La nave de los necios

La nave de los necios. Ana G Lartitegui

Un chico muy despierto se aburre en un país de tontos. Un día decide sembrar una tomatera a la que le añade un mensaje enigmático con el fin de jugarle una broma a su vecino. Así comienza un viaje inesperado y errático de la mata de tomates por distintos escenarios hasta llegar, mucho tiempo después, a las manos del mismo chico, pero esta vez con un poder inesperado.

El motivo del viaje de los tontos, inspirado en el libro La nave de los necios de Sebastian Brant, publicado en 1494, se recrea en esta obra cargada de referencias a pintores de la escuela flamenca como Pieter Brueghel el Viejo y El Bosco. Sin duda, la poderosa alegoría de una embarcación donde vaga una tripulación disfuncional tiene mucho que ver con el sistema de gobierno caótico y una visión cáustica de la sociedad del momento, sumergida en sus vicios y preocupaciones mundanas.

Este motivo abre la puerta a muchas reflexiones sobre la necedad que inspiró a muchos artistas, entre ellos El Bosco, quienes representaron este viaje a un país imaginado y lejano donde solo los tontos o los locos desean llegar. El tema se desarrolla con mucha originalidad en La nave de los necios o El viaje del tomate No. 13, libro álbum escrito e ilustrado por la española Ana G. Lartitegui, ya que una mata de tomates se convierte en el hilo conductor del periplo mientras va creciendo y cargándose de frutos. Muchas peripecias ocurren hasta que finalmente llega al mismo lugar donde fue sembrada y, en un giro de la historia, le da una lección al chico que se creía listo en un país de necios.

Las ilustraciones están cargadas de detalles extravagantes y referencias a esos mundos oníricos y tormentosos creados por El Bosco, llenos de elementos simbólicos, seres extraños y animales fantásticos. Al mismo tiempo, hay representaciones de espacios sociales, trajes y costumbres de época, como en los cuadros de Brueghel. De este modo, las imágenes, además de incitar a una lectura visual, estimulan enormemente el deseo de indagar en los mundos pictóricos y las obras de arte del Medioevo y el Renacimiento.

Escenografías cargadas de pequeñas historias invitan al lector a detenerse para mirar con cuidado todo lo que ocurre y descubrir la insensatez y la fantasía de ese universo, donde conviven seres antropomorfizados, personas, animales y criaturas imaginarias. El fondo marino también se encuentra lleno de peces, algunos de los cuales parecen fósiles prehistóricos y otros, monstruos abisales. Es innegable la investigación en el terreno de lo visual de la autora para construir un territorio muy complejo y sostenible.

Los textos, más literales, llevan el hilo de una historia circular que tiene un desenlace sorpresivo y abierto. Algunas reflexiones se tejen a lo largo de la obra, no exenta de ironía, ya que al final quien pretende engañar resulta engañado; la ambición y la credulidad obnubilan la razón, y a veces el azar trae eventos que son buenos para unos y nefastos para otros.

El camino al mítico país de los tontos, muy cercano a la locura, ha sido un motivo recurrente en el arte y la literatura, con interpretaciones muy abiertas, otro de los aciertos de este hermoso libro que mueve a los lectores y los estimula a nuevas indagaciones.

Obra ganadora del Premio Fundación Cuatrogatos 2024.

Fanuel Hanán Dí­az