Pitchipoï, una palabra que duele

Ena Columbié
Hay marcas que quedan en las personas para toda la vida. Algunas han sido provocadas por hechos felices y otras, en cambio, por acontecimientos tristes. Pitchipoï (Tragaluz editores, Medellín, Colombia, 2019) es un libro que reúne y comparte ambos tipos de marcas y fue escrito como poema por la autora venezolana Jacqueline Goldberg e ilustrado por el artista plástico y escritor Juan David Quintero Arenas.

Pitchipoï es una palabra que nos suena extraña y un título que a muchos desconcierta. En la medida que avanzamos en la lectura, el vocablo se nos revela como una evocación de tiempos oscuros idos y lugares que son recreados con dolor poético. La edición de esta obra es hermosa: desde que la tienes en tus manos y la exploras vas descubriendo su singularidad física: primero llama la atención por su forma de un triángulo rectángulo encuadernado cuidadosamente y, al abrir el libro, enseguida se transforma en un cuadrado perfecto, similar un pañuelo de papel. Apenas iniciada la lectura del texto, este comienza a despertar sentimientos y asociaciones con historias conocidas por el relato de las personas mayores que las vivieron o por los libros que las recogen como testimonios. 

Verso a verso, página tras página, va deshilvanándose un poema narrativo en el que descubrimos a dos protagonistas: a Raphael, el padre de la autora, y a Jacqueline y su familia. La autora nos cuenta de su niñez y de los viajes en auto que emprendían, sin rumbo preciso, guiada por el cabeza de familia, quien contestaba siempre las preguntas sobre el destino final de la ruta con la misma respuesta: “¡A Pitchipoï!”. En esos tiempos de infancia, el vocablo se volvió habitual en los paseos, pero indicaba un destino seguro y prometedor hasta que, muchos años después, Jacqueline encontró su significado: “Pitchipoï es el lugar imaginario al que los judíos desplazados de Francia creían que serían deportados, mientras permanecían internados en el campo de Drancy a la espera de ser transportados a Auschwitz”. Esa era la historia detrás de la palabra, su sentido oculto, el de una esperanza (aunque en realidad no era tal). Sobre este tema se ha escrito y el cine también lo ha abordado, y hoy día sigue siendo sobrecogedor, por el sufrimiento provocado por la barbarie del Holocausto. Goldberg pone en manos de los niños un poema dramático y tierno, escrito con sencillez y transparencia y dedicado a la memoria de Raphael Goldberg su papá: 

¡Vamos a Pitchipoï!, responde el padre. Y mientras lo pronunciaba,
sus ojos se zambullían en otras carreteras.
Bebía inviernos de una palabra no muy azul,
tampoco negra ni rojiza.  
Quizá blanca, 
recostada a lo más blanco. 

Las ilustraciones de Quintero Arenas esenciales, nadan en la virginidad del vacío, de los blancos. Imágenes nítidas que transmiten calma, ingenuidad y pureza, pero que a la vez dejan traslucir sombras de tragedias humanas, de injusticias, de barbaries cometidas por un grupo de hombres contra otros de su misma especie. 

Pitchipoï fue seleccionado como uno de los veinte ganadores del Premio Fundación Cuatrogatos 2020 en la categoría “Para los que se atreven con libros retadores” entre 1.500 publicaciones para niños y jóvenes de 171 editoriales de 20 países. También fue Mención Especial como Propuesta Editorial en el certamen Los Mejores Libros para Niños y Jóvenes 2020, categoría Infantiles originales, organizado por el Banco del Libro de Venezuela. Son justos y merecidos todos estos reconocimientos. 

Cada año el mundo conmemora el Día Internacional del Holocausto. En el 2021 el proyecto Claire Fontaine, integrado por el dúo de artistas conceptuales italobritánicos, Fulvia Carnevale y James Thornhill, expuso en el Museo Novecento la instalación de luces titulada Pitchipoï en la logia del edificio que fue utilizado para encarcelar a presos políticos y judíos. Allí una placa explicaba que la palabra yiddish pitchipoï era un nombre inventado por los judíos para sofocar los temores a lo desconocido, aunque más tarde se convirtió en sinónimo de condena.

Pitchipoï, es un libro que duele, pero que es importante leer para conocer lo sucedido en el pasado, para que nunca más la humanidad vuelva a cometer semejante crimen como el perpetrado por los nazis contra los judíos y otros seres humanos en los campos de exterminio.