido del texto escrito: Enco (2012), de Salgieri, Casanova y Tótoro; La verdad sobre las sirenas (2012), de Fratinni; Es así­ (2010), de Valdivia; De aquí­ y allá (2012), de Hanisch; Geografí­as de máquinas que no sabemos si se construyeron (2012), de Ferrada y Mene. En estos textos, las imágenes agregan elementos preferentemente descriptivos y en algunos casos metafóricos, como la transformación del universo simbólico a partir del cambio en la técnica de ilustración. Además, pueden presentar interacción con el lector a través de preguntas y elementos de humor gráfico aislados. En muchos casos se trata de textos no narrativos que adoptan la forma de una reseña, un aforismo, un texto informativo e incluyen algunos elementos literarios como rimas, cuya comprensión no requiere de la lectura de las imágenes.

♣    Libro ilustrado con algunas páginas de interacción plena: El niño con bigotes (2010), de Cabezas y Acosta; Lucca (2010), de Palacios y Dániel; La vida sin Santi (2014), de Maturana y Ojeda; Papá puertas afuera (2009), de Montero; Chocolate (2013), de Woo Hong, y Mi mamá no es simpática (2010), de Corvalán. En este tipo de textos prima la relación de redundancia y repetición propia del libro ilustrado, no obstante, en páginas puntuales de las obras se desarrolla la interdependencia entre imagen y texto propia del libro álbum. Por ejemplo, en el penúltimo tí­tulo del listado, el código visual aporta elementos simbólicos (banderas, pañoleta, sombras) no explicitados en el texto escrito. Del mismo modo, el último tí­tulo contiene algunas páginas que desarrollan la relación entre los códigos propia de un cuento con pictogramas.

B) Libro álbum

Tot (2012), de Schwwarzhaupt; La intrusa (2014), de Vogel; Margarita en un mundo de adultos (2011), de Valdés; El dí­a de Manuel (2014), de Ferrada y Mene. En estos textos se presenta una alta interacción entre texto e imagen que demanda un alto grado de participación del lector para revelar aspectos de la historia y de la caracterización de los personajes. Mayoritariamente, se presenta doble paginado y las oraciones del texto escrito poseen bastantes deí­cticos y ambigüedades que requieren ser resueltas por la imagen. En algunos casos se presenta la relación de interdependencia entre texto e imagen como en Tot y en otros casos se desarrolla la contradicción como en La intrusa.

C) Libro hí­brido
Horacio no quiere ir a la escuela (2011), de Corvalán. En este tipo de textos no se impone ninguna de las relaciones entre imagen y palabra, sino más bien, se despliegan alternadamente cada una de ellas. Así­, podemos visualizar páginas donde la imagen repite el contenido del código escrito, otras en las que se complementan y algunas donde lo visual sustituye totalmente a lo verbal.

3.    Conclusiones

A continuación planteamos algunas conclusiones sobre la problemática teorización del libro álbum en Chile:

La principal conclusión está asociada a las concepciones equí­vocas de libro álbum presentes en la recepción del género. Entre ellas destacamos: el libro álbum como un libro con gran formato y doble página, el libro álbum como una adaptación de un corto animado (Enco); el libro álbum como cuento con pictogramas (Horacio no quiere ir a la escuela), el libro álbum como libro de imágenes (en los aportes crí­ticos de Manuel Peña Muñoz y Pepe Pelayo) y, la más frecuente: el libro ilustrado como libro álbum (La composición, Las soñadoras de la colina). En todas estas perspectivas se observa que el libro álbum es considerado exclusivamente como un texto narrativo.

Un segundo elemento relevante guarda relación con la aparición de los nuevos géneros y la necesidad de innovar en la literatura infantil. Aquí­ se concluye que crear un libro álbum no es garantí­a de vanguardia ni de una consecución artí­stica de lo literario, es el caso del libro La intrusa, que aunque presenta interacciones propias del libro álbum -auténtico , es decir presenta una interdependencia importante entre texto e imagen, desarrolla una concepción de la literatura abiertamente moralizante que desdibuja la estética literaria.

Como tercera conclusión, destacamos el sostenido crecimiento de la producción de libros no narrativos, tanto ilustrados como libros álbum. Existen variados textos infantiles recientes que imitan distintos discursos escritos y orales, ampliando el marco de referencia que se utiliza para la creación de nuevos tí­tulos y estableciendo nuevas relaciones intertextuales. Es así­ como se puede apreciar que los libros para lectores iniciales que más se producen en Chile son libros ilustrados y no precisamente narrativos. Particularmente, en las obras de Paloma Valdivia se establecen relaciones intertextuales con géneros discursivos de función informativa y también poética (reseñas, aforismos). Estos no pueden ser clasificados como libros álbum, ya que la palabra por si sola produce una significación autónoma al igual que las ilustraciones.

Creemos que existen algunas claves para identificar un libro álbum. La primera es leer el libro siguiendo solo el código verbal, luego si se comprende la secuencia textual totalmente y se logra aislar el sentido global, no estamos frente a un libro álbum. La segunda es identificar en el doble paginado el código escrito y determinar si está conformado por unidades con un sentido completo (si las oraciones están completas o bien constituyen fragmentos). Si se identifican vací­os y ambigüedades, probablemente se trate un libro álbum donde el lector debe apoyarse en el código visual para completar los intersticios.

Para finalizar consideramos necesario desarrollar más y mejores estudios lingüí­stico-literarios sobre el libro álbum que permitan complejizar las teorí­as existentes sobre los aspectos visuales del género. Falta profundizar en la relación entre texto e imagen y la gramática de ambos códigos. Lo que impera hoy en el análisis literario de los textos con presencia del lenguaje visual son aquellos paradigmas que indagan en la trasparencia del texto escrito y su mimética relación con los contextos de producción, por ello el panorama para construir una teorí­a de los textos con presencia visual en Chile no parece muy alentador. Resulta urgente recuperar estudios anteriores sobre el libro álbum realizados en el ámbito latinoamericano e internacional, con especial atención en las categorí­as que formulan para sus análisis, entre ellos destacamos el trabajo de Writing with Pictures, de Uri Shulevitz (1985), y Leer y mirar el libro álbum ¿un género en construcción?, de Dí­az (2007). En ellos se señala que -no hay tantos libros álbum verdaderos como nos hacen creer  (Shulevitz 11) y que: -[e]n realidad son pocos los libros álbum en el sentido estricto del concepto  (Dí­az 92).

En estas lí­neas finales invitamos a reformular el modo en que se ha recibido y conceptualizado, hasta ahora, el libro álbum en Chile, especialmente a aquellas perspectivas que restringen su análisis a la comprensión de las imágenes, olvidando que la interdependencia y contradicción, entre ambos códigos, visual y escrito, son las relaciones que caracterizan a este novel género.

Bibliografí­a teórico “crí­tica

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Este trabajo deriva de una ponencia presentada en el II Coloquio de Literatura para infancia, adolescencia y juventud: Nuevos géneros narrativos-visuales. Problemáticas y desafí­os (29 de abril de 2015) y que, con posterioridad, fue editado por el Comité Editorial de Umbral para ser publicado en enero de 2016.