Irene Vasco responde nuestras preguntas sobre “Letras al carbón” (Editorial Juventud), libro Premio Fundación Cuatrogatos 2016

 

La escritora Irene Vasco dio respuesta a las preguntas que le hicimos llegar acerca de Letras al carbón, el libro álbum que hizo con el ilustrador Juan Palomino. Nos encanta el carácter multinacional de este proyecto: una autora colombiana, un artista gráfico mexicano, una editora nacida en Francia (Elodie Bourgeois) y uno de los más antiguos sellos editoriales de libros para niños de España: Editorial Juventud. Y nos encanta la obra en sí misma: no en balde fue una de las 20 ganadoras de nuestro Premio Fundación Cuatrogatos, que en su edición correspondiente al 2016 tomó en consideración cerca de mil títulos publicados por más de 120 editoriales en 16 países.

A continuación nuestro cuestionario y las respuestas de Irene:

¿Cómo nació la idea de Letras al carbón? ¿Te basaste en alguna historia real?

Durante los años 2011 y 2012 recorrí buena parte de Colombia haciendo talleres dirigidos a madres comunitarias, es decir, a mujeres que cuidan niños de familias de muy bajos recursos económicos. Buena parte de los encuentros y visitas fueron en el Pacífico, donde la población afro es mayoritaria. Como es bien sabido, esta población, desde la época de la Conquista, ha sido la más desatendida en todos los sentidos, en particular en lo referente a la educación. En un país donde apenas se transita de la oralidad a la palabra escrita, es frecuente encontrar que estas personas adulta,s que ahora trabajan con niños, tienen padres y abuelos que no saben leer ni escribir.

Cuando hago talleres en estos lugares donde los libros comienzan a llegar, lo primero que pido es que los participantes cuenten cómo aprendieron a leer. Oír de viva voz los itinerarios lectores de madres indígenas, mestizas y afro que viven en veredas y corregimientos muy aislados de las zonas urbanas, me permitió entrever el cambio que ha vivido Colombia. Hace años, cuando empecé a dictar talleres, las madres comunitarias a duras penas podían escribir sus nombres. Actualmente no solo son bachilleres, sino que estudian en institutos tecnológicos, en universidades a distancia y en cuanta organización les ofrece posibilidades de acceder a una educación más amplia.

Cuando preguntaba sobre sus inicios en las letras, me contaban muchas e interesantes historias que yo anotaba con asombro en mi cuaderno. Por ejemplo, la niña que quería leer las cartas de amor de la hermana mayor, la joven que iba a lavar ropa al río con la abuela que inventaba letras con piedras, la muchacha que confundía una letra con la otra y se llevaba palizas por eso. Entre tantas historias, vi que había un referente común en todas las regiones y culturas: el tizón de carbón. Padres, hermanos mayores o personas cercanas a las familias, pintaban en las paredes, en el piso o en cualquier parte, las letras y los números, aunque no supieran leer.

Así, llenándome de las historias lectoras de estas mujeres esforzadas, nació Letras al carbón. Por eso el libro está dedicado a ellas, que me prestaron sus palabras, que les devolví con las hermosas imágenes de Juan Palomino.

Letras al carbon

¿Existe Palenque?

En Colombia, muchos creen que Letras al carbón ocurre en el famoso Palenque de San Basilio. Este es solo uno de tantos palenques. Desde la Conquista, existen palenques en toda Latinoamérica: eran los refugios de los esclavos que huían y lograban salvarse. Palenque era el lugar de la libertad. Yo asocio la libertad que otorga el saber leer y escribir con la libertad de vivir sin que un amo le gobierne a uno el destino. Palenque y educación son territorios de libertad.

¿Cuál fue el mayor reto durante el proceso de escritura?

Fueron tantas las historias que anoté, tantos los lugares que visité, que no fue fácil unificar en un corto y contundente hilo narrativo tanto material. Quería contar muchas cosas. Al mismo tiempo quería que fuera un libro para ser leído, comprendido y disfrutado por públicos diversos. Tenía que ser muy económica en palabras. Por eso elegí el formato de libro álbum. Y, para mi gran alegría, Editorial Juventud encontró un ilustrador como Juan Palomino, para que él contara a su manera lo que no cabía en mi texto.

¿Cómo fue el trabajo con Palomino? ¿Le diste algún material gráfico para que le sirviera como referencia?

Juan Palomino es el ilustrador más talentoso, inteligente, sensible y comprometido que he encontrado hasta ahora. No nos conocíamos, él trabajaba por su lado con la editora. Yo recibía pruebas de vez en cuando.

A finales del 2014 nos conocimos en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Tuvimos un encuentro con Luis Zendrera, de Editorial Juventud, y miramos todo el material que había producido hasta ese momento.

A pesar de su juventud, parecía muy seguro de lo que quería…, pero yo no estaba tan contenta. No sentía que los lectores de las comunidades se reconocerían en unas imágenes algo abstractas, de un buen artista en busca de un estilo muy personal. Mi frase fue: “Por favor, no hagas un libro para concursos de diseñadores y de editores sofisticados. Quiero un libro para niños, donde la gente se reconozca y le guste verse allí”. Juan cambió su aproximación e hizo esta obra de arte, que nunca me cansaré de agradecer.

De ahí en adelante nos mantuvimos comunicados. Le mandé muchas fotos de las comunidades afrocolombianas. Entre él, Elodie y yo, fuimos limpiando el texto, eliminando muchas frases que Juan narraba en imágenes y que se volvían innecesarias.

Has publicado numerosos libros, ¿cómo se inserta Letras al carbón dentro de ese conjunto?, ¿qué tiene de especial?

Para comenzar, cada vez que me llegaba el catálogo de Editorial Juventud, la casa de los libros que me formaron como lectora, miraba con detenimiento la colección Libros y bibliotecas. Veía que estos libros, como Tomás aprende a leer y La bibliotecaria de Basora, no solo se dirigían a los niños, sino a un público más universal, de todas las edades. Llevaba muchos años con el deseo de tener un libro en esa colección que tanto admiraba.

En segundo lugar, este es mi primer libro álbum. Siempre había querido hacer uno. Tengo muchos libros ilustrados, pero ninguno con este formato.

Por último, creo que buena parte de mi obra tiene que ver con la historia de Colombia, de una manera o de otra. A veces hago libros directamente informativos, como los de arte y los de historia. Otras veces narro, en cuentos o en cortas novelas, sucesos muy locales. De esta manera creo que Letras al carbón hace parte de lo mismo, de la vida de mi país, siendo tan diferente a los anteriores.

¿Qué te gustaría dejar en los lectores con este libro?

¡Ah! Lo que me gustaría es que cuando cada lector termine de leer Letras al carbón, quiera volver a comenzar.

Un pensamiento en “Irene Vasco responde nuestras preguntas sobre “Letras al carbón” (Editorial Juventud), libro Premio Fundación Cuatrogatos 2016

  1. Hoy día está en vía de extinción “la memoria” porque los jóvenes están creando códigos, signos para comunicarse, sin darse la oportunidad de conocer la palabra escrita por nuestros antepasados.

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