• Ana en todas partes

    Adolfo Córdova
    Ilustraciones de Pepa Ilustradora. Colección A la orilla del viento. Ciudad de México: Fondo de Cultura Econó mica, 2024.

Ana, Ana, Ana... en todas partes

Jorge Alberto Silva
La primera expresión del amor se da a través de las palabras y son justamente las palabras que Julián necesita para confesar su amor las que estará buscando a lo largo de la historia. En un principio, Julián supone que Ana no lo hace en el mundo y le da terror acercarse a ella. No siente mariposas en el estómago, sino despiadadas pirañas-cuervo que devoran sus entrañas. Las huidizas y caprichosas palabras que Julián requiere para gritar su amor a los cuatro vientos se esconden en las historias que escribe y en las que plasma su universo particular, ahí vive aventuras camuflado en diversos personajes junto a una Ana ficcional que igual es un sapo encantado o una dragona. 

Tengo que confesarlo, viajé a mi propia infancia mientras leía el libro. Un poco obvio decirlo porque, de alguna manera, cuando los adultos nos sumergimos en la lectura de literatura infantil y juvenil es casi siempre con la intención de montarnos a esa fabulosa máquina del tiempo. Pero en esta novela en especial me sentí reflejado casi a punto del bochorno: claro que escribí en el libro de mate, en la libreta de artísticas y en el libro de lecturas el nombre de ese amor de primaria (o mi crush, como le dicen ahora); por supuesto que pasé muy despistadamente frente a su salón de clases con la esperanza de verle, y definitivamente fui devorado una y mil veces por las criaturas similares a las pirañas-cuervo con solo pensar en revelar mis sentimientos. Incluso en mi escuela también hubo alguna vez un recreo interminable; en este caso, no fue debido a una guerra mundial en la sala de maestros sino a una tamaliza para celebrar el cumpleaños de la directora.

Es precisamente durante el recreo interminable cuando se da el milagro. “Hola, Julián”, saluda Ana desde un hueco en el árbol mientras cuida al gato Chesire, bautizado en honor al evanescente minino de Alicia en el País de las Maravillas. Ana no solo sabe cómo se llama Julián, también revela que el nombre le gusta.  En ese primer encuentro Julián está destanteado, todo se le pone de cabeza. Por fortuna están las historias que sirven como puente entre estos dos seres, el microcuento de sus vidas comienza a expandirse para ser una novela. 

Los engranes del amor están en marcha, y si a Ana le gusta el nombre de Julián, es casi casi decir que le gusta él mismo, ¿no? Termina el recreo interminable y Julián supone que su futuro con Ana también se ha esfumado, pero para su sorpresa da inicio una complicidad gracias al gusto compartido por las historias. Pese a la “enorme” diferencia de edades, se vuelven inseparables y pasan tardes maravillosas en el jardín prehistórico de la mamá de Ana, un ambiente que es un espejo de las propias historias de Julián.  

Ana en todas partes es una historia que, al igual que la canción de Raphael, nos recuerda qué es estar enamorado. No únicamente explora el amor por otra persona, sino también por la creación. Cuando el maestro Margarito deja la escuela tras los sucesos de la guerra de la sala de maestros, es sustituido por la maestra Teo. De un maestro que se caracteriza por cometer las más garrafales faltas de ortografía a una maestra comprometida y apasionada por la lectura y la escritura. Ella se convertirá en esa figura que anima a Julián a ir más allá con sus historias, a convertir un juego en una pasión, en un modo de vida, en una posibilidad de encontrar las palabras que tanto necesita.

Ana en todas partes, que fue incluida en la lista The White Ravens 2024, podría ser también Ana en todos los tiempos. Adolfo Córdova logra que las voces de sus personajes no suenen nada más a niños de ahora, sino a niños de siempre, por lo que es una historia atemporal que no requiere referencias actuales para sentirse fresca. Como en todo buen relato de LIJ, no subestima a sus lectores jóvenes, ya que trata con tino, sutileza y humor temas y situaciones que podrían levantar más de una ceja. Es un libro perfecto para entablar un diálogo entre padres e hijos sobre los cambios que ocurren en ese período de sus vidas. A la vez, la obra despertará la nostalgia del lector adulto.

No revelaré el final de la historia, como tampoco revelaré los “bonus tracks” o “material adicional” que, si bien no forman parte del relato, lo nutren y le dan un cierre contundente y emotivo a la experiencia lectora. Al igual que el fantástico trabajo de ilustración por parte de Pepa Ilustradora.

El amor no puede esconderse ni callarse, brota en los momentos menos esperados, y, si nos descuidamos, nos pone en evidencia. Después de leer Ana en todas partes el lector querrá completar la frase “Estar enamorado es…”.